Sánchez e Illa disparan las especulaciones sobre los planes del presidente con una reunión bajo secreto
La dirección del PSOE se afana en transmitir «normalidad» mientras el partido se sume en la zozobra ante la imagen de la Guardia Civil en su sede 32 años después
«Forma parte de la normalidad del procedimiento». «Lo importante es que la justicia actúe y actúe con celeridad para poder llegar a la verdad». ... La dirección del PSOE trató de restar este viernes trascendencia con estos argumentos a la entrada de la UCO en Ferraz para clonar el correo electrónico que hasta el pasado jueves utilizaba su secretario de Organización, Santos Cerdán. Pero la imagen, 33 años después del registro de la histórica sede del partido en el marco del ‘caso Filesa’ y 12 desde que una comisión judicial registrara la sede del PP en la calle Génova, es demasiado poderosa como para no afectar a la moral ya bajo mínimos de la formación y no hacer mella en la estrategia de Pedro Sánchez, afanado hasta ahora en encapsular en tres manzanas podridas –Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García– el caso de corrupción que ha puesto en jaque la legislatura.
El hecho de que, por el momento, no haya indicios suficientes como para dar por sentado que también el PSOE, y no solo sus dos últimos secretarios de Organización a título personal, se benefició de supuestos amaños en la contratación de obras públicas ha servido al presidente del Gobierno estos días para marcar una línea diferenciadora entre el ‘caso Koldo’ y ‘Filesa’ o ‘Gürtel’, la condena que justificó la moción de censura contra Mariano Rajoy con la que él llegó a La Moncloa en un momento en que las encuestas situaban a su partido en un discreto porcentaje de voto, cabeza con cabeza con Ciudadanos y Podemos. Es la carta que ha usado en sus conversaciones con los socios de la investidura con los que se ha reunido esa semana. Ya hay dudas de que eso baste.
Este viernes, Sánchez recibió en el Palacio de la Moncloa al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en un encuentro de cerca de tres horas sin imágenes, que ambas partes trataron de mantener bajo el máximo secretismo y que fue interpretado incluso por cargos del propio PSOE como señal de que, pese al discurso oficial –todavía defendido a lo largo de la jornada por las ministras de ‘guardia’, la vicepresidenta, María Jesús Montero, y la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría– el propio presidente duda de que vaya a ser posible aguantar el tirón y agotar la legislatura cuando toca, en 2027.
El empeño de la secretaría de Estado de Comunicación de enmarcar la cita dentro de la «normalidad» no pudo aguantar ni el primer filtro. Es cierto que la relación entre Sánchez e Illa es estrecha pero solo algo trascendente podría explicar que, en lugar de llamarlo por teléfono, el presidente hiciera al gobernante catalán desplazarse hasta Madrid y disculpar de manera sobrevenida su asistencia a un acto –la clausura del congreso del Colegio de Economistas de Cataluña– en el que tuvo que ser sustituido por su consejero de Presidencia, Albert Dalmau.
Jugar a las quinielas
En un clima de ansiedad extremo en el partido, no tardaron en aflorar especulaciones de todo tipo, incluida la de que Sánchez esté valorando dar un paso al lado y acelerar su sucesión. El nombre de Illa, el dirigente socialista con mayor peso institucional después del propio presidente del Gobierno, suele colarse en las quinielas con las que de tanto en tanto se entretienen algunos en el partido, pese a no pertenecer al PSOE sino al PSC. El rumor no tiene un fundamento sólido pero es representativo de la incertidumbre y zozobra interna.
El presidente de la Generalitat tiene entre manos una responsabilidad que resulta fundamental para el proyecto socialista, la ambicionada normalización de Cataluña tras los años convulsos del ‘procés’. Fuentes tanto del PSC como del PSOE creen que sería un sinsentido impedir que culmine esa tarea. Y en la Moncloa insisten en que nada de eso está en la mente del presidente. Tampoco el adelanto electoral o una crisis de Gobierno.
Sí admiten en el entorno presidencial que, pese a la sensación que transmitió en su comparecencia del lunes, tras la ejecutiva del PSOE en la que recibió el apoyo unánime para continuar hasta 2027, Sánchez asume que la respuesta que ha dado hasta ahora a la monumental crisis a la que se enfrenta, la mayor desde que llegó al Ejecutivo, puede no ser suficiente. Y aseguran que, tras sus conversaciones con unos socios parlamentarios que ya le han advertido de que debe dar más pasos si pretende contar con su apoyo, se ha enfrascado en contactos con dirigentes de peso en su formación para evaluar posibles actuaciones, también de cara al comité federal del próximo 5 de julio, en el que está previsto que nombre a la persona que debe suceder a Cerdán en la secretaría de Organización e incluso aborde cambios de mayor calado en la dirección.
Este viernes, hubo otra muestra de que para los aliados de los socialistas también la situación se está volviendo insostenible. La comisión ejecutiva de Més per Menorca acordó someter a votación, en una asamblea extraordinaria, el abandono del grupo Sumar de su diputado Vicenç Vidal como gesto para evidenciar la ruptura con el PSOE por el ‘caso Cerdán’.
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