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La vecina de Las Médulas, Rufina Amado, junto a la casa que destruyó el fuego.
El Bierzo

Rufina, la vecina de Las Médulas que perdió su casa: «Nos han quitado el pueblo, el alma y la vida»

Esta mujer revive lo duros momentos que vivió el domingo, 10 de agosto, cuando la desalojaron del pueblo ante la virulencia de las llamas que devastaron una vivienda de su propiedad

Viernes, 15 de agosto 2025, 09:48

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«Abuelita, estás muy triste. Sí cariño, porque se quemó la casa del tío Roque». La nieta de Rufina Amado es pequeña pero con sus grandes ojos ya es capaz de ver la pena de su abuela en los suyos. Ella es una de las seis vecinas de Las Médulas que ha perdido su casa devastada por la voracidad de las llamas que han convertido en un paisaje lunar el paraje berciano Patrimonio de la Humanidad.

«Es muy triste» repite Rufina llena de impotencia porque «nos dejaron abandonados en un principio», dice con rabia, cuando han transcurrido apenas cinco días de una catástrofe por la que tuvo que salir el domingo, 10 de agosto, con lo puesto de su pueblo, dejando atrás su vida y todo lo que en ella se ganó a fuerza de trabajo, lucha y tesón con el sudor de su frente en la localidad a la que llegó de la mano de su marido hace más de 40 años, informa Leonoticias.

Era la casa de su cuñado que murió hace tres años y que heredó junto a sus hijos. Estaba «cuidada, arreglada y preparada», cuenta, y en ella hacía también su vida la familia. Rufina cuidaba y guardaba en ella sus conejos que perecieron calcinados por las llamas que arrasaron el pueblo. También la moto de uno de sus hijos, numerosos enseres, leña de encina «que tenía para dos inviernos», maquinaria destinada a las labores de labranza, patatas y todas las conservas que guardaba celosamente en su bodega.

A los cuantiosos daños materiales se suma el adiós a los momentos personales ligados a ese entrañable espacio que se han ido guardando durante toda una vida. «Los recuerdos de ahí se han ido todos», lamenta.

Rufina Amado y su familia se enteraron que la casa había ardido la misma noche que sucumbió devastada por las lenguas de fuego que corrieron como la pólvora por el pueblo procedentes del incendio de Yeres. «No la vimos arder porque nos evacuaron, nos mandaron marchar sin nada», explica. Mejor suerte corrió su otra casa en la que residen de forma habitual gracias a los esfuerzos denonados de algunos vecinos y también de los bomberos de Ponferrada. «Gracias a ellos yo tengo casa, porque otros no tienen casa, negocios y todo, que se han quedado sin nada», subraya.

Está convencida de que «gracias a la gente que apagó muchísimo sino hoy el pueblo de Médulas sería un cementerio de casas, no hubiera quedado nada porque están todas muy pegadas y en el momento que se separa el fuego hubieran ardido todas».

La noche que estuvieron evacuados la pasaron en Ponferrada en el piso de la novia de uno de sus hijos y al día siguiente volvieron a Las Médulas, primero a través de la carretera N-536 pero no lo consiguieron lo que les llevó a realizar un segundo intento a través de la N-120. «Llegamos a Priaranza nos dieron la vuelta, llegamos a Lago nos dieron la vuelta». Finalmente lograron entrar en un todoterreno. Nos encontramos con la casa quemada, con todo caído y los bomberos aquí».

Atrincherados en defensa de sus casas

Sonaban las sirenas en Las Médulas el lunes, 11 de agosto, cuando consiguieron llegar. La Guardia Civil les pidió que abandonaran pero ella se negó. «Les dije que no marchaba de casa porque ya se me había quemado una y no quería que se me quemara la otra». «Si me sacáis de mi casa me sacaréis esposada porque yo no voy a salir», asegura que les espetó a los agentes. Solo lo haría si les aseguraban que quedaría una brigada para salvar su casa, su nave repleta de leña y la vivienda de su cuñada. Todo ello teniendo en cuenta que el domingo «esto parecía un infierno».

Su postura fue secundada por varios vecinos a los que los agentes, relata, concentraron en la plaza del pueblo «y nos dicen que igual nos van a multar por desobedecer a la autoridad», momento en el que «nos cogieron el número del DNI a todos, les dimos los datos y no sabemos lo qué pasará». Desde entonces «a nosotros de aquí no nos ha movido nadie», convencida de que ya el lunes «no corríamos peligro porque decían que había aire y no se movía una mosca».

El fuego ha sacudido los cimientos del paraje más emblemático de la comarca del Bierzo y «nos ha quitado el pueblo, el alma y la vida». A la vista del desastre, Rufina Amado lanza una llamada de auxilio: «Que nos ayuden ya que nos han quemado nuestra vida, nuestras casas, nuestros castaños, todo, porque es una tristeza ver Las Médulas como están ahora». Espera que esto sirva para que haya una prevención «porque los castaños centenarios que ardieron no volverán en la vida a ser recuperados». Los vecinos lo saben y salen cada día a apagar los rescoldos que todavía quedan del fuego.

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