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Santiago, en la puerta de la oficina de su entidad bancaria en Ordoño II. A.P.C.
Cuando pedir cita con 81 años se hace imposible: «Para los bancos parecemos ganado»

Cuando pedir cita con 81 años se hace imposible: «Para los bancos parecemos ganado»

Santiago cuenta como su madre tiene casi imposible pedir cita previa mediante el teléfono o internet y espera que el banco recapacite porque las oficinas «están más desastradas que nunca»

Martes, 6 de mayo 2025, 13:41

A mediados de abril, Izquierda Unida de León y Alantre denunciaban nuevas medidas bancarias en las oficinas del Banco de Santander en León. Desde el pasado 17 de marzo, informaban, que se exigía «pedir cita previa mediante llamada telefónica o desde la web del banco para poder disfrutar del servicio de caja presencial, que hasta entonces era un derecho de cualquier ciudadano».

Una de esas personas afectadas es la madre de Santiago Ordóñez González: «El pasado 10 de abril, con ella un poco pachucha, le fui a hacer un trámite a la oficina del banco Santander en El Crucero ya que soy cotitular de su cuenta, para sacarle dinero como toda la vida y una persona que no conocía de la oficina me dice que ya no tienen servicio de caja» tal y como recoge Leonoticias.

Ante esta negativa, nos cuenta Santiago, le desvían a las sedes de la entidad en Alcalde Miguel Castaño u Ordoño II para hacer cualquier operación. En esta última le informan que desde el 17 de marzo hay que pedir cita previa, «como si fuera el centro de salud, para poder operar en caja. Dado que era la primera vez, me dan el dinero y que lo que me habían dicho en la oficina de El Crucero no era cierto, que no es que no hubiera servicio de caja si no que todas las oficinas del banco funcionarán de esta manera a partir de ahora».

«Es un mercado cautivo»

Santiago comenta que él y su madre no tienen tarjeta: «Nosotros no la tenemos porque consideramos que este es un mercado cautivo en el que te obligan a tener una cuenta y nosotros queremos tener la mínima relación con el banco y realizar las gestiones con un trabajador. En este caso nos encontramos con una situación en la que, o tienes tarjeta, o no puedes operar con el banco».

«El problema es que personas como mi madre, que tiene 81 años», relata Santiago «es que casi le es imposible llamar por teléfono porque tiene muy poca capacidad auditiva, y que no sabe usar ni el WhattsApp, como para andar con una web o una app desde casa».

Reclamación en marcha

«Una vez que salía del banco fui hacia la OMIC (Oficina Municipal de Información al Consumidor) de León para explicar la peripecia», sigue el relato, «a decir que ya era difícil para los mayores que tuvieran que pedir número, como si fuera el supermercado, pero usando el DNI completo lo que ya es complejo para ellos como para complicarles aún más las operaciones. Allí me encontré con otro señor mayor que había tenido el mismo problema hace dos días y en la misma oficina, y ya había pedido hora con la abogada de la OMIC».

«Cuando presenté la reclamación me dijeron que se iba a informar al banco y a ver qué decía». Santiago espera que la suya y la de la personas con la que coincidió en el OMIC no sea la única reclamación: «Imagino que más de dos quejas han llegado aunque a veces es complicado porque muchas personas mayores no pueden desplazarse hasta el Ayuntamiento».

«No somos ganado»

«Yo hago un llamamiento para que gracias a esta noticia, que los que estén en esta situación informen de ello, sea el banco Santander, el BBVA o el que sea», lanza Santiago como mensaje, primero a los usuarios y después a las entidades: «Que los bancos se den cuenta de que están abusando de nosotros, que no parecemos clientes, que parecemos ganado».

Santiago añade otro motivo de queja: «Bastante invasivos somos los hijos con nuestros padres cuando son mayores como para que ahora tengamos que controlar el dinero que sacan y poco menos decirles cuándo tienen que gastarlo. No son niños de diez años, son personas adultas que tienen que tener su libertad y sus hijos no tenemos que organizarles la vida y menos los bancos. Como mercado cautivo, que tenemos que tener una cuenta por narices, lo menos que pueden hacer es facilitarnos los servicios que proporcionan».

Días después de ir al banco y hacer la reclamación, Santiago volvió y asegura que «lo que vi fue un desastre: todo lleno, la gente discutiendo y el pobre cajero intentando organizar la fila porque se juntan los que piden cita, los que no... No sólo dificultan a los mayores y a los que queremos una relación limitada con los bancos, si no a ellos mismos porque eso está más desastrado que nunca. Antes se pedía el número y se esperaba más o menos, pero ahora se ha complicado todavía más. No me quiero imaginar en los pueblos».

«Que dejen de despedir gente»

«Siguen incrementando sus beneficios y están cerrando oficinas y despidiendo gente. Que se gasten el dinero, que lo tienen, que dejen de despedir gente», critica Santiago, que propone dos soluciones: «O se legisla para obligarles a dar la prestación adecuada, porque ya es un servicio público al estar obligados a tener una cuenta abierta, y que haya unas condiciones iguales para todos; o que nos pongan un sustituto, como un banco público».

«Antes, las cajas de ahorro eran un poco ese sustituto, pero entre el ladrillo e intereses políticos no tenemos esa alternartiva ni el banco público que teníamos que era Caja Postal», finaliza Santiago.

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