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Estefanía Martínez posa delante de su casa derruida. Rodrigo Ucero

León

El incendio arrasó sus casas y no han podido volver: «Llegaron los bomberos y no tenían agua»

Esta es la historia de cuatro familias de Castrocalbón y Quintana y Congosto (León) que desde hace dos meses viven fuera de sus viviendas tras ser pasto de las llamas

Domingo, 12 de octubre 2025, 08:39

Las llamas devoraron sus casas y redujeron a cenizas los muebles, las fotos, los regalos, los pasillos en los que sus hijos se irguieron por primera vez... Lo material y lo sentimental. Las risas, los llantos y las palabras. Han pasado dos meses desde que el fuego arrasó, entre otras localidades, Castrocalbón y Quintana y Congosto (en León). 10 familias de esta provincia todavía no han podido volver.

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Asumen la realidad con entereza y pena, pero también con ganas de que esas paredes que eran hogar vuelvan a serlo. Pacientes esperan que el proceso se acelere y la luz vuelva a ocupar aquellas estancias vencidas por el humo. Su opinión sobre las administraciones es diversa: hay quien no tiene queja, los hay que no se acaban de fiar y quien no olvidará que su vivienda se quemó, porque los bomberos no tenían agua.

De momento, el pasado 25 de septiembre, la Junta de Castilla y León anunció que se estaba realojando a las familias que habían perdido sus casas hasta el acondicionamiento de las mismas. El Ejecutivo, informaron, financiará los gastos derivados del alojamiento temporal de estas personas. Doce familias podrían ser beneficiarias de las ayudas, de las que una decena está en la provincia de León.

«La casa estuvo seis horas ardiendo»

Feli Rabanedo

La madre de Feli Rabanedo tiene 84 años. Sigue residiendo en Castrocalbón, en una vivienda que ha alquilado al lado de la suya (la que se quemó). Es irremediable que cada día divise ese lugar en el que antaño se levantaba una casa vieja, «pero restaurada», como apunta orgullosa su hija, que nació y se casó en esa vivienda, de hecho, vivió con su marido durante cuatro años hasta que se pudieron independizar. Con cariño y emoción (todavía se le saltan las lágrimas), evoca lo que fue aquella «escalera preciosa o el gran patio».

Feli recuerda con nitidez el fatídico día: «La casa se quemó el 12 de agosto a las 18:00 horas y estuvo ardiendo hasta las 6 de la mañana». Cuando su madre se marchó, relata, «le dijeron que se fuera tranquila, que la iban a defender, pero llegaron los bomberos y no tenían agua, ni podían conseguirla. No había solución».

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Ella no se marchó y vio cómo las llamas consumían su hogar: «Primero ardió la casa del vecino por detrás, que estaba más sucia que la nuestra, y de allí pasó a nosotros. Se ha quemado la casa entera».

El incendio que afectó a Castrocalbón el día 12, nació, oficialmente, en Molezuelas de la Carballeda (Zamora) dos días antes. Diversos estudios preliminares cifran en el entorno de las 40.000 hectáreas las quemadas por este fuego, lo que lo convertiría en el incendio forestal más grande por extensión en España desde que hay registros.

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También en Castrocalbón estaban los padres de Iker Barrio, de 58 y 54 años. Tanto él como su hermano viven fuera, aunque van casi todos los días. Ese día, cuenta, sobre las 12 de la mañana, le preguntó a su hermano y éste aseguró que la situación estaba muy tranquila. Pero todo se descontroló: «En media hora nos dijeron que había que desalojar y yo ya no pude acceder al pueblo. Conseguimos que mis padres salieran, porque no querían, se aferraban a una esperanza y había mucha falta de información».

La primera imagen que tuvo de la casa fue a través de las redes sociales de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF). Ese mismo día, a las 21:00 horas, un vecino les llamó y les dijo que la casa se había quemado. «Es donde nos criamos y está totalmente destruida», lamenta.

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«Nos enteramos por televisión y las redes sociales»

A menos de nueve kilómetros de Castrocalbón (en línea recta) está Quintana y Congosto. Es el pueblo de Estefanía, de 87 años. Ella vive sola, pero el día 12 estaba en casa de su sobrino José Ángel, también en la misma localidad. «Vino la Guardia Civil a echar a toda la gente del pueblo y nos fuimos con mi hermana a La Bañeza. Allí estuvimos dos días y nos enteramos por la televisión y las redes sociales de que la casa se había quemado entera», explica el sobrino a este medio.

Ahora, Estefanía está viviendo en su casa. Asegura que ya le han pedido todas las ayudas a la Junta, pero que todavía no saben nada. Respecto a la reconstrucción, informa de que han desescombrado y que quieren revivirla, «pero hasta que no sepamos cuánto nos dan, no podemos hacer nada», asevera paciente.

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Cerca de allí, en Congosto, estaban Luis, su hermana, su madre (de 70 años) y su padre (75). Todos en la casa familiar. El primero rebobina hasta ese fatal 12 de agosto: «El fuego se iba hacia otro lado, pero, en cosa de 20 minutos, cambió el aire y nos dijeron que nos fuéramos. Salimos con lo puesto y nos marchamos a La Bañeza, donde tenemos casa mi hermana y yo». No volvieron a ver su morada familiar en pie. Sus padres están ahora en la del hermano de su madre en Congosto, a la espera de poder levantarla de nuevo.

«Están desescombrando casas en las que no vive nadie, queremos levantar el tejado antes del invierno, pero dependerá de los albañiles y de lo que nos den. Las ayudas están aprobadas, pero de ahí a que nos lo ingresen...», duda, porque en la casa, concluye, «no se ha avanzado nada desde que se quemó».

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«No tengo una mala palabra sobre la Junta de Castilla y León»

Iker Barrio

Los padres de Iker Barrio, al igual que los de Feli Rabanedo, también han alquilado una casa aneja a la suya. «Están allí desde el segundo día», comenta su hijo. Han solicitado la ayuda de los 500 euros y, de momento, son ellos los que pagan el arrendamiento, aunque supone que la Junta lo acabará abonando: «Tampoco es algo que en un primer momento nos preocupara demasiado, lo importante era tener un techo».

Sobre la Administración, ni una mala palabra, sino todo lo contrario: «El trato ha sido espectacular desde el primer momento. Ayer mismo me llamaron porque les faltaba un papel». En su caso ya han desescombrado y les han confirmado que recibirán 187.000 euros. «No queremos nada que no nos corresponda. Si nos gastamos 170.000, devolveremos el resto», asevera.

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El caso de la madre de Feli Rabanedo es similar, aunque antes de ir a la vivienda alquilada estuvo 15 días en la de su hija. Ella solo tiene loas para la Junta. «Vinieron rápido y nos dijeron que no nos preocupáramos, que nos iban a ayudar en todo. De momento, todo lo que nos han prometido lo han cumplido. La directora general de Vivienda, María Pardo, es una gran persona, nos ha ayudado y apoyado en los peores momentos de nuestra vida. Y el alcalde, Luis Antonio Cenador, también. Atento, educado y dando siempre palabras de ánimo».

Por supuesto, pretenden alzar de nuevo su hogar. Han desescombrado y están esperando para que el aparejador y el arquitecto hagan los planos. Como señala Iker Barrio, «una vez pasados los peores momentos, está la ilusión de volver a arrancar, de ver que hay luz».

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