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Concentración feminista en el Parlamento Europeo. R. C.
Las feministas que luchan por la igualdad en la UE

Las feministas que luchan por la igualdad en la UE

#DóndeEstánEllas y MeTooEP, iniciativas lideradas por españolas, buscan darle más visibilidad a la mujer en la Eurocámara

f. j. calero

Sábado, 9 de marzo 2019

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Tuvo que ser una superviviente del Holocausto, Simone Veil, la primera mujer en la historia de la UE en ser elegida presidenta del Parlamento Europeo. Después de esta heroína francesa, el templo de la democracia europea solo ha contado con otra mujer a los mandos: la también gala Nicole Fontaine. Dos mujeres de un total de 31 presidentes si se empieza a contar desde la presidencia de Paul-Henri Spaak en 1952.

Desde los años 80, el Parlamento Europeo ha avanzado notablemente en igualdad con una progresión de representación femenina, del 1,3% de 1952 al actual 36,1%. A nivel administrativo, la cifra desciende hasta el 16% de los secretarios y directores generales o el 30% de los directores. «La presencia de mujeres en los órganos de representación de los parlamentos ha empezado a ser una realidad en el momento en que por ley las listas electorales deben respetar un porcentaje de mujeres sea 'formato cremallera' o con un porcentaje.

La ley ha establecido esa ortodoncia política cuando ha habido esa incorporación de manera creciente», sostiene Beatriz Becerra, vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos de la Eurocámara. En 2019 parece no hacer falta haber sobrevivido a Auschwitz para llegar a lo más alto de las instituciones europeas, aunque de momento entre los candidatos a liderar la Comisión Europea solo aparece una mujer, Ska Keller (Verdes).

Al calor de la ola feminista, varias iniciativas surgidas en el Parlamento luchan por una mayor representatividad femenina en el corazón de la democracia europea, entre ellas la iniciativa #DóndeEstánEllas, promovida por la Oficina del Parlamento Europeo en España. «Este compromiso nace con la idea de dar más visibilidad a las expertas españolas e internacionales en los seminarios y conferencias que organizamos en la oficina», explica María Andrés, su directora. En su primer año, de los 3.634 participantes en los debates organizados por los firmantes iniciales (17), entre los que han participado universidades, think tanks, ONG y empresas, el 39% de los ponentes de actos fueron mujeres. Ahora suman hasta 58 firmas, incluidos el ministerio de Exteriores, la Comunidad de Madrid y la CEOE, entre otros.

Esta iniciativa no quiere obligatoriamente fundamentarse en las cuotas. «No queremos conseguir el efecto contrario la sensación de que hay mujeres por ser cuota, no queremos mujeres floreros, queremos visibilizar un talento que existe y que necesitas esfuerzo para ser más visible. Ese 39% es mejorable, supone un intento honesto por radiografiar la participación pero tenemos que seguir mejorando», señala Andrés.

Cambios lentos

Amelia Martínez, portavoz de Me Too EP, cree que el Parlamento es una institución «mastodóntica y muy masculinizada»; los cambios van más lentos de lo que le gustaría. En octubre de 2017, la Eurocámara adoptó con gran mayoría una resolución firme que contemplaba medidas como una evaluación independiente de la situación de acoso y abuso sexual, formación obligatoria sobre respeto en el trabajo para todo el personal incluido los eurodiputados y la composición de dos comités para garantizar el equilibrio de género.

En medio de la ola de de denuncias contra el acoso y abuso sexual bajo la etiqueta del #MeToo, trabajadoras del Parlamento como Amelia, Arantxa Calvera y Blanca de Riquer se organizaron junto a compañeras de otros países para impulsar medidas con las que visibilizar este problema dentro de la institución.

«Pese a la resolución, estos tres puntos siguen sin ser aprobados. Los cursos son obligatorios para los trabajadores pero voluntarios para los eurodiputados por libertad de mandato. Desde noviembre, solo lo han seguido 44 eurodiputados, de 751, eso demuestra que si no es obligatorio no funciona», comentan.

La representación femenina en Estrasburgo ha pasado del 1,3% en 1952 al actual 36,1%

Solo 44 de los 751 eurodiputados han seguido el curso de formación contra el abuso

Partido Popular Europeo, Socialistas, Liberales, Verdes e Izquierda Unitaria han firmado el compromiso, así como el presidente del PE, Antonio Tajani. Con estos apoyos, el 25 de marzo la Mesa, que dirige el funcionamiento interno de la cámara dirimirá si se implementan estas medidas. «A los políticos les viene muy bien en campaña decir que son feministas y firmar un papel que no es vinculante, el movimiento tiene la responsabilidad de hacer seguimiento de cada enmienda que se vote», avisan desde Me Too EP.

El Parlamento, donde se cuentan más de 7.500 trabajadores, constituye una microciudad que representa el crisol de culturas que componen la UE. Según las activistas, algunos eurodiputados se escudan en factores culturales para explicar su comportamiento sexista. «Es falso y peligroso. Es lo peor que puede hacer una persona: decir que es un elemento cultural, ahí es donde más daño hace. El Parlamento se ha tomado muy en serio las acusaciones sobre estos casos. Hay que erradicarlos», denuncia la directora de la oficina española.

En sus memorias, Veil, que había liderado la legalización del aborto en Francia, recuerda con cierta ironía su elección en 1979: «Que una antigua deportada se convirtiera en la primera presidenta del nuevo Parlamento Europeo parecía un buen augurio para el futuro». El presidente galo Valéry Giscard veía un golpe de efecto europeo en su candidatura, como símbolo de la unión franco-alemana tras la II Guerra Mundial. Las madres de la UE, comenta Andrés, estuvieron en la cocina o por detrás escribiendo notas. «Tampoco las hubo en la Constitución Española. Sí tuvimos dos presidentas del PE. Fue un inicio tímido pero hay que seguir empujando. No salieron en la foto y hay que cambiar eso».

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