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Protestas en Hong Kong. AFP
Nacionalismo contra las protestas de Hong Kong

Nacionalismo contra las protestas de Hong Kong

Tras la censura inicial, los medios y las redes sociales presentan las manifestaciones por la democracia como una revolución por la independencia

Pablo M. Díez

Enviado especial a Hong Kong

Viernes, 16 de agosto 2019, 22:35

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Las batallas actuales no las gana la razón, sino el relato, que en estos tiempos de internet se construye a través del gallinero de las redes sociales. Aunque el régimen chino empezó censurando las noticias sobre las protestas democráticas de Hong Kong, los medios no paran de hablar de ellas en las últimas semanas. Por supuesto, contando solo la parte que más le conviene al régimen, y ocultando todo lo demás, porque la información está controlada por la propaganda y la censura.

Tirando del nacionalismo que propugna el Partido Comunista para aunar a la sociedad, la prensa oficial y las redes sociales están «vendiendo» las protestas de Hong Kong como una revolución por la independencia. Aprendiendo de Orwell que «nada une más que un enemigo común», culpan de la agitación social a «manos negras extranjeras», sobre todo a Estados Unidos y a Reino Unido, y critican la cobertura de los medios occidentales y la educación internacional de Hong Kong. Pero no explican que la causa de la revuelta fue el rechazo a la ley de extradición a China por un motivo muy simple: que los hongkoneses temen perder sus libertades, mayores que en el resto del país, y no se fían de un sistema legal donde los tribunales están al servicio del régimen.

En lugar de contar eso y la aspiración de Hong Kong al prometido sufragio universal, cargan las tintas en los enfrentamientos violentos en los que han derivado unas manifestaciones que empezaron de forma pacífica, y en los escasos mensajes independentistas que se oyen en las protestas. Aunque en estas no se ven más que una docena de banderas de EE UU y coloniales entre cientos de miles de personas, son lo único que la propaganda china muestra a su público en los medios y las redes sociales diciendo que están por todas partes.

Ultraje a la «madre patria»

De igual modo, los ataques contra los símbolos nacionales, como las banderas tiradas al agua o los actos vandálicos sobre sus escudos, son magnificados como un ultraje a la «madre patria».

Lo mismo ocurre con la violencia, ya que solo se muestra la de los manifestantes, no la de la Policía ni la de los matones partidarios del régimen chino que han atacado en un par de ocasiones. Mostrando su solidaridad con la Policía, en Weibo (copia del censurado Twitter) hay una etiqueta -'Proteger Hong Kong'-, con más de 7.000 millones de lecturas, según informa la agencia Efe.

Con la censura eliminando las opiniones críticas, muchos comentarios reflejan el rostro más belicoso y xenófobo del nacionalismo chino, exacerbado con las retenciones y agresiones de dos viajeros del continente en la toma del aeropuerto el martes. Si alguien se atreve a disentir, los internautas le hacen la vida imposible. Proliferan las muestras de apoyo a la Policía, las exaltaciones nacionalistas y las amenazas contra el «veneno independentista» de Hong Kong, que se enfrenta al mayor y más ruidoso gallinero del mundo.

     

Recetas del presidente de EE UU para resolver la crisis

Donald Trump hablará por teléfono con el presidente chino, Xi Jingping, para exhortarle a negociar directamente con los líderes de las protestas prodemocráticas en Hong Kong. Así lo manifestó ayer el mandatario estadounidense, quien reconoció estar preocupado ante una posible solución violenta de esta rebelión por parte de China. Y aconsejó a Xi que mantuviera un encuentro con los manifestantes, que solucionaría la crisis «en 15 minutos», aunque, añadió, «no es el tipo de cosa que el presidente chino suele hacer.

Trump llegó a vincular el jueves el posible tratado de comercio con Pekín con una resolución pacífica de la crisis en el territorio semiautónomo de China, que entra ya en la undécima semana de disturbios. El departamento de Estado pidió esta semana a Pekín que permita a Hong Kong ejercer su autonomía.

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