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Uno de los rebeldes que controla la carretera que une Donestk con la frontera rusa.

Dombass, territorio rebelde

"La prensa internacional habla de un 'alto el fuego', pero aquí, como ves, la guerra continua sin tregua", asegura el comandante Alexis en su centro de operaciones en Shakhtars'k

Álvaro Ybarra Zavala

Sábado, 8 de noviembre 2014, 10:43

Una pequeña habitación amueblada con una vieja mesa de reuniones y un escritorio es el centro de operaciones del comandante Alexis en Shakhtars'k. Los sacos de arena que decoran las ventanas de la habitación nos recuerdan dónde estamos. «La prensa internacional habla de un 'alto el fuego', pero aquí, como ves, la guerra continua sin tregua», asegura el comandante mientras acaba de prepararse una taza de café caliente. Alexis es su nombre falso de combate. Al igual que el resto de combatientes y altos mandos del brazo armado de la República Popular de Donestk, todos han cambiado sus verdaderos nombres por apodos de guerra. Alexis es un héroe de guerra, a su cargo tiene cerca de quinientos hombres que combatieron a las fuerzas ucranianas durante la batalla de Slavyansk.

«Slavyanks marcó un antes y un después en la guerra. Hasta entonces la prensa internacional nos catalogaba siempre de terroristas. Después de aquella matanza y, tras ver las atrocidades que las tropas ucranianas realizaron en la ciudad contra la población civil, comenzaron a llamarnos rebeldes y a día hoy ya nos miran con otros ojos», dice.

Alexis es minero y antes de la guerra trabajaba en una mina de la tierra que hoy defiende. «Después de abandonar Slavyansk mi batallón y yo vinimos aquí para defender nuestra localidad natal, donde habíamos crecido y donde viven nuestras familias. Nadie puede describir lo que esto supone y lo que uno siente bajo estas circunstancias. Es muy diferente combatir por una idea que combatir por tu propio hogar. Sin duda eso fue lo que nos hizo ganar y defender esta ciudad», asegura.

Shakhtars'k es un enclave estratégico en la cadena de suministros de los rebeldes. Durante el mes de julio las tropas ucranianas tenían como objetivo tomar esta localidad para lograr así sitiar la capital, Donestk, y asfixiar las líneas de combate de los rebeldes pro-rusos. La fuerte resistencia con la que hicieron frente las tropas de Alexis obligaron al ejército ucraniano a retirarse de la zona. Sin embargo, los combates continúan hoy en la región.«Hoy la línea del frente no es ya Shakhtars'k, es la comunidad de Kirovske, a unos quince kilómetros de donde nos encontramos. Kirovske es a día de hoy la nueva Stalingrado».

La artillería ucraniana continúa atacando las posiciones rebeldes en localidades como Torez, Pelahiivka, Kirovske o Debaltesve. Sin embargo, los rebeldes mantienen sus posiciones y durante las últimas semanas han logrado ganar terreno al ejercito ucraniano.« Kiev no quiere la paz; Kiev quiere echarnos de nuestro propio hogar, y eso no sucederá. Yo creo en la paz, creo que es necesario acabar con esta situación, pero también es cierto que, después de todo lo que ha ocurrido y las atrocidades que han cometido contra nuestra gente, será complicado volver a confiar en su palabra», lamenta Alexis.

La carretera que une Donestk con la frontera rusa está milimétricamente controlada por los rebeldes. Cada pocos kilómetros un checkpoint revisa a todo aquel que circula por esta estratégica vía. Victor ronda los cuarenta años. Abrigado bajo su traje de camuflaje y armado con un fusil de asalto AK 47, controla el operativo de esta mañana en uno de los numerosos puntos de control que se atraviesan durante el trayecto.«Llega el invierno y aquí las cosas empeorarán cuando llegue el frío», nos dice. «Los fascistas ucranianos no dejan de atacarnos, pero nosotros resistiremos y ganaremos esta guerra. Ellos son los terroristas, no nosotros. Nosotros solo defendemos nuestro hogar. Nunca les hemos importando», sentencia. Esta carretera se ha convertido en un símbolo de resistencia, al igual que la capital para los combatientes del DPR.

El estruendo de la artillería ucraniana sigue marcando el día a día de la capital de Dombass. La ciudad, fuertemente defendida por numerosos efectivos rebeldes, continúa combatiendo para mantenerse bajo su control. El aeropuerto es una de las principales y más activas líneas del frente. El batallón Motorola, en manos del comandante Givi, es responsable de la ofensiva rebelde para controlar el estratégico enclave. Lo que en su día fue uno de los mayores símbolos del progreso de la nueva ucrania durante la Eurocopa del 2012, se ha convertido hoy en un amasijo de escombros donde se disputa una de las más cruentas batallas que vive esta guerra hasta la fecha.

«Controlamos el aeropuerto. El ejercito ucraniano solo controla los túneles subterráneos de la instalación, pero nada más. Mi artillería controla todo el perímetro y hemos logrado que su artillería no nos vuelva a atacar desde esta instalación. Gracias al batallón Motorola la población de Donestk duerme algo más tranquila», afirma rotundo Givi, mientras pega una última calada a su cigarrillo.

El futuro, sin embargo, se presenta difuso para toda la región gobernada por el DPR. La encrucijada política en la que está envuelta la guerra; el juego de ajedrez entre las potencias de Occidente y Rusia; y los nuevos sectores radicales ucranianos, hacen cada vez más incierto el devenir del este de Ucrania. Las elecciones celebradas este pasado fin de semana aumentan aún más las dudas, ante el auge de tensiones internas dentro de las facciones rebeldes. El anhelo de paz se aleja cada vez más para los habitantes de Dombass.

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