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Una mujer vota en el colegio electoral de Villalobón el pasado domingo.

El 24-M aflora una crisis larvada del bipartidismo en la provincia de Palencia

PP y PSOE padecen desde hace dos décadas una paulatina caída de votos que se agudizó el domingo

marco porras

Miércoles, 27 de mayo 2015, 11:45

Las elecciones del pasado domingo reflejan que la crisis de los dos grandes partidos, PP y PSOE, afecta también a ambas formaciones en la provincia de Palencia. Es un fenómeno que se ha acusado el 24-M, pero que aparecía larvado desde hace dos décadas. La pérdida demográfica es uno de los motivos, no el único. Por más que resulten comprensibles los intentos de sus respectivos portavoces de ver botellas medio llenas, un rápido vistazo retrospectivo a la pérdida de votos que han sufrido certifica este diagnóstico. Las elecciones generales previstas para finales de 2015 se presentan así como un partido de vuelta de una eliminatoria donde se verá si esa crisis se pronuncia aún más, o bien se amortigua. En unos meses, las urnas volverán a decir si PP y PSOE han tocado fondo. Mucho dependerá de la capacidad de populares y socialistas para recuperar apoyos perdidos, que se han marchado a la abstención o a partidos emergentes Ciudadanos y Podemos, más sus plataformas alimentadas más o menos directamente, que han sintonizado con descontentos y nuevos electores.

El porcentaje de voto alcanzado el domingo por el PP en el conjunto de la provincia de Palencia rondó el 43,2% en las municipales y el 41% en las autonómicas. No son bajos, pero en términos porcentuales el PP sufre en las autonómicas un descenso de doce puntos (superó el 53% de voto en 2011). La merma es menos grave en las municipales siete puntos y medio, pero ese 43,2% dista mucho, en cualquier caso, de la holgada victoria popular de hace cuatro años (50,7%) en las locales.

Cabe atribuir a dos factores esa pequeña diferencia entre municipales y autonómicas. El primero es la ventaja que, desde la línea de salida, poseen los populares al lograr configurar candidatura local en los 191 ayuntamientos, algo que no consigue ninguno de sus rivales. Más interés morboso posee el segundo factor: ciertos candidatos del PP han logrado paliar el actual descrédito que la sigla había creado en sus viveros de votos. Es el caso de Alfonso Polanco, que el pasado 24-M obtuvo en la capital un millar de papeletas más que la lista autonómica del PP que lideraba su presidente provincial, Carlos Fernández Carriedo.

Desafección

Los porcentajes generan al PP cierto consuelo. Sobre todo, si miran al inmediato seguidor, un PSOE que tampoco vive su mejor momento político. Pero más preocupación deben causar en la sede popular de la Calle Mayor (o en otros despachos, si el análisis sube por el escalafón del partido) las comparaciones de votos en términos absolutos, elocuentes en cuanto al creciente grado de desafección entre su electorado en la provincia de Palencia.

Ciñéndonos ahora solo a la capital, el PP y Alfonso Polanco han perdido 5.540 votantes en este mandato 2011-2015. Dicho más claramente, uno de cada cuatro votantes que les dieron su apoyo, esta vez les han dado la espalda, sea yéndose a la abstención, sea inclinándose por otra formación. Esto no se puede explicar solo por la concurrencia de otras siglas atractivas por su virginidad. Y menos aún en el caso popular, habida cuenta de que no fue Vox el partido causante de la sangría, sino un partido autodenominado de centroizquierda Ciudadanos y una plataforma a la izquierda del PSOE, como Ganemos Palencia.

Contabilizando el conjunto de la provincia, la pérdida de papeletas populares en las elecciones locales con respecto a 2011 se acerca a los 10.750 votos. Siendo en proporción inferior a la capital (uno de cada cinco votantes de hace cuatro años), es más representativa de la crisis del PP, no solo por esa citada ventaja de la omnipresencia municipal, sino porque es un primer torpedo en la línea de flotación de cierta hegemonía popular en el medio rural palentino, casi tradicional elección tras elección.

En ese sentido, la caída en la lista autonómica acaso sirva de mejor termómetro, al no dar una temperatura precalentada por la presencia/ausencia de lista en todos y cada uno de los pueblos. Ahí, en el voto regional, el PP ha pasado en el conjunto de la provincia de rondar los 54.000 votos en 2011 a superar por poco las 39.000 papeletas este domingo. Es decir, en cuatro años, los populares de Palencia han perdido unos 14.600 apoyos, más del 27% de su masa electoral de 2011, algo que no puede explicarse solo por factores nacionales, ni siquiera por la pérdida demográfica de los votantes mayores del PP. La cuestión atañe a Carlos Fernández Carriedo por partida doble: líder de ambas listas y presidente provincial en ambas citas electorales.

En suma, la dirección provincial del PP se debe preguntar (más allá de mirar a Génova en Madrid o a María de Molina en Valladolid) dónde están los 64.185 votantes que en esta provincia eligieron esa sigla hace década y media, cuando en las generales del año 2000 los populares rondaban el 55% de voto en la provincia y el 50% en la capital (nada menos que 24.900 votos a la lista del PP en la ciudad ese año).

La pregunta resulta más cruel por tanto, más difícil de responder si no se echa la vista tan atrás, sino a los comicios legislativos de finales de 2011. Hace tan solo tres años y medio apostaron por la formación de la gaviota unos 58.600 votantes en la provincia de Palencia (54,3%). En la capital, más de 24.700 (50%). El PP y Alfonso Polanco han visto cómo unos 8.300 votos del vivero popular en la ciudad se evaporaban en cuarenta meses. En ese mismo tiempo, el fenómeno de sublimación de lo sólido a lo gaseoso a nivel provincial, presenciado en primera fila por Carlos Fernández Carriedo, se ha acercado a las veinte mil papeletas. Muchas papeletas, sí.

Sin duda, una razón es la pérdida demográfica y su eco en la continua merma del censo electoral en la provincia de Palencia desde las generales de 2000: entonces llamaron a las urnas 77.300 electores, casi 9.000 más que este domingo. Pero las líneas de tendencia de voto de los dos grandes partidos, PP y PSOE, desde hace dos décadas muestran una pendiente más acusada que esa sostenida bajada del censo.

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