Saravia (Toma la Palabra): «El cambio en Valladolid lleva nuestra firma; si Puente pactara con Cs, supondría un retroceso»
El candidato a la Alcadía por VTLP subraya que los avances más significativos en la políticas progresistas han sido impulsados por las tres concejalías que gestiona la formación
Llega a la plaza del Salvador solo. Sonrisa serena, muchos papeles bajo el brazo, como siempre, y el convencimiento de que su formación es la ... que ha dado el golpe de timón para que Valladolid «mejore» tras veinte años de PP. Manuel Saravia (Valladolid, 1953) afronta el 26 de mayo convencido de que los vecinos premiarán la labor de Toma la Palabra, que ha trabajado para crear una ciudad «más amable y social», sin las incidencias de otros partidos: «Transfuguismo, juegos con las listas o dimisiones por votaciones fraudulentas». «Somos fieles a una forma de hacer política: transparente y clara», dibuja el arquitecto y profesor.
–No es Manuel Saravia nada figurón, como esos que promocionan lo buenísimos que son. ¿Cómo lleva esto de venderse en campaña?
–Evidentemente, en las campañas hay que decir las ventajas que se ofrecen, las cualidades que se creen poseer, pero sí creo realmente que el equipo de Toma la Palabra es muy bueno.
–Usted no esconde los fallos, los reconoce. Eso no se lleva en política.
–Decir que eres estupendo y que estén a la vista las dificultades o los errores no tiene mucho sentido.
–Defienden que Toma la Palabra ha sido el artífice de los cambios fundamentales en estos cuatro años de izquierda en la ciudad.
–Está a la vista. Los cambios más significativos vienen firmados por los concejales de las áreas de Toma la Palabra. Bustos, con los presupuestos participativos y la potenciación del deporte en todas las facetas; María Sánchez, con la remunicipalización del agua, el plan contra la contaminación o la mancomunidad de interés general; la política de vivienda, o el mismo PGOU, que reduce una ciudad desmesurada a otra más proporcionada. Ha habido una dirección política muy marcada por nosotros.
–Si hay que volver a aliarse con el PSOE, ¿serán más exigentes?
–Primero, habría que hacer una consulta al censo. Pero la experiencia es un grado. Hay cosas que habría que reforzar. Por ejemplo, el papel de la Alcaldía. Es un plus, que da una serie de ventajas. En este mandato, hemos tenido cuatro concejales y el PSOE ocho, la proporción es uno a dos. Sin embargo, la representatividad de Toma la Palabra en actos de gobierno no se ha correspondido, ha sido infinitamente menor. El plus de la Alcaldía se ha llevado al extremo. Lo podemos ver ahora, el grueso de la campaña del PSOE son actos de Alcaldía. Hay que proporcionarlo.
–¿Ve a Puente pactando con Ciudadanos en caso de necesidad?
–No lo descarto, porque él mismo ha dicho que no lo descarta.
–¿Y cómo lo valoraría?
–Sin duda, supondría un retroceso para las políticas progresistas en Valladolid.
–¿Tiene preparada alguna pulla para él en estos días de contienda?
–La verdad es que no, pero no estaría mal (ríe).
–Una, venga.
–Ha dicho que en Toma la Palabra no teníamos lo que había que tener para llevar la Alcaldía. Eso está feo. Ya le dijimos que había que ser un poco más humilde.
–Califican el programa del PSOE de continuista, ¿en qué se basan?
–Están muy conformes con lo que hay. Hablan con frecuencia de mantenimiento de esto y de lo otro. Y ha habido ámbitos en los que no se ha cambiado suficientemente la política anterior. Por ejemplo, en materia cultural.
–La encuesta publicada por el Norte apunta a que el PSOE se come a Toma la Palabra, que pueden incluso perder su representación en el salón de plenos.
–En elecciones anteriores siempre hemos tenido unas encuestas malas o regulares y luego nos ha ido mejor. En las primeras, nos daban uno y fuimos tres; en las segundas sacamos cuatro. Aspiramos al máximo posible. Lo propio parece gobernar en coalición y estos años han servido para remarcar la capacidad de acuerdo y de negociación que hemos tenido. Hemos dejado algunas medidas pendientes, pero las principales se han llevado a la práctica. Eso es un valor.
–¿Qué pasos más allá darán en caso de seguir en el gobierno?
–Profundizar en los cambios que se han iniciado. Movilidad, control de la contaminación atmosférica, medidas respecto al cambio climático... Hay una ley que obliga a que en 2023 se hayan definido zonas de bajas emisiones. Se hará de acuerdo con todos los colectivos. Eso implica cambios en el transporte público. Hay que incrementar la aportación a Auvasa hasta los 20 millones. Si queremos corregir el tráfico, es fundamental mejorar el transporte público. En medidas de vivienda, hay que enfatizar lo que hay en marcha y promover viviendas colaborativas, de cara al envejecimiento activo y a la prevención de la soledad. Poner en marcha una oficina de participación y a la Cultura hay que darle una vuelta, porque ha sido especialmente continuista y hay que contar con los creadores locales.
–¿Cerrar el centro al tráfico?
–Dicho así, no. Pero hay que ir definiendo cuáles son las calles y las zonas que serían susceptibles de formar parte de esas áreas de bajas emisiones y diseñar los ámbitos, siempre con el consenso de todos.
–¿Se ha sentido defraudado en algún momento por los movimientos de izquierda de la ciudad? Les han dado caña y han enmendado algunas de sus decisiones.
–Defraudado no es la palabra. En algunos momentos es bueno sentir el aliento de las personas para las que estás haciendo una política acorde a lo que ellas plantean. Llega un momento en que te acostumbras. De la misma manera que sientes la crítica, que está bien, también es bueno el apoyo.
–¿Y ha faltado?
–En algún momento, nos hemos sentido menos apoyados de lo que hubiéramos querido.
–Llegó a plantearse tirar la toalla, ¿cuál fue el acicate para no hacerlo?
–Ya estoy curado de espanto, pero, sobre todo, han sido las dificultades de mover a la Administración en determinadas decisiones. Como el caso del paso de Rafael Cano. Desde que lo planteamos hasta ahora, que se está acabando... Una actuación que tiene una decisión política tomada, un presupuesto asignado y es legal. ¿Cuáles son los problemas? Infinitos. Te acabas agotando para llegar al resultado. Me estoy acostumbrando.
El problema de dar plazos
–A sus competidores de Podemos no les valen sus explicaciones ni los números sobre la «imposibilidad» de soterrar.
–Está clarísimo. Los números están ahí y la deuda. Si no se creen al Tribunal de Cuentas, ni los números que hacen los especialistas, ni el proyecto técnico, ni lo que aprobó el PP... Todo está expuesto y claro y se sabe lo que se puede hacer. ¿Por qué no se soterra en Europa, en ayuntamientos que tienen cinco veces más presupuesto que nosotros por habitante? ¿Es que son tontos? Hay razones de mantenimiento, de seguridad, de medio ambiente... Y es inadmisible decir que la zona este va a crecer en riqueza con esa operación, ese planteamiento no tiene fundamento.
–En estos cuatro años con mando, ¿se arrepiente de algo?
–Igual de poner plazos, aunque tampoco. Los sigo poniendo. Si se piensa que se puede hacer en seis meses, pero luego se tarda doce, es así. No es tan grave. Se tarda lo que se tarda. El hecho de que se pongan plazos y sean cortos indica las ganas que se tienen de que se hagan las cosas, pero a veces no es posible cumplirlos.
Ensayo, poesía, «omnívoro» en música, gambas y un gin-tonic
Le gusta dibujar con lápiz y es lector compulsivo. De ensayos –ahora está con 'El sentido del pensamiento', de Markus Gabriel– y de poesía, en este momento disfruta conla obra 'Huir de mí', de Redry. A los tres nietos los ve todas las semanas los ratos en los que su infernal agenda se lo permite. Su plato preferido son«las gambas, por supuesto» y para relajarse, un 'gin-tonic'. De Beefeater o de cualquier destilado balear. «Me valen todas». En música se define como «omnívoro». Lo mismo eschucha a Händel, que a Luis Eduardo Aute o a Queen. ¿Ganas de jubilarse? «No me lo planteo».
–De la gestión urbanística, ¿de qué se siente más satisfecho?
–De la política de vivienda. Lo hemos planteado como un derecho y lo hemos puesto en marcha, aunque seguro que más despacio de lo que se debería. Se ayuda al alquiler, pero limitando el precio; se hace un parque público para quien no pueda acceder al mercado libre, se van a promocionar las viviendas colaborativas... Ha habido avances importantes también con la rehabilitación del 29de Octubre, en Pajarillos, y seguiremos en ello.
Vox, un fenómeno «pasajero»
–Dos de las concejalías de VTLP han sido especialmente atacadas por la oposición. Urbanismo, con sus plazos, y Medio Ambiente, con la limpieza. ¿Qué fórmulas se aplicarán para mejorar ambos aspectos?
–Hay dos temas en la crítica política que son los más fáciles de construir. El de la limpieza y el de la inseguridad. Aunque los elementos objetivos no indiquen eso –informes de la OCU reconocen la limpieza de Valladolid, se han puesto más medios, la manera de gestionar es la anterior, pero muy mejorada...– y, sin embargo, se insiste con lo de la suciedad. Es más fácil de difundir ese mensaje. Los datos de seguridad en Valladolid ahí están y son buenos. Me parece muy irresponsable jugar con esto. En el caso de los plazos, son eternos y hay quien contribuye a que sean más largos. Alguna entidad de la Junta nos ha puesto más problemas de los necesarios.
–Defina a sus contrincantes.
–Prefiero no hacerlo. Es difícil. Es gente que conozco. Con todos tengo un trato afable y me parecen buenas personas. Meter cuñas con críticas me cuesta mucho trabajo.
–Cuando oye los mensajes de Vox, ¿qué le viene a la cabeza?
–Me parece absolutamente penoso. Hay un libro de Hirschman, 'Retóricas de la intransigencia', que dice que cualquiera de los derechos sociales se encuentran con unas resistencias que van emergiendo de vez en cuando. Algunas de las propuestas que hace Vox están ya tan superadas... Son indefendibles. Hay que apechugar, tienen derecho a difundir su mensaje. Cuentan con algún apoyo, pero creo que es totalmente pasajero, porque son temas superados, afortunadamente.
–¿Cree que la derecha volverá al Ayuntamiento?
–Poder, pueden, porque podrían llegar a pactos, pero creo que no. Estos años han sido buenos para Valladolid, han cambiado muchas cosas para bien, hemos hecho frente a todo, no hemos eludido nada, incluso con costes. Y eso es un buen aval.
–¿Por qué no se llegó a la confluencia con Podemos?
–Lo lógico es que dos programas que tienen muchos elementos en común se presentaran con una sola papeleta a los electores. Pero hubo dos tipos de problemas. Organizativos, costaba trabajo llegar a algunas reuniones o las fechas, y, sobre todo, que los elementos fundamentales de la confluencia, que eran primarias abiertas conjuntas, pues no se llegaron a aceptar. Sin entrar en más detalles. Luego vino lo del soterramiento, pero eso es más una anécdota.
–¿Cómo valora el fichaje de Charo Chávez por el PSOE?
–Me parece bien, pero no me gusta cómo se ha hecho, porque ella forma parte de una formación política y que antes de acabar el mandato pase a otra no está bien. El nombre es transfuguismo.
–¿Qué tiene previsto Toma la Palabra para el convento de Santa Catalina?
–Es una hectárea estratégica. Queremos un centro activo y vivo, un centro de creatividad cultural juvenil, pero da para más: para un centro de mayores, una dotación deportiva y para la Fundación Miguel Delibes. Queremos un espacio dinámico.
–¿Veremos la Ciudad de la Justicia en El Salvador si siguen en el Ayuntamiento?
–Sin ninguna duda. Se ha retrasado demasiado por problemas administrativos y de tramitación. Está claro, es legal, es justo, pero, sin embargo, cuesta trabajo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión