Unos jóvenes observan un bloque de pisos.
FUNDACIÓN 'LA CAIXA'

La sensación de precariedad afecta a la salud mentalde los jóvenes

Aunque la pandemia puede formar parte del pasado, sigue afectando al 18,9% de los hogares donde viven las personas que se sienten más precarias

Jueves, 31 de octubre 2024, 23:33

Un estudio elaborado por el Observatorio Social de Fundación 'la Caixa' ha mostrado que lo que afecta a la salud mental de los jóvenes no es tanto carecer de un empleo fijo como percibir que están en situación de precariedad. El 31% de los jóvenes entrevistados están en riesgo de depresión o ansiedad.

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Los resultados también demuestran que la precariedad laboral y la inseguridad económica se distribuyen de forma desigual entre los grupos sociales, pero el sentimiento de precariedad es común entre todos los jóvenes en España.

Como tales, las dificultades en el mercado laboral no están distribuidas por igual entre la población joven. La edad, el género y el origen inmigrante conforman las experiencias de precariedad laboral entre los jóvenes. Mientras que una parte considerable de los menores de 30 años son estudiantes a tiempo completo (28,6%) o parcial (19,2%), en el grupo de 30 a 34 años la situación más frecuente es la de dedicarse solo a trabajar (58,3%). Entre los jóvenes de origen inmigrante son más frecuentes los contratos eventuales o esporádicos (12,3% en el caso de migrantes hombres menores de 30 años) o el pluriempleo (18,8% en el caso de migrantes mujeres menores de 30 años) que entre los autóctonos o los mayores de 30 años. El empleo no estándar involuntario se da entre todos los grupos, pero se concentra sobre todo entre la población autóctona menor de 30 años. Teniendo en cuenta todo esto, hay un porcentaje relevante de jóvenes sin trabajo, educación ni formación (ninis): en nuestra encuesta es el 8,3%. Entre hombres y mujeres de origen inmigrante, la proporción es aún más elevada, del 15% y el 12%, respectivamente.

La sensación de precariedad es el factor más significativo para explicar los problemas de salud mental de los jóvenes. En cambio, el tipo de contrato laboral no muestra una relación significativa con la salud mental. Solo entre los que practican el pluriempleo se observa una ligera reducción del riesgo a estar expuestos a una mala salud mental.

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Los significados que los jóvenes encuestados asocian a la precariedad engloban más cosas que simplemente tener malas condiciones laborales o contratos temporales. Solo el 28,1% de la muestra define la precariedad como tener un trabajo con ingresos insuficientes o malas condiciones laborales, y tan solo el 1,6% la define como falta de oportunidades laborales. En gran medida los encuestados perciben la precariedad en términos económicos, y la definen como la incapacidad de permitirse una vivienda independiente (9,7%), de satisfacer las necesidades básicas (23,8%) o de vivir una vida digna (4,5%). Otros la describen como vivir por debajo del mínimo (5,3%) o sentir inseguridad tanto en el trabajo como en la vida en general (8,8%).

De la muestra, el 63,6% de los adultos jóvenes ha vivido como mínimo una dimensión de inseguridad económica en los últimos dos años, y ha tenido que hacer ajustes o pedir ayuda para cubrir sus necesidades.

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Los encuestados que sienten estar en una situación de precariedad extrema se han visto más afectados por el actual contexto macroeconómico desfavorable que los que se consideran menos precarios. Para los primeros (puntuación de 7 o más en nuestra escala de precariedad subjetiva), la inflación (64,1%) y los costes energéticos (65,3%) han representado un importante factor determinante que ha puesto en entredicho la seguridad económica de sus familias, mientras que en el segundo grupo, con niveles más bajos de precariedad subjetiva, estos porcentajes han sido del 56,9% y el 56,5%, respectivamente. Los costes relacionados con la vivienda (41,5% en los primeros, 24,4% en los segundos) y los bajos ingresos laborales (42,2% frente a 16,8%) también suponen desafíos importantes para los que se sienten más precarios en nuestra muestra. Aunque la pandemia de la covid-19 puede formar parte del pasado, sigue afectando al 18,9% de los hogares donde viven las personas que se sienten más precarias, frente al 14,5% entre los que indican sufrir un nivel menor de precariedad (puntuación de 6 o menos en nuestra escala de precariedad subjetiva).

El estudio muestra la importancia de estudiar la precariedad y la inseguridad económica como determinantes de la mala salud mental entre los jóvenes. También apunta al desarrollo de políticas de apoyo dirigidas específicamente a los jóvenes, que les permitan mantenerse en el difícil proceso de emancipación de sus familias.

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