Sin reservas para una cosecha ambiciosa
El Carramimbre Valladolid completa un plantel renovado y dotado de un mayor equilibrio, con siete incorporaciones y dos jugadores contrastados por puesto, con el reto de dar el salto definitivo al ascenso
Tamaña huella dejó los tiempos de bonanza del baloncesto en Valladolid que la vuelta a la realidad ha aparcado la faceta deportiva en un segundo plano. Ya no se flota por el parqué. Los pies no se despegan del suelo, y la sensatez y coherencia imperan hasta el punto de haber arrinconado en buena medida a la ambición. Se piensa antes en cumplir con las obligaciones fiscales y sociales que en el número de victorias necesarias para colarse en un hipotético playoff. Y eso es mucho decir en una ciudad que murió de éxito viendo a su equipo de baloncesto. Tanto importaba ese pedigrí que no se reparó en gastos. Tanto pesó la propia historia que se llegó a hipotecar la camiseta varias veces. Tantas veces hubo tanto que echar la vista atrás hoy sabe a nada.
Pero eso se acabó. Sentir morriña de aquellos tiempos ya no provoca vértigo. Los pies han vuelto a tocar tierra y ahora la cultura del cumplimiento va un paso por delante de la del esfuerzo. Si en estos cuatro años de vida se ha echado mano de una ciudad para salir del agujero, el club no puede faltar a ni uno solo de sus compromisos.
La ciudad tiene preferencia, y a ella se agarra ahora el Carramimbre Valladolid para dar un salto que pretende ser definitivo. «Necesitamos el apoyo de la gente. Lo hemos visto con el fútbol como han llevado al equipo en volandas, y ahora nos toca a nosotros», aseguró ayer su presidente Mike Hansen durante la visita a la bodega de su principal patrocinador en Peñafiel. Una declaración de intenciones que tiene destinatario. El máximo mandatario y fundador hace ahora cuatro años del club habla de una «tercera pata» para buscar el despegue y su mensaje apunta a la grada. Con un objetivo inicial de 1.500 abonados –1.200 a día de ayer–, la barrera de la ambición se sitúa un poco más lejos, los 2.000, para estar un poco más cerca del playoff de ascenso a la Liga ACB. Porque el techo se sitúa ahí. En la antesala del ascenso. Unpasito antes de la gloria. Una zancada que, sin embargo, suena de momento a abismo. Palabras mayores para un club que, por presupuesto, se ubica hoy mismo en un tercer vagón.

Si la gloria se cifrara en ceros, el lujo de soñar con ella le correspondería tanto al Betis Energía Plus como al Retabet Bilbao, ambos descendidos y con apuestas que superan los 1,2 millones de euros. La plaza de campeón que otorga el ascenso directo debería ser, a priori, para uno de los dos.
En un segundo peldaño habría que ubicar tanto a Melilla Baloncesto, que también supera el millón, como al Chocolates Trapa Palencia, que se le acerca y atesora una experiencia casi más valiosa que la parte económica.
Lejos ya del club del millón de euros, por la lista de aspirantes se asomaría el Carramimbre muy cerca del Iberojet Palma o el Tau Castellón, con proyectos muy similares al que volverá a gestionar Paco García. La cesta presenta este año mejores mimbres se mire por donde se mire. El técnico cuenta con doce fichas –diez hace un año–, lo que le otorga una mayor profundidad; y siete de ellas son caras nuevas que dotan de un mayor equilibrio y mejoran a priori las prestaciones que dieron los jugadores dados de baja. Dos aterrizan para reforzar la posición de base-escolta: Jo Kazadi, internacional suizo que llega procedente de la segunda alemana; y Mike Torres, barcelonés de padres dominicanos que apenas contó la temporada pasada en el Leyma Coruña de Gustavo Aranzana.
Dos más apuntan a la posición de alero: Carlos Novas, internacional por Austria, aunque de origen dominicano, que el año pasado descolló en la Bundesliga austriaca; y el joven Álvaro Reyes, recién culminada su etapa universitaria en Denver. La incorporación de Jubril Adekoya, con pasaporte británico, apunta a la necesidad de dar un relevo de garantías a Sergio de la Fuente. Y la lista de la compra se cierra con dos pívots de distinto perfil que abrirán el abanico de posibilidad al técnico. Seydou Aboubacar, procedente de Níger e internacional con Costa de Marfil, está llamado a aportar contundencia en la 'pintura', sobre todo en campo defensivo; y Bradley Hayes, 213 centímetros, es el americano puro llamado a marcar diferencias.
Una configuración mucho más ambiciosa a priori que sin embargo, se mueve en las mismas cifras que la cerrada hace un año, con dos piezas menos. Y es que aunque el club ha reservado una partida de 160.000 euros para pagar el coste de la plantilla, ha decidido reservar un 10% –precisamente el porcentaje de crecimiento de este año– para posibles contratiempos y en previsión de posibles llegadas en el tramo final de campeonato si fuese necesario. La cifra se integra en un presupuesto global que esta temporada alcanzará los 600.000 euros para afrontar una competición que modifica su formato. Con tres descensos en el horizonte, el campeón de la fase regular obtendrá un billete directo a la Liga ACB y el segundo saldrá de una Final a Cuatro por concentración con los cuatro mejores de un 'playoff' a 5 partidos (2º a 9º clasificados).
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