Deporte sin violencia
Silbatos que rompen barreras: «Ser árbitra te hace más responsable»Cinco jóvenes árbitras abren camino a las nuevas generaciones con un relato del sacrificio y las alegrías de una actividad deportiva todavía muy masculinizada
Laura Negro
Sábado, 15 de noviembre 2025, 08:19
Vocación, esfuerzo, constancia, concentración, autoridad y resistencia física y mental. Son algunas de las cualidades que se necesitan para ser una buena árbitra de fútbol. Cualidades, todas ellas, que van encaminadas a hacer cumplir las reglas del juego en cada encuentro. El arbitraje es una actividad deportiva exigente, a veces poco reconocida y en la que se está muy expuesto a las críticas negativas y la presión del público, especialmente si eres mujer. Sin embargo, también reporta grandes alegrías, como la emoción de vivir cada partido desde dentro, el orgullo de saber tomar la decisión correcta ante una jugada complicada o la posibilidad de demostrar que el fútbol también se arbitra en femenino.
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Aunque sigue siendo deporte mayoritariamente de hombres, cada vez son más las mujeres que se ponen las botas y se cuelgan el silbato para liderar el campo de juego. Su ejemplo sirve para abrir camino a muchas niñas y jóvenes que sueñan con seguir sus pasos en el futuro.
Al cierre de la temporada 2024-2025, en Castilla y León contaba con 1.500 árbitros federados y en activo. De ellos, 120 eran féminas. El Norte de Castilla ha conversado con cinco de ellas para conocer su experiencia, descubrir qué las llevó a elegir esta disciplina y si se sienten en igualdad dentro del terreno de juego. Cinco historias distintas, pero que están unidas por una misma pasión, el fútbol.
Selene Sastre Sánchez Cinco temporadas en Primera Provincial de Aficionados
«Ojalá yo pueda algún día ser un referente para niñas que quieran ser árbitras»
Selene Sastre Sánchez (Cigales, 2007), descubrió la vocación por el arbitraje gracias a su padre. Fue él quien le animó a dar el paso. «Nos enteramos de que había un curso y él dijo: 'vamos'. Así de sencillo», dice. Desde entonces comparten esa pasión.
Sonríe al recordar el primer partido de su carrera. «Fue en el campo del Betis Club de Fútbol Valladolid y me pasé la mitad del tiempo atando los cordones de las botas a los niños», comenta entre risas. Sin embargo, su camino no ha estado libre de obstáculos. «A veces he notado diferencias en cómo me hablan los jugadores a mí y a un árbitro hombre. He escuchado comentarios fuera de lugar que no tienen que ver con cómo pitas, sino con tu físico», dice. Frente a esas actitudes, ella opta por echarle paciencia. «Toca aguantar porque lo que de verdad me importa es hacer bien mi trabajo», añade.
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Esta joven de 18 años ha vivido momentos inolvidables en el campo, como aquella vez, cuando una niña, desde la grada la señaló y dijo: «Mamá, es árbitro. Yo también quiero». Es un recuerdo que le emociona. «Yo no he tenido referentes árbitras, pero ojalá algún día yo pueda serlo para niñas como ella. No quiero que piensen que éste es un mundo de hombres, porque no lo es. Es un mundo para todos», opina.
Sueña con alcanzar la igualdad en el arbitraje, aunque es consciente de que todavía queda camino por recorrer. «Nosotras tenemos que demostrar más que los chicos para que nos valoren por igual, pero confío en que poco a poco todo cambie. A veces sientes que tu compañero de categoría está un paso por delante solo por ser hombre, cuando lo ideal es que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades», comenta esta joven que actualmente estudia un grado superior de Acondicionamiento Físico y que sueña con algún día arbitrar una final de la Champions masculina. «Los compañeros formamos una pequeña familia. Te corrigen cuando lo haces mal, pero también te animan cuando lo haces bien», señala.
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Elena Sánchez Manuel Ocho temporadas como árbitra de Fútbol Sala
«A las mujeres que dudan les digo que hay que arriesgarse»
Animada por su prima, que es árbitra, Elena Sánchez Manuel decidió probar suerte en este mundo. Para esta joven nacida en Valladolid en 2003, era algo totalmente desconocido. Nunca había jugado al fútbol, ni al fútbol sala, pero la idea le atrajo y decidió formarse. De eso hace ya ocho temporadas. «Desde el primer momento todo fue súper bien», recuerda. Su primer arbitraje lo recuerda con cariño. «Fue un poco caótico, pero también muy bonito porque al final todo es un aprendizaje y de los errores se aprende», admite. Compagina sus estudios de Quinto de Medicina con esta actividad deportiva y lo que más valora de ella es «la piña que haces con compañeros de otras delegaciones, porque todos los fines de semana nos vemos en las clases y también arbitrando». Esa sensación de grupo es, para Elena Sánchez, lo más especial.
Aunque reconoce que todavía hay pocas mujeres en este mundo, celebra que cada vez haya más chicas animándose a coger el silbato para dirigir partidos. Ella, en particular, nunca ha tenido problemas en los pabellones de fútbol sala en los que arbitra. «Tanto mis compañeros como el resto de personas que van a los partidos, siempre me han ayudado», remarca y entre las experiencias más bonitas cita los viajes a otras provincias y el conocer gente nueva. Por eso, quiere lanzar un mensaje para aquellas mujeres que están dudando en dar el paso: «Que no se lo piensen dos veces, que arriesguen y vayan para adelante, porque todo el mundo vale y es tiempo de mujeres». Esta joven mira al futuro con optimismo y confía en que la igualdad llegará también al arbitraje y sugiere que «quizás con más campañas o más publicidad se animaría más gente».
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Clara Abril Iglesias En su Quinta temporada como árbitra auxiliar de fútbol
«Siempre debe haber un respeto absoluto, pero más cuando somos menores de edad»
Clara Abril Iglesias (Valladolid, 2009) tiene 16 años y ya acumula cinco temporadas como árbitra auxiliar de fútbol. Ella luce con orgullo un brazalete que indica que es menor de edad. «Nos lo dieron la temporada pasada. Sirve para que la gente identifique que se está dirigiendo a una menor. El objetivo es concienciar a padres y jugadores de que siempre debe haber un respeto absoluto, pero más cuando somos menores de edad», dice.
Su vocación nació viendo un partido de su hermano que estaba siendo arbitrado por alguien muy joven. En aquel momento ella pensó que si él podía «yo también». Investigó con su padre, se apuntó a un curso de la Federación de Fútbol de Castilla y León y pronto estaba en un campo pitando su primer partido como linier. «Eran juveniles. Me sacaban varios años y experiencia. Fue un poco desastre, pero me gustó mucho y aprendí un montón», reconoce. Lo que más le gusta del arbitraje es la sensación de ser diferente. «Cuando digo que soy árbitra, lo digo con orgullo. Veo que la gente se interesa y me hace preguntas. Me encanta contar todo lo que significa mi trabajo», afirma. «Nunca he vivido ninguna situación de discriminación en el campo, pero si sé que a otras compañeras les ha ocurrido y me duele por ellas», prosigue.
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Disfruta especialmente de los entrenamientos y de los momentos compartidos con otros árbitros. «Las charlas, comentar las jugadas, reírnos juntos… eso me engancha mucho», afirma. También tiene claro lo que cambiaría si pudiera. «Falta empatía. Todos nos equivocamos y a veces el público lo olvida. Ojalá la gente se pusiese más en nuestro lugar», dice esta estudiante de Primero de Bachillerato que cada fin de semana compagina los libros con los partidos. «Creo que, si se trabaja de verdad, se puede llegar a tener igualdad. Pero para ello hay que dar más oportunidades a las chicas», concluye.
Nerea Gómez Diez Árbitra de Fútbol Sala, acaba de arrancar su novena temporada
«El fútbol sala es mi vida»
Nerea Gómez Diez (Valladolid, 1999) lleva nueve temporadas en el arbitraje de fútbol sala. Empezó en este mundo cuando una prima la invitó a apuntarse con ella al curso de árbitras. «Entramos juntas, aunque ella lo dejó al año. Yo seguí porque me enganchó el ambiente y, sobre todo, los compañeros. Ahora, mi vida gira en torno al fútbol sala: mis amigos, mis planes… todo», comenta.
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Para ella, lo más valioso de este mundo son los vínculos personales. «He vivido torneos de verano, viajes, risas, anécdotas… Esas experiencias compartidas fuera del campo son las que me han hecho seguir tantos años», afirma esta joven, que compagina el arbitraje con su trabajo en una agencia de Marketing. Aunque ella nunca ha vivido ninguna experiencia negativa, sí reconoce que en este ámbito «a las mujeres se nos juzga más por el físico que a los hombres. Se habla demasiado de la apariencia, cuando lo que importa es el trabajo dentro del campo». En su opinión, todavía queda camino para alcanzar una verdadera igualdad. «Falta concienciación. Este es un deporte en el que no deberían existir géneros. Ni hombre ni mujer. Los árbitros y árbitras, todos somos iguales», añade. Sus mayores apoyos los encuentra en su familia, sus amigos y en sus compañeros de arbitraje. «Si una niña me preguntase si merece la pena, yo le diría que sí sin dudarlo. En el arbitraje hay gente maravillosa y un mundo que engancha. Están abiertas las plazas, que no deje de apuntarse», aconseja.
Carla Ruiz Rodríguez Esta es su quinta temporada como árbitra auxiliar de fútbol
«Nunca pensé que me iba a enganchar tanto»
Carla Ruiz Rodríguez, (Medina del Campo, 2007) empezó en el arbitraje casi de casualidad. Jugaba al fútbol con sus amigos y, medio en bromas, se apuntó a la formación. «Pensé que no me iban a coger, pero en septiembre me llegó un correo y empecé. Lo hice como una apuesta con amigos, y al final se convirtió en algo muy serio para mí», cuenta. Hoy, con cuatro temporadas a sus espaldas, reconoce que el arbitraje la ha cambiado. «Nunca pensé que me iba a enganchar tanto. Me ha hecho más constante, más responsable. Antes me parecía imposible madrugar los fines de semana, y ahora es parte de mi vida», dice esta estudiante de un Grado Medio de Gestión y Administración.
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De su primer partido recuerda sobre todo los nervios. «Estaba muerta de miedo, pero también tenía mucha ilusión. Lo disfruté muchísimo», subraya. En el campo ha sentido en ocasiones que debía demostrar más que sus compañeros hombres. «Hay gente que cree que tienes menos validez solo por ser mujer. Y eso se nota», dice y por eso pide más visibilidad para las árbitras y más formación, «nos vendría bien a todos, porque este trabajo también se vive con mucha presión».
Para ella, lo mejor son los partidos compartidos con sus compañeros. «Cuando voy de asistente, disfruto muchísimo. Nos reímos, aprendemos unos de otros… es muy especial» y como consejo para aquellas niñas que duden si dar el paso, ella las anima a «que lo intenten, porque van a descubrir un reto precioso y van a disfrutar mucho».
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Ejemplo de los valores positivos
Team Deporte sin violencia es una iniciativa social de El Norte de Castilla y la Fundación Castilla y León que busca mejorar la convivencia en el mundo del deporte infantil y juvenil. Para ello impulsa y destaca historias que son ejemplo de valores como el respeto, la tolerancia y el rechazo a cualquier forma de violencia física o verbal.
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