Primout, un paraíso abandonado

Perdido entre las montañas de la Sierra leonesa de Gistredo, este municipio lucha por recobrar la vida en la época estival

Juan J. López

Valladolid

Lunes, 12 de abril 2021, 18:02

Perdido entre las montañas de la Sierra leonesa de Gistredo, este municipio lucha por recobrar la vida en la época estival

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Primout, perdido y despoblado entre las montañas del Alto Sil, este pueblo berciano se ha convertido en lugar de peregrinaje para senderistas y turistas que siguen los versos y abedules del poeta Ángel González. González, de origen asturiano e inspirado por Neruda entre otros, recitó a este pueblo «donde cuenta la leyenda que nunca entrou el sol, y una vez que entrou a todos pasmou.

En la actualidad, este municipio de Páramo del Sil lucha por recobrar la vida, después de su abandono completo en 1978 y tras la ocupación ilegal que vivió a principios de los noventa. Con la llegada del verano, muchas son las familias que aprovechan las vacaciones estivales para llenar de nuevo de vida Primout, una villa a la que solo se puede llegar por una pista forestal desde Páramo.

«Hace años, los vecinos de Primout llegaban a completar este camino -de varios kilómetros y un desnivel considerable- para ir a trabajar a la mina», coinciden varios vecinos de Páramos del Sil, quienes recuerdan una época pasada, marcada por la minería en toda la comarca.

Con la caída de esta, esta zona berciana lucha por redirigir su actividad hacia sectores como el turismo o la producción artesanal. Precisamente, Primout -aunque desconocido para gran parte de los visitantes- puede ser un destino apetecible, como un paraíso perdido entre las montañas en las que solo el sonido del río Primout, que otorga su nombre al municipio, interrumpe los pensamientos del viajero.

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Existen dos fechas en las que la localidad aumenta de forma considerable sus visitantes, una, es el último domingo del invierno, momento en el que el pueblo acoge la carrera por montaña Alto Sil, de prestigio internacional; y otra en la fiesta de San Miguel, a finales de septiembre, cuando las propias familias del pueblo, así como las de otros de la comarca, se acercan a orillas del río, que baña las verdes lomas que lo protegen, para comer y disfrutar con la música como protagonista.

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