Azafrán, más que un colorante

Es una especie que nos acompaña desde hace miles de años y que su nombre puede derivar de la palabra árabe «asfar» que significa amarillo. Existen menciones del azafrán en la Biblia. En la antigüedad se ha usado como elemento de embalsamamiento, como colorante y como tributo. Como cualquier otra especie, su consumo es muy bajo en la dieta, por tanto, el aporte nutricional a nuestra ingesta habitual es bajo. No obstante, tiene una serie de propiedades nutricionales, en primer lugar, es un producto con poca hidratación, llegando escasamente al 11% de su contenido en agua.

El aporte calórico del azafrán por 100 gramos es alto, 345 calorías, lo que sucede que su consumo en una dieta normal suele ser de 0,25 gramos. El aporte calórico proviene fundamentalmente de los hidratos de carbono, mas de 60 gramos, seguido de las proteínas (11 gramos) y de las grasas (6 gramos). Entre los micronutrientes que aporta se encuentran el hierro, potasio y fósforo. Otro compuesto importante es el carotenoide dimetil-crocetín.

Por último, es necesario recordar que en ocasiones no utilizamos directamente el azafrán en nuestra dieta, como puede ser al realizar una paella, y utilizamos un colorante alimentario llamado «falso azafrán», que es la tartracina, un colorante artificial de la familia de los colorantes azoicos. Se presenta en forma de polvo y es soluble en agua. Por tanto este condimento además de dar color a nuestras comidas, puede aportar interesantes nutrientes en nuestra dieta.