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Majuelo de cepas viejas de tempranillo que Doroteo Rodero cultivó durante toda su vida. El NOrte
Pago de los Capellanes celebra su 25 aniversario con un vino dedicado al abuelo de la familia, Doroteo Rodero

Pago de los Capellanes celebra su 25 aniversario con un vino dedicado al abuelo de la familia, Doroteo Rodero

Se trata de una edición especial numerada, procedente de viñas viejas de tempranillo de esta bodega ribereña de Pedrosa de Duero

El Norte

Valladolid

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Miércoles, 7 de abril 2021, 17:53

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La bodega Pago de los Capellanes de Pedrosa de Duero, en plena Ribera del Duero burgalesa, conmemora su 25 Aniversario con un homenaje a sus orígenes a través de la elaboración de un nuevo vino: Doroteo. Se trata de una edición especial numerada, procedente de viñas viejas de tempranillo situadas en una de las zonas más queridas por la familia. Un reconocimiento al abuelo de la familia, Doroteo Rodero, y al saber hacer de los viticultores de antaño que trabajaron de manera heroica en el campo para mantener el cultivo de la vid en momentos difíciles. Cuidando sin descanso ese vínculo y conexión con la tierra y transmitiendo la pasión por el viñedo que hoy se sigue defendiendo por la familia Rodero Villa.

«Para nosotros celebrar nuestro 25 Aniversario a través de un homenaje al origen era importante, Doroteo es más que un vino. Es una manera de poner en valor el origen y la singularidad de Ribera del Duero, de ahí que sea una edición especial muy limitada» afirma Estefanía Rodero Villa, directora general de la bodega Pago de los Capellanes.

Durante décadas, el abuelo de la familia Rodero-Villa, cultivó con tesón pequeños majuelos en la pequeña localidad de Pedrosa de Duero. Precisamente este vino, que lleva su nombre, Doroteo, nace de las cepas viejas de tinto fino que él mismo cultivó durante toda su vida.

«La familia es donde comienza todo para nosotros. El abuelo Doroteo fue quién nos transmitió esa pasión por el campo y el vino. Nuestros orígenes están vinculados a un pequeño viñedo de tempranillo situado en el paraje de Los Capellanes, en Ribera del Duero. En él, mi abuelo nos enseñó a cultivar la tierra, arando surco a surco con un macho, ya que la vid proporcionaba el sustento de la familia. Mi padre recuerda con cariño como sarmentaba tras mi abuelo mientras él podaba. Durante generaciones hemos trabajado como guardianes de nuestro entorno elaborando vinos que hablan de paisaje, historia y tradición», afirma Estefanía Rodero Villa, directora general de la bodega.

Se han elaborado 5.450 botellas de Doroteo, una edición especial numerada, procedente de viñas viejas de tempranillo con rendimientos muy bajos, situadas en una de las zonas más singulares de Ribera del Duero con suelos franco-arcillosos, cubiertos de gravas, muy pobres y con baja productividad. Concretamente de las pequeñas parcelas donde comenzó la historia de vitivinícola de la familia, una historia que inició su propio camino hace 25 años con la elaboración del primer vino de la bodega.

«Comenzamos a elaborar el fruto de nuestras viñas paso a paso, nuestro objetivo era el de obtener el mejor vino que nuestro privilegiado suelo nos pudiera dar. Han sido 25 años de esfuerzo, ilusión, creación, y también de aprendizaje al superar los obstáculos que se van interponiendo en el camino, sin los cuales no conseguiríamos avanzar», asegura Paco Rodero, fundador de la bodega.

Doroteo se elabora de manera artesanal desde el campo. Tras la vendimia a mano, en la fermentación se utilizan levaduras autóctonas con el objetivo de conservar la tipicidad de su origen. Tiene una crianza de 36 meses en barricas de roble francés y al menos otros 24 meses más en botella.

El largo periodo de crianza se traduce en un vino elegante y potente a la vez, un exponente de clasicismo. Es maduro y fresco, paradoja que sólo resuelven los viñedos más antiguos y bien cuidados, y de larga guarda. sal al mercado con un precio recomendado de 60 euros.

Arriba, Paco Rodero en un antiguo carro con su abuelo Dorote. Abajo, sala de barricas de la vanguardista bodega Pago de los Capellanes.
Imagen principal - Arriba, Paco Rodero en un antiguo carro con su abuelo Dorote. Abajo, sala de barricas de la vanguardista bodega Pago de los Capellanes.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Paco Rodero en un antiguo carro con su abuelo Dorote. Abajo, sala de barricas de la vanguardista bodega Pago de los Capellanes.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Paco Rodero en un antiguo carro con su abuelo Dorote. Abajo, sala de barricas de la vanguardista bodega Pago de los Capellanes.

Desde hace 25 años en la bodega de Pago de los Capellanes se elaboran vinos de manera honesta, poniendo en valor el origen, el paisaje, y defendiendo el legado recibido de sus antepasados, del abuelo Doroteo, que trabajaba para conservar los majuelos heredados de su familia, un pequeño pago de tempranillo que siglos atrás (XIII- S.XIV) perteneció a los Capellanes de Pedrosa de Duero (Burgos).

Con el objetivo de continuar su legado y seguir trabajando la tierra para preservarla, su hijo Paco Rodero junto con su esposa Conchita Villa, rescataron el viñedo familiar ampliando el trabajo a parcelas cercanas y recuperaron cepas antiguas que habían sido olvidadas.

El matrimonio Rodero Villa fue uno de los primeros viticultores de la DO Ribera del Duero durante más de una década, pero no fue hasta 1996 cuando decidieron comenzar un proyecto vinícola propio que pusiera en valor ese trabajo de conservación de la tierra y la memoria histórica de la zona fundando su propia bodega, Pago de los Capellanes.

De la Ribera del Duero a Valdeorras, en Galicia

En 2014 trasladaron su compromiso con la tradición, el entorno y la historia a Valdeorras (Galicia), creando la bodega O Luar Do Sil, en la que elaboran vinos procedentes de pequeñas parcelas situadas alrededor de Seadur (Orense), plantadas de la variedad godello.

Durante los últimos años han apostado por la recuperación del viñedo en altura en las laderas de Fuentenebro, en la provincia de Burgos, parcelas a más de 1.000 metros de altitud batidas por vientos cortantes y compuestas por una gran variedad mineral que darán lugar a un vino que verá la luz muy pronto.

Como filosofía, el vino nace en el campo y hay que respetar su esencia, interviniendo lo mínimo e imprescindible para lograr la máxima expresión de cada uva, tempranillo y godello, actualmente las variedades que protagonizan sus vinos que se caracterizan por ser complejos, expresión fiel de su origen y de larga guarda.

Defensores de las cosas bien hechas. Sin prisa, pero sin pausa, de manera constante, haciendo camino al andar. Eso sí, cada paso que dan es con la misma ilusión y entrega que la transmitida por sus antepasados, poniendo en valor el origen, la conexión con la tierra, el saber tradicional y el tiempo.

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