Caracoles guisados, un manjar para sus incondicionales

En Francia, Italia o Grecia se cocinan a menudo acompañados de ajo, salsas o como ingrediente protagonista en los platos de pasta. Aunque, el mayor número de recetas se encuentran en los Estados Unidos, donde las personas crean variedad de platos con el caracol. Muchas de ellas son versiones de lo que se cuece en estos otros países. Y es que, según los algunos expertos, los caracoles llegaron al resto de países desde Estados Unidos en la década de 1850. En cualquier caso, el mayor problema a la hora de cocinar los caracoles es su origen y la naturaleza de este suculento manjar obliga a los chefs a limpiar, tratar y cocinar correctamente los caracoles para su consumo óptimo. 

Los caracoles son uno de los platos favoritos de Sonia G. Velasco. Se planta frente a ellos en la cocina con una receta aprendida de su madre y que ha degustado desde pequeña. «Siempre me han gustado mucho los caracoles y he tenido la curiosidad por aprender a cocinarlos. Con la recete familar en mano, me puse manos a la obra y ya llevo varias caracoladas», explica.

Aprovecha especialmente los veranos para organizar comidas en una finca merendero familiar a las afueras de Aranda de Duero. La última ocasión, el pasado fin de semana. «Es tradición que cada verano hagamos por lo menos una comida a base de caracoles, los pido a un vivero que garantiza su calidad y luego la limpieza es mucho más fácil también», insiste.

En esta línea, Sonia detalla que su elaboración es laboriosa, pero que el resultado merece la pena, siempre que sea del gusto de los comensales, «tienes que asegurarte antes de que tus invitados sean 'caracoleros', si hay alguna excepción, hay que buscar un plan B para ellos». En lo que se refiere a los pasos en los fogones, a grandes rasgos, la cocinera da las pequeñas pinceladas para triunfar. «Hemos cocido los caracoles durante una hora con sal, hueso de jamón, laurel y orégano. Tras cocerlos, los hemos guisado con panceta, jamón, chorizo, huevo cocido y un majado de ajo, perejil y sal, durante dos horas a fuego lento».

Estos son algunos de los secretos de un buen guiso de caracoles. Luego, cada chef puede matizar e innovar, para ajustarse a los gustos propios o de sus comensales. ¿Os atrevéis?