Aurora Cano, dramaturga
«Da igual si es el patriarcado o el poliamor, siempre parece que nos enamoramos mal»Dirige la Compañía Nacional de Teatro de México, que este viernes abre Olmedo Clásico con 'Los empeños de una casa', de Sor Juana Inés de la Cruz
Arranca la XIX edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Olmedo, con varios de los ingredientes recurrentes que encontraremos a lo largo de estos ... diez días hasta el 27 de julio. Habrá, pues, humor, amor, enredos, poesía y, por supuesto mucho, mucho Siglo de Oro. Pero también este pistoletazo de salida es singular, con una versión libérrima de 'Los empeños de una casa' de Sor Juana Inés de la Cruz a cargo de la Compañía Nacional de Teatro de México, que introduce un barniz de metateatro y, sobre todo, una ácida visión de lo que significa estar enamorado.
«Partimos del desastre que ha sido el amor para la humanidad, da igual si es el patriarcado o el poliamor, siempre parece que nos enamoramos mal», ríe Aurora Cano, libretista responsable de la adaptación dramatúrgica y directora de la obra. «Tenemos la historia barroca, de capa y espada, pero también la historia completa en un elemento parateatral, donde el propio desgaste amoroso de Sor Juana Inés convive con la creación de su primera comedia».
Y es que 'Los empeños de una casa' narra una embrollada historia de enredos entre dos hermanos que, con argucias de chacal, tratan de emparejarse con respectivos amores mientras que nuevos personajes contribuyen a la confusión humorística hasta la, para algunos, feliz conclusión. Pero la obra, a su vez, convive con el propio desamor de su autora, Sor Juana Inés, quien según los expertos en su obra escribió este trabajo para conmemorar el nacimiento del hijo de su amor... la virreina María Luisa de Lara y Gonzaga, 'Lysi': «Consideramos que es una comedia dentro de otra, donde la nuestra tiene un humor más negro, más delirante y en un tono más exacerbado», desgrana Cano. «Hay una diferenciación tonal entre ambas, si bien es sutil».
«Sor Juana Inés fue una erudita particular, que en mi opinión personal se encierra en el convento no movida por la fe, como pudiera haberle ocurrido a Santa Teresa de Jesús, sino para refugiarse en la biblioteca o en los estudios antes que enfrentar una vida de mujer casada». En esta tesitura, descubre Cano alguno de los logros más indiscutibles de esta autora, ferviente admiradora y émula de Calderón de la Barca: «Escribe de forma mundana pero su comprensión del caos es notable, y aventaja a todos sus contemporáneos en el conocimiento de la psicología femenina».
Esta visión amplia del mundo consiguió que sor Juana Inés lograra ir a lo más profundos de las experiencias humanas y, por lógica (o por emoción), llegase a convertirse en un clásico: «Tuvo la agudeza de plasmar la vivencia del amor con una estructura compleja del lenguaje y traspasando su tiempo y su mundo, con una pertinencia y una vigencia grande».
Escenografía y sonido
A pesar de la comedia que empapa toda esta libre versión de 'Los empeños de una casa', Cano identifica que la obra se escribió en un estado de «dolor, resentimiento, tristeza y desesperación». Sentimientos también universales pero que se imbrican, a su juicio, en la identidad mexicana a través de sus manifestaciones culturales más representativas: los boleros.
«Hoy lo participativo se diría algo propio del teatro más conceptual y moderno, pero tradicionalmente era así»
Aurora Cano
«Son parte de nuestra educación sentimental», asegura. Por ello, en la obra hay piezas de clásicos como Armando Manzanero y otros artistas de América Latina, «que plasman con gran elegancia en el lenguaje la exaltación de todos estos ánimos»
Pero Aurora Cano se considera «obsesiva», en sus palabras, y la misma atención que pone al diseño sonoro se la dedica a la escenografía y a la puesta en escena. «Me importa la concordancia simbólica y el porqué de las cosas dispuestas de tal manera para la historia». Así, la representación que abrirá esta edición de Olmedo Clásico irá paralela a esa búsqueda explícita de las cualidades del amor, con una escenografía más simbólica que realista que atrapa a sus autores en una luna circular, «como un estado del alma donde todo ocurre de manera compleja, difícil y fragmentaria».
Tras su paso por los Teatros del Canal y festivales como los de Alcalá o Huelva, la Compañía Nacional de Teatro Clásico de México despide aquí su gira por España de esta versión. Y lo hace con una última vocación; «la de intentar regresar a la representación del teatro como fiesta, algo típico del Barroco». Por ello, y para honrar la tradición, la obra incorporará momentos de karaoke y apelaciones al público, para que intervenga y cante con el elenco: «Hoy lo participativo se diría algo propio del teatro más conceptual y moderno, pero tradicionalmente era así», concluye.
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