Martín Luna saluda, con un dos y un cinco, a las puertas de la sede de la AECC. Rubén Fraile

Martín Luna: cómo soplar 25 velas de cumpleaños sin dejar de reír

El humorista Martín Luna reúne a músicos y cómicos de Valladolid para celebrar, con una gala benéfica en el Teatro Zorrilla, un cuarto de siglo en los escenarios

Víctor Vela

Valladolid

Lunes, 20 de marzo 2023, 00:38

No es fácil soplar las velas de un cumpleaños cuando uno se ríe a carcajada limpia. Pruebe, pruebe a hacerlo. Reír y soplar al mismo ... tiempo. Complicado, ¿eh? Lo intentará Martín Luna este miércoles, 22 de marzo, en el Teatro Zorrilla.

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El humorista vallisoletano celebrará allí sus 25 años detrás del micrófono y lo hará con una fiesta de aniversario a la que ha invitado a amigos que cantarán, bailarán, reirán y le tirarán de las orejas. Ojo al equipo: Jesús Cifuentes, Las Valquirias, Redry, Raúl Olivar, J. J. Vaquero, Sergio Encinas, Fetén Fetén. Y por si fuera poco: Patri de la Fuente, Sendino, David Raio, Álvaro Arribas, Tiki, Gele Rodrigo, Happening, Isra Martín, Rafa Chail, Diego Martín… «Es un gustazo cumplir años así», dice Martín Luna, que ha bautizado la velada como 'Lo mejor de lo peor', que ya ha vendido todas las entradas y que destinará el dinero recaudado a la Asociación Española Contra el Cáncer. Aunque ya no haya butacas libres, se pueden hacer todavía aportaciones solidarias a través de bizum para la AECC, en el 06101 (el mismo número de la marcha solidaria contra el cáncer).

El contador para alcanzar estos 25 años comenzó en 1998, cuando el humorista trabajaba como camarero en Camaleón (local de la calle Macías Picavea). Entre caña y cubata, servía chascarrillos. «Yo venía de hacer un curso de expresión oral y le pregunté al jefe: '¿Me dejas hacer algo divertido en el bar?' Le dejó. Y Jaime Arroyo (su verdadero nombre) salió de la barra, se convirtió en Martín Luna, cogió un micrófono y se puso a contar historias curiosas, a cantar sus canciones, compartir reflexioneos, interactuar con el público. Aquello gustó. Se corrió la voz. Le llamaron de otros bares (como Tío Molonio) y encadenó una actuación detrás de otra.

Antes de este nacimiento artístico, ya había sido 'agitador' cultural allí donde le habían dejado. «En el colegio San José estaba metido en todos los saraos, el coro, la orquesta, las galas de fin de curso. Ycuando pedían voluntario para presentar, ahí estaba yo», rememora.

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«No soy un monologuista clásico. De hecho, cuando empecé, aquí en España ni siquiera existía 'El club de la comedia'. Mi objetivo es que la gente se lo pase bien». Por eso, dice, una de sus principales señas de identidad es la interacción con el público y los «espectáculos a la carta», con bromas ideadas para la ocasión en función de donde actúe. «Desde eventos de empresa a bodas o cumpleaños. Es un regalo inesperado y quien lo recibe se suele sorprender cuando escucha momentos de su vida convertidos en humor».

Porque la risa es un ingrediente fundamental en la vida. «Tomarse las cosas con humor es una de las mejores terapias, de lo más sano que hay. Y de todo, hasta de lo más trágico, puedes extraer algo divertido. Hoy, mientras estás sufriendo o pasándolo mal, no. Pero siempre puedes pensar:'Jo, me ha pasado esto. Ya verás dentro de un tiempo cómo nos reiremos con ello'».

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Y eso que a veces la sonrisa se puede congelar. «En el escenario, hago lo que me da la gana, siempre sin violencia y con buen humor», cuenta Martín Luna. Y eso que a veces hay que morderse la lengua con un chiste. «La gente tiene la piel cada vez más fina. Haces una broma y, sin quererlo, puedes molestar a siete colectivos. Aunque mi humor nunca ha sido muy transgresor, sino más bien cómplice con el espectador», dice Luna, quien organiza sus espectáculo con la meticulosidad de una Marie Kondo previa a su crisis existencial. «Yo también piso a diario piezas de Lego y aquí sigo, al pie del cañón», dice un humorista que, además, se reconoce maniático del orden.

«Soy ese tipo que, en los conmutadores, tiene que dejar todos los interruptores de la luz en la misma dirección». Pero el orden puede saltar por los aires en esta fiesta de aniversario, con tantos amigos juntos en el escenario. «Ese día me gustaría bajar con una sensación de agradecimiento. Es una noche para dar la gracias por todo el cariño». Y, aunque sea complicado, habrá que soplar las 25 velas mientras la boca se abre en una carcajada.

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