Guillermo Hernández elige a los románticos para su disco debut
El pianista vallisoletano de 13 años presenta este miércoles en el Calderón su grabación de obras de Liszt, Schumann y Chopin
«Me considero un pianista del siglo XIX», dice a sus 13 años. Guillermo Hernández se refiere al repertorio que más le emociona. Mientras termina ... 3º de la ESO, ensaya las obras que interpretará mañana en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón, donde presentará su primer disco, 'Piano romántico'.
«Las obras románticas tienen un significado completo, aunque los tres compositores elegidos –Liszt, Schumann y Chopin– tienen obras muy contrastadas, hay un cierta relación, un mensaje profundo difícil de interpretar psicológicamente, pero a la vez es una música muy atractiva y brillante en sus parámetros virtuosísticos. En el caso de Liszt, es un alarde de técnica. En Chopin y Schumann cada nota tiene un significado más pesado», dice Hernández, que disfruta tocando en público pero le interesaba grabar «un recuerdo de mi primera etapa musical con el repertorio en el que mejor me desenvuelvo y con el que más me identifico». A los ocho años descubrió 'La campanella' de Liszt y el hechizo llega hasta hoy. Para el disco ha elegido 'Rapsodia española' que «utiliza elementos folclóricos españoles y suele gustar mucho».
Lo comprobó recientemente en el Concurso Internacional de Piano de Estepona que ganó. «En la primera fase interpreté el segundo y tercer movimiento de la 'Sonata nª 26, Los Adioses', de Beethoven, y un estudio de Rachmaninov. En la segunda eran 20 minutos libres y toqué de la suite 'Iberia', de Albéniz, 'Puerto' y la rapsodia de Liszt». Después de un invierno sin poder salir por las restricciones de la pandemia, Hernández celebró «tocar de nuevo ante el público. Fue un respiro, el ambiente, muy agradable y la gente estupenda. Además estar cerca del mar siempre es relajante». Con el estudio de Rachmaninov comenzará la presentación del disco mañana. «Es corto y brillante, bueno para una bienvenida».
El disco continua con el 'Carnaval', de Schumann, el esbozo de los personajes de la comedia del arte relacionados a través de una raíz de cuatro notas. «Los Davidsbundler era una especie de club imaginario que fundó Schumann, que incluía a Liszt, Chopin e incluso Beethoven, con el fin de combatir a los 'philistinnes' gente muy simple que él consideraba 'enemigos del arte», explica el libreto del disco.
Y completa el cd 'Fantasía', de Chopin, «obra que muestra dramáticamente todas las facetas del compositor, desde partes reflexivas y llenas de paz interior hasta pasajes virtuosos». Guillermo apunta que «mis vivencias me han enseñado que lo más complejo a la hora de abordar la música de Chopin no es la técnica (que ya es elaborada de por sí) sino la madurez».
Su primera experiencia en el estudio de grabación le dejó «fatigado». «Estaba muy comprometido pues mi profesor, Andrey Yaroshinsky, dejó de dar clase dos días por acompañarme, y también estaba pendiente el productor. Estuvimos unas doce horas en varias sesiones. Repetir tanto me ayudó a tener un conocimiento aún más profundo de las obras y estoy muy contento con el resultado. Espero que dentro de una década, cuando sea un pianista consumado, mirar este trabajo y sonreír».
Mañana se reencuentra con el público vallisoletano. «La música tiene un fin y es que el artista la comparta, esa expresión cobra significado cuando llega a alguien», afirma.
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