Conciertos en Valladolid

El mar como fuente de inspiración

La compositora irlandesa Ina Boyle, fue una de las más importantes en su país en la primera mitad del siglo pasado. Su obra 'A Sea Poem', estreno en España, se aleja de las vanguardias con algunas interesantes incursiones ambiguas, aunque con cierta reiteración. La orquesta respondió muy bien a esta obra que rebosa romanticismo.

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Al violonchelista Jean-Guihen Queyras, le correspondió el concierto de Dutilleux, una obra de difícil ejecución debido a los extremos por los que el autor transita en un recorrido en cinco movimientos, inspirados en 'Las flores del mal' de Baudelaire. Ya en el primer tiempo; 'Enigma' el solista tiene que acometer un amplio pasaje, melancólico y sensual, sin el respaldo de la orquesta. En el segundo demostró su calidad en los endiablados pasajes en el registro agudo. Después de la sutileza del contrapunto del cuarto tiempo, el solista atacó con fuerza y expresó con soltura la agitación del tiempo final. Armónicos, dobles cuerdas y otras dificultades fueron vertidas con sensibilidad y sobrados recursos técnicos. Los aplausos propiciaron la propina; la «zarabanda» de la suite nº 4 de Bach.

Wagner abrió la segunda parte, con 'La entrada de los Dioses en el Valhalla', según el arreglo de Hermann Zumpe, extraído de la 'Tetralogía'. Aquí los metales fueron los protagonistas.

Y para finalizar, 'El Mar' de Debussy, el plato fuerte del menú marino. Es una obra original que siempre suena diferente. Es posible que el autor, sin pretenderlo, haya plasmado ese movimiento continuo. La obra rezuma lirismo y amor a la naturaleza. Sus tres tiempos, que por momentos destruyen la forma, sonaron con la fluidez que transmiten sus audaces armonías y una tímbrica insólita. Todo un catálogo de novedades que Fischer, con la facilidad que le caracteriza, transmitió a través de unos músicos que dieron la medida a que nos tienen acostumbrados.