Del caos al éxtasis
Hubo incertidumbre y atisbos de cromatismos en el concierto de la OSCyL, hallando pronto acomodo en la tonalidad. Fue el aperitivo para un auditorio lleno a rebosar en el Miguel Delibes
Thierry Fischer, decidió comenzar la temporada, partiendo del 'Caos', una especie de obertura que Haydn compuso para 'La creación'. Nuestro director, sabe bien que es ... un caos al que se le pone orden con la fértil personalidad del autor. Hay incertidumbre y atisbos de cromatismos, que pronto hallan acomodo en la tonalidad. Fue el aperitivo para un auditorio lleno a rebosar.
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OSCYL Concierto de abono nº 1
Director: Thierry Fischer.Obras de Haydn, Beethoven y Berlioz.Auditorio Miguel Delibes jueves 5 de Octubre
Beethoven sorprende desde su primera sinfonía comenzando con la dominante que repite varias veces hasta instalarse en la tónica. Fischer dejó con flexibilidad que la música fluyera serena. El andante fue un bálsamo en el que la cuerda lució afinada. En el 'minueto', Beethoven demuestra que cambiará el viejo aire por el 'scherzo'. La orquesta con soltura hizo brillar la originalidad de este tiempo, marcado continuamente por la síncopa.
La 'sinfonía fantástica' de Berlioz supuso el contraste con el clasicismo inicial. Fischer condujo la orquesta recordando los buenos momentos de la pasada temporada. No son pocos los que comparan esta sinfonía como un adelanto psicodélico, dado el estado alucinatorio en que el propio Berlioz afirmó haberla compuesto. Lo que es seguro es que inauguró lo que después sería el poema sinfónico, ya que esta descrita como «episodios de la vida de un artista».
Después de un inicio meditativo la cuerda anunció las contradicciones con dos temas enfrentados. El vals del segundo tiempo, irrumpió con sutil transparencia en la cuerda tras los arpegios de las arpas. Las maderas admirables, pusieron contraste a un tiempo exquisito. El corno ingles se lució en el solo contestado a lo lejos. El «tutti» expresó el romanticismo exacerbado, hasta que la percusión y los metales tomaron el protagonismo en la «marcha hacia el suplicio». Es aquí donde Berlioz está 'inspirado' y la orquesta así lo transmitió con Fischer derrochando la energía necesaria para llegar hasta el 'aquelarre' final. El éxtasis estaba servido para cerrar un primer contacto con la orquesta que, como las obras, fue de menos a más.
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