El cuarteto Ribera y la belleza de lo incabado

Abrió el 'Cuarteto nº 68 en Re m.', (1803), último de Haydn e inconcluso adrede pues, en el epígrafe de sus dos únicos movimientos, puso el texto de un Lied que cita el adiós a la vida y al arte. Si el Andante (con su importante Si b.) tuvo leves asperezas, el Minuetto tuvo ya sello Ribera, fino y elegante trabajo que el autor exige, y marcar así todo el recital. Vino el 'Movimiento de Cuarteto en Do m., nº 12' (1820) de Schubert; en forma Sonata, no siguió o por cambio de idea o por quedar tan logrado, que solo avanzó 41 compases; el Allegro lo fue de verdad, hermoso canto del primer violín, el cello, dúo, tutti y sforzando, toda una gama de matices puestos en juego con gusto y precisión.

Otra pareja de movimientos dejaron Rajmáninov y Grieg en sus Cuartetos nº 1, op. 30 (1889-90) y nº 2 en Fa M. (1891). Preciosamente narrado el 'Romance' del ruso, romántico pleno con sus cromatismos; leve y brillante el 'Scherzo' con sus pizzicati, que cesó ahí como tarea de Conservatorio. Grieg aprovechó estilizadas danzas noruegas que, cuando intentó retomar en 1906 no pudo enlazar; despreocupados de carácter, se hicieron vivos, expresivos y dinámicos, redondeando otra sesión grata y exitosa, completada con vibrante versión de 'La muerte del Ángel', Tango 'nuevo' para recordar el centenario de Piazzolla.

Cuarteto Ribera: E. Moore e I. Artaraz, violines; J. Urtasun, viola; J. Creus, cello. Obras: Haydn, Schubert, Rajmáninov y Grieg. Lugar: Capilla del Colegio de S. Gregorio. Organiza: Museo Nacional de Escultura.