Ilyich Rivas, director venezolano.

«Ponerme al frente de una orquesta desde niño me liberó de complejos»

El director venezolano Ilyich Rivas, de 21 años, dirige esta semana a la Sinfónica de Castilla y León con un programa ruso

Victoria M. Niño

Miércoles, 19 de noviembre 2014, 20:16

Con una carga genética tan musical como la suya no le quedaba otra. En su árbol genealógico hay un bisabuelo, un abuelo y el padre, directores, y una abuela que también dirigía un coro de niños. Ilyich Rivas (Venezuela, 1993) comenzó a subirse al podio a la edad en que otros niños escalan sillas en pos del bote de caramelos. A sus 21 años se pone al frente de la Sinfónica de Castilla y León con un programa del Este: «Soy nacionalista de muchas tierras, esta semana intentaré ser ruso». A partir de las 20:00 h. en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid.

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Nació en Venezuela y mantiene «un fuerte vínculo» con su país, pero desde que cumplió un año vive en Estados Unidos. Allí hizo sus «estudios formales con el piano. Era una formalidad que me sirvió para darme cuenta de que la mejor formación está en el podio y en la literatura. Si uno se inmiscuye en el mundo del compositor, en lo que leía, escribía, si conoces el contexto de su obra, eso te permite estar seguro de lo que quieres transmitir a la orquesta». En cuanto a la dirección, «el hecho de ponerme al frente de orquestas desde niño me liberó de los complejos que suelen acompañar el encaramamiento del director. A veces posponerlo traumatiza».

La magia de la música «diluye la edad, podemos estar llenos de prejuicios, pero cuando un director imberbe es capaz de frasear, de construir una historia a través de una obra con la orquesta, su juventud es un beneficio. Hay una comunicación gestual, sonora, no verbal. El director debe, a través de ese lenguaje, energizar, consolidar, y eso es lo mágico. Entramos en un mundo en el que yo podría tener 20 años más y los músicos 20 menos». Más que de la edad «se trata de la química. Vengo de Australia, de una orquesta de una academia. A priori no parece el sitio más inspirador musicalmente, y sin embargo, al cabo del primer ensayo acabamos con lágrimas en los ojos. Esos momentos nunca sabes cuándo y por qué se dan».

Vuelve a Europa. «Creo que los ingleses han sido siempre comandantes de lo impecable, rápidos en llegar a la perfección técnica. Por su parte, los alemanes buscan la belleza y las gentes del sur, buscamos la felicidad. Vivo en una constante tricotomía, si puedo decirse, entre esos mundos, casa uno es artísticamente lucrativo a su manera».

Dolor de cabeza

La suma de esas tres variables se plasman hoy en un programa que comienza con «un scherzo de Dvorák, un pequeño baile, un cuento de hadas para distraer al público antes de la inevitable oscuridad del concierto de Shostakovich. Este concierto para chelo gira en torno a dos notas diseñadas para dar dolor de cabeza, un dolor bueno, necesario antes de la belleza excesiva, sobreabundante de Rachmaninov. Es un programa que celebra el dirigismo ruso».

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El joven maestro se siente en tiempo de rodaje aunque intuye que en dos o tres años deberá asumir una titularidad, «el trabajo constante con un mismo grupo es beneficioso». Apasionado de su trabajo, se define como «una esponja» y confiesa que no le gusta mirar «demasiado adelante, quiero hacer música al más alto nivel de mis posibilidades pero no quiero adelantar nada porque se me iría la vida muy rápidamente. Buscaré ser titular más adelante e imaginó que tengo un 99% de posibilidades de que eso ocurra en Europa». En el repertorio «tradicional» está centrado. «Busco herramientas en Beethoven, Brahms, Tchaikovsky, Bartók, Shostakovich. A partir de que domine esto, tendré que hacer mi rol, abrir puertas a compositores contemporáneos. He dirigido obras de Ginastera, Villa-Lobos, que ya son clásicos. Aún no puedo afrontar el repertorio de hoy».

Marchó pronto de Venezuela y no es fruto del Sistema de Abreu que celebra. «Ha significado el despertar del interés por la música. Mientras internacionalmente ha habido una crisis desde hace 15 años en sellos y orquestas, mientras hay canas en las salas, en mi país el público es joven. Es muy importante lo conseguido, aunque la formación se ha volcado en la práctica instrumental, en la creación de un repertorio. Ahora echo en falta una profundización en materias como la historia de la música, la literatura».

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