Valladolid
El vallisoletano que quiere convertir en libro su aventura entre Estambul y PekínRoberto Bedera realizó en dos meses la ruta de la Seda y busca publicar su diario de viaje mediante una campaña de micromecenazgo
Cubrir por tierra los 20.000 kilómetros de la Ruta de la Seda que separan Estambul de Pekín era uno de los anhelos desde que ... Roberto Bedera (Valladolid, 1962) contaba 15 años. La lectura de 'Los viajes de Marco Polo' y la fascinación por la odisea del mercader veneciano en el siglo XIII despertó en él una curiosidad aventurera que ha saciado hace ahora un año este informático vallisoletano jubilado y residente en La Cistérniga.
El 10 de abril de 2024 partió de la estación de autobuses de Valladolid junto a su amigo Ángel Fernández y el hijo de este, Daniel, rumbo a un vuelo en Madrid con destino a Estambul. Allí comenzaría la Ruta de la Seda hasta la capital china empleando medios terrestres: autocar, taxi, camellos, viejos trenes e incluso caminando en varias etapas. «La completé yo solo, porque mis acompañantes tuvieron que volver», explica Bedera.
«En muchos lugares se extrañaban de ver a un occidental por allí; casi no hablaban inglés, nos entendíamos con el traductor vocal de Google»
Casi dos meses después, el 3 de junio del pasado año, cumplió el propósito aventurero tras atravesar pueblos y ciudades, desiertos y montañas deTurkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán hasta alcanzar la región china de Xinjiang, habitada por la etnia uigur, bordear la meseta tibetana y seguir el itinerario prefijado que le condujo a la capital, Pekín. «En muchos lugares se extrañaban de ver a un occidental por allí; casi no hablaban inglés, nos entendíamos con el traductor vocal de Google», recuerda ahora con la distancia temporal de doce meses este viajero que ha cumplido 63 años.
Durante la expedición, cada noche, dependiendo del cansancio acumulado, volcaba en un post en Facebok experiencias vividas durante el día. Así llegó a llenar hasta cuatro cuadernos de viaje. A la vuelta, con motivo de su cumpleaños, su mujer y su hija le hicieron un regalo: habían reunido en un documento aquellos escritos acompañados de fotografías y le animaron a publicarlo en un libro. «Me puse con ello y ya tengo este diario de viaje previsto para dos volúmenes con el título 'Seda, polvo y estrellas. Un viaje por tierra desde Estambul a Beijing' y 'Bitácora', enriquecido con mapas e imágenes».
Bedera se ha embarcado en una campaña de micromecenazgo con el fin de recaudar 3.800 euros para imprimir el libro. «Es una forma de dar visibilidad a este proyecto; si no consigo apoyos, lo publicaría por mi cuenta solo para amigos, haría cien ejemplares en impresión digital para que lo tengan de recuerdo».
Reconocimiento facial en un museo
Por las páginas que ha escrito discurre todo un anecdotario en el que la dureza de algunas etapas da paso a otras en las que da cuenta de la extrañeza y fascinación por paisaje y paisanaje. «En la frontera con China, en mitad del desierto, me hicieron un escáner de cuerpo y cara y, quince días después, en un museo de una ciudad, una cámara me da el alto y me habla en perfecto castellano: 'usted puede pasar gratis porque tiene más de 60 años'».
Ciudades de adobe levantadas hace más de tres milenios en Turkmenistán, soportar 15 grados bajo cero en las montañas de Pamir, descenderlas y en menos de 24 horas sofocarse a 35 grados ... «únicamente tuvimos que renunciar a pasar por Irán, pues justo en los días que lo habíamos programado hubo ataques de Israel y era peligroso», recuerda el viajero vallisoletano, que ha visto cómo el contraste más brusco se produce al llegar a Pekín. «En ningún momento hemos sentido miedo ni sensación de riesgo, la gente era muy amable, intentaban hablar y hacerse selfis con nosotros».
Este de la Ruta de la Seda ha sido el séptimo viaje que Roberto Bedera hace a China. «La primera vez que viajé hace quince años los baños eran compartidos en los barrios, con letrinas comunitarias y trenes lentísimos; ahora nos pasan por encima en todo». Acaba de llegar de un viaje por Tailandia, Laos y Camboya, y el año pasado estuvo en la India. «Solemos hacer cuatro o cinco viajes al año y voy a preparar uno a Singapur y a Mongolia, un tramo yo solo, otro con mi familia». Entre tanto, espera ver en imprenta su odisea.
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