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Lleva toda una vida viendo, analizando, enseñando y escribiendo teatro. De esa trayectoria se destila el ensayo 'De lo dramático a lo postdramático' que esta tarde presenta su autor José Gabriel López Antuñano en la librería Margen de Valladolid, a las 19:00 h.
Esta es la segunda parte de un trabajo que estudia 'la escena del siglo XXI' a través de veinte directores internacionales. «Entre ellos figuran los españoles Calixto Bieito, Angélica Lidell e Ignacio García», apunta el teatrólogo. «Son directores postdramáticos que rompen con el canon habitual como Alain Platel, Tiago Rodrigues, Andreas Kriegenburg...». Esa cesura con el modo tradicional de entender el teatro tiene distintas tendencias que son las que analiza esta vez.
«Por un lado está el teatro postdramático autorreferencial, como el de Tiago Rodrigues, por otro el del cuerpo autosuficiente que prescinde de la palabra y se expresa con el cuerpo, un ejemplo es Lidell, y un tercero que utiliza canales expresivos que vienen del audiovisual y de la escenografía más que de los actores, casos de Kriegenburg y Christiane Jatahy».
¿Vamos hacia un teatro sin palabra? «A veces bajo la multiciplicidad de acciones que transcurren en escena subyace un texto en el que está todo escrito. Aveces se comunica a través de la danza del movimiento de los actores, el espacio sonoro es poderoso, pero todo ocurre dentro del marco teatral, de la escenografía que responde al lenguaje del siglo XXI en el que domina la cultura de la imagen», explica el profesor Antuñano.
¿Será teatro el que suceda sin palabra y sin actores? «Al final llegamos a la paradoja del siglo XXI en el que hay teatro sin palabra y sin actor. Ayer vi un espectáculo del colectivo El conde de Torrefiel, 'La luz de un lago', que plantea cuatro historias dentro del espacio escénico y en la cuarta apunta un hipotético escenario en 2036 y una ópera hecha con inteligencia artificial», continua el experto. «Romeo Castelucci lo plantea mucho en la ópera, utiliza el audiovisual y hay cantantes pero no son el eje de al representación, sino el espacio visual, con luz y sonido».
¿Se puede seguir llamando teatro? «En mi opinión, sí», afirma José Gabriel López Antuñano.
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