Al rescate histórico de La Armedilla

Los arqueólogos Consuelo Escribano y Roberto Losa han unido en un libro el pasado y el presente de los vestigios que aún mantienen las huellas de lo que fue el enclave, al hilo de unas indagaciones que ponen en crisis aspectos que la historiografía tradicional atribuía a este lugar, aclarando ideas del pasado de una construcción cuyas primeras referencias documentales se remontan a finales del siglo XI y comienzos del XII.

«El primer documento que se conserva en el Archivo Histórico Nacional refiere que el concejo de Cuéllar invita a los monjes cistercienses de Sacramenia a hacerse cargo del lugar, una cueva sacralizada donde supuestamente se había aparecido una imagen de la Virgen escondida de los moros y encontrada por pastores; por eso algunas fuentes mantenían la fundación del monasterio en el siglo XII, si bien nosotros pusimos en crisis esa teoría porque el hecho de que no hubiera documentación hasta el siglo XV era un claro testimonio de que los monjes del Císter de Sacramenia nunca llegaron a fundar nada ahí. El culto a la Virgen se mantiene, pero no hay un monasterio; la cueva se cristianiza, haciéndose cargo de ella un ermitaño del concejo de Cuéllar», refiere la historiadora.

En 'La Armedilla. Historia de un monasterio jerónimo' (Glyphos)los arqueólogos defienden que a principios del siglo XV Fernando de Antequera, futuro rey de Aragón, y antes señor de Peñafiel y Cuéllar, se enfrenta a un proceso de delimitación de ambas villas –«precisamente en la zona de La Armedilla»– conocido como el apeo de 1402, en el que invita a los monjes jerónimos de la Mejorada de Olmedo a hacerse cargo de esta antigua ermita. Y a partir de entonces, de forma ininterrumpida hasta las desamortizaciones de 1835, se produce un asentamiento monacal de la orden jerónima».

Defienden también los arqueólogos que durante toda la Edad Media La Armedilla se convirtió en un «interesante centro de peregrinación» en el que la orden jerónima levantó a lo largo del siglo XV un complejo monacal con un palacio asociado perteneciente a los duques de Alburquerque, al que se añadiría un siglo después una gran iglesia.

La publicación que han presentado en el Hotel AC Santa Ana (antiguo complejo del priorato jerónimo dependiente del monasterio de Prado) arroja luz sobre los orígenes de unas ruinas que la Asociación de Amigos de La Armedilla quiere transformar en un centro cultural de referencia del territorio. «Seguimos haciendo obras de conservación y vuelos con drones para levantar planos con un diagnóstico más aquilatado, pero también un trabajo de puesta en valor con visitas escolares, teatralizaciones, una app para conocer la zona, cuadernos didácticos, una fiesta recreacionista... todo lo hemos integrado en un plan integral de actuaciones enfocadas a propiciar un uso cultural a través de teatro, conciertos, talleres infantiles... Nuestra idea es que la zona pueda ser gestionada por alguien de alguna manera», apunta Consuelo Escribano.

El enclave es propiedad en un 90% del Ayuntamiento de Cogeces, con el que la asociación mantiene un protocolo de colaboración. Ahora, el libro que desentraña la historia de La Armedilla es un eslabón más en el empeño de dar futuro a las ruinas del monasterio y generar agitación cultural en torno al patrimonio.