La infancia pop en un pueblo zamorano de Jonathan Arribas

Montamarta y Palacios del Pan son los dos pueblos en los que transcurrió la infancia de Arribas y en esa geografía transcurren las correrías de Nico, el lázaro que utiliza para hablar de un mundo rural al borde del urbano que quiere narrar «sin nostalgia».

El escritor, que gestó esta primera novela gracias a una beca de la Fundación Antonio Gala, quiere sacudirse la lectura negativa que hacen de lo suyo los pobladores de los pueblos castellanos. «Parece que es difícil que ocurran cosas dignas de ser contadas en una demarcación geográfica pequeña, hay un autoconcepto negativo en los pueblos que apunta a que todo lo importante tiene que pasar lejos», nos decía en una entrevista publicada en enero, cuando Libros del Asteroide lanzó el libro. «Al principio creía que tenía que contar mucho para tener sustancia y en las sucesivas reescrituras fui quitando», confiesa.

Arribas siente el lenguaje como un «organismo vivo» con el que juega abriendo vasos comunicantes entre escritura y oralidad, por eso las transcripciones fonéticas del tractor Yondir, del cantante Maiquel Yacson o el estritdans. «Es una vía para que las palabras digan lo no dicho, para crear con ellas texturas distintas a las que no está acostumbrado el lector de literatura escrita desde un lugar más hegemónico».

Graduado en derecho en Salamanca, Jonathan Arribas descubrió su voz en Madrid. La distancia le ha permitido interesarse por su origen como fuente literaria y con ese magma prepara su siguiente novela.