Germán Delibes Caballero, junto a la estatua de su abuelo, en el Campo Grande. Aida Barrio

El Delibes familiar, contado por su nieto

Germán Delibes Caballero publica este miércoles 'El abuelo Delibes', un retrato inédito del escritor entre los suyos en el 105 aniversario de su nacimiento

Victoria M. Niño

Valladolid

Martes, 14 de octubre 2025, 15:29

Ni serio, ni huraño. Los nietos de Miguel Delibes recuerdan a un abuelo «peculiar y diferente». Así lo escribe Germán Delibes Caballero que añade de ... viva voz «cariñoso, más permisivo con nosotros que con sus hijos, cercano», con el que compartió los veranos en Sedano y los fines de semana tras las perdices. Lo que empezó siendo una remembranza para la familia se ha convertido en 'El abuelo Delibes' (Destino), un libro que llega a las librerías el miércoles y que invita al lector a ser un comensal más en esa mesa.

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Así descubrirá al Delibes dotado para el estoque; ventajista porque lo blandió contra una avispa y certero porque la asesinó sobre la tarta que fue su debilidad. «¡Dejad que se engolosine, coño!», les pidió a todos antes de ejecutar la maniobra que fue vitoreada por los nietos y lamentada por las reposteras. «No son solo mis anécdotas, sería pobre. Me entrevisté con mis primos y aportaron recuerdos, fotos y datos», dice Germán, maestro de profesión que lleva seis años hablando de 'Elotro Delibes' a los alumnos de primaria de Castilla y León.

Este Delibes inédito se muestra sobre todo en la residencia de verano en Sedano, donde concitaba a la familia. Delibes Caballero lo desvela a través del tenis, la caza, la bici, la relación con La Casona, el Premio Cervantes, los regalos o la correspondencia. Esos capítulos reúnen los tiempos felices que tienen su contrapeso en los capítulos de los enfados, la enfermedad o la ausencia.

El abuelo Delibes

  • Germán Delibes Caballero. Destino. 264 páginas. 18,90 euros. A la venta, el día 15.

«El libro no fue premeditado. Hace años poniendo orden en el trastero encontré unas cuartillas sobre una anécdota de un día de caza con mi abuelo. Y empecé a reescribirla. Aquello fue creciendo y quise hacer un texto que editaría para regalárselo a mis primos. Finalmente el regalo ha sido que Destino lo publicara», cuenta el segundo nieto del novelista.

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El deporte fue parte importante en la vida del escritor de «educación francesa» y un puente en el que encontrarse con su prole. 'El abuelo Delibes' comienza en la cancha de tenis. Especialidad, dobles, en la que el veterano elegía pareja con la que paliar sus debilidades; «la escasa potencia de sus golpes y la dificultad de llegar corriendo a las dejadas del contrario». Se presume pues a un tenista bueno en el saque y estratega del juego, «metódico y seguro, sin grandes alardes, que acababa impacientando al rival». La competición se diseñaba a la hora de comer y se jugaba a última hora de la tarde.

Las jornadas estivales de Delibes comenzaban con el paseo con los perros y seguían en su casita de madera, escribiendo de 10:30 a 14:30 h. «Estaba concentrado pero si pasábamos cerca siempre había una sonrisa o un gesto con la mano para nosotros», recuerda su nieto.

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La caza es el siguiente deporte que amalgamó a los Delibes. El escritor lo vivió con su padre y se lo transmitió a sus hijos. Hoy Germán nieto sale a cazar con su hijo Guillermo y este, a su vez, no pierde ocasión de salir con su abuelo Germán los fines de semana. «El problema de la caza entendida como lo hace el autor de 'Cinco horas con Mario' es que es una actividad tremendamente exigente», escribe Caballero. Implica salir al amanecer, sin importar la meteorología, y «llevar las piernas al límite en pos de las esquivas perdices». Visitas a otros campos de España, almuerzos, convivencia en sitios de escasa comodidad, pero sobre todo complicidad silenciosa en el campo y la «camaradería de la cuadrilla».

La última década de la vida del escritor estuvo marcada por el cáncer, que lo postró en casa y convirtió las retransmisiones televisivas de las grandes vueltas ciclistas en uno de sus pasatiempos favoritos, coca-cola light en mano. La bici es en cualquier pueblo el medio de locomoción indispensable. Los nietos fueron ganándosela y con ella, la posibilidad de ampliar mundo. Por un lado veían con su abuelo las gestas de Indurian y luego Contador. Por otro, se probaron en hazañas grupales como el camino de Santiago o después la clásica Max.

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Los Reyes, a la puerta

1998 fue el año de 'el cambio' en la historia de esta familia que giraba en torno al escritor y la presencia de la abuela ausente, Ángeles. Miguel Delibes publica 'El hereje', novela histórica, un hito en su obra, y un exitoso canto de cisne que le valió el Premio Nacional de Literatura (1999). Sin embargo, no hubo celebración pues estuvo empañada por el diagnóstico de cáncer. «Este capítulo muestra quizá la cara más pesimista de mi abuelo», iluminada también por un proyecto con su primogénito, Miguel Delibes, con el que escribió a cuatro manos 'La tierra herida'.

El 'cambio', su enclaustramiento, estuvo acompañado por las visitas de muchos portadores de reconocimientos y premios. La más sorprendente, la de los Reyes de España que pararon su coche a las puertas de su casa el 17 de octubre de 2006 para subir a felicitarle. Germán ilustra algunos de estos momentos con fotos familiares. Los nietos posaron con Don Juan Carlos, Doña Sofía y su abuelo.

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«La familia era lo primero para él», asevera el último narrador de los Delibes. «Estaba atento a nuestras notas, pero antes que eso nos pedía que fuéramos buenas personas. Destacaría Su integridad y su coherencia». Este semblanza tiene vocación justiciera. «Como dice mi tía Camino, la abuela tuvo su libro, 'Señora de rojo sobre fondo gris', y este será el del abuelo». Sobre si el aludido lo hubiera dado de paso, Germán Delibes Caballero espera que sí. «Era muy exigente y hubiera puesto alguna dificultad pero creo que estaría orgulloso del cariño con el que lo hemos hecho».

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