«Estoy abierto a una lectura política pero me niego a que mi literatura sirva de propaganda»
El Premio Princesa de Asturias habló de su novela 'Morir en la arena', retrato de la «mejor generación cubana» a la que «no le alcanza la jubilación»
Leonardo Padura está de gira por España presentando su última novela 'Morir en la arena' (Tusquets). Hizo parada en el Blacklladolid, una cita que este ... año une libros y gastronomía en el Castillo de Fuensaldaña. Padura (La Habana, 1955) habla de la comida como metáfora de la Cuba actual.
«En mis novelas de la serie de Mario Conde siempre hay alusiones a la comida. En 'Paisaje de otoño' hay un gran banquete en el capítulo final donde aparecen platos maravillosas. La madre de Mario dice que todo sale de su imaginación, que son comidas imposibles. Juego con cómo vivimos en Cuba, siempre estamos con lo que hay y no, con lo que se puede comer. En este último libro aparece un plato de la cocina tradicional cubana dominguero que es el arroz con pollo. Lo es porque admite añadir más de ambas si hay más comensales», dice sonriendo.
Padura ha ido contando la historia de su país literariamente en dos modos, la serie policíaca y el resto de sus novelas, además de los ensayos, extensión de aquel periodista que fue. «Desde el inicio, en 1983, fue así y adquiero conciencia de esa intención a partir de novelas de Conde, en 1990. En 'Polvo en el viento' conté la diáspora de mi generación y las historias de Conde reflejan las experiencias, motivaciones y frustraciones de su tiempo que es el mío. Es el destino de un grupo de personas, quizá la mejor generación cubana porque acudió masivamente a la universidad, se preparó, trabajó, obedeció, renunció, se sacrificó y, al final, se convierten, según el lenguaje oficial, en 'vulnerables', que eufemísticamente quiere decir pobres».
Por eso su última entrega se ha calificado como su novela más triste. «Parte de un asunto tremendo, un parricidio, y refleja el contexto actual dramático». Pero tras la «mierda» que da el tono al primer capítulo, asoma pronto el amor que traslada al lector a la juventud de esos protagonistas sexagenarios.
Padura no se plantea dejar su isla. Tiene nacionalidad española, su obra se traduce a 31 idiomas, pero «escribo habanero, mis personajes se expresan en esa lengua. Mi país me da las palabras y la forma de usarlas. Escribo sobre él. Vivo con mi madre en el sitio al que pertenezco. He intentado evitar los efectos tremendos del desarraigo», recita de un tirón.
Entiende que las siguientes generaciones, como la de Aitana hija de uno de sus protagonistas de 'Morir en la arena', Rodolfo, huyan. «Nacieron en los noventa, al comienzo de la crisis profunda en Cuba, faltó todo, y cuando digo todo, es todo. No había ni un fósforo para encender el fogón. Están desligados de los beneficios de un proyecto utópico, se criaron en esas carencias y fueron pragmáticos. Nacieron herejes y se buscaron la vida».
Aitana le hace llegar «donaciones» a su padre pero rechaza su país «satrapía, tiranía». «La novela comienza en 2023, en las consecuencias de toda una serie de causas que se gestan cincuenta años atrás, desde la infancia de los personajes. Recorre acontecimientos como aquel congreso de reeducación y cultura que estableció los parámetros que debía cumplir toda obra artística, pasando por la guerra de Angola, por las escuelas universitaria internas hasta la caída del Muro. Eso provoca un tsunami en la historia de Cuba», resume el autor de 'Personas decentes'.
No es un disidente ni un acólito del régimen, «nunca he estado afiliado a nada», lo que le convierte en un escritor «invisible» en Cuba. Aunque la novela se publicó el 27 de agosto y «el día 30 ya circulaba una copia digital pirata en la isla».
Ha mantenido la distancia entre su ficción y el régimen. «Toda mi literatura puede tener una lectura política. En un país socialista la realidad está marcada por la política, ni siquiera por la economía lo que contradice los principios del marxismo. Convertir la literatura en una declaración política es lo mismo que se hizo en Cuba en esos años en que se pidió que la ficción fuera de reafirmación. Estoy abierto a la lectura política pero me niego a poner mi literatura al servicio de la propaganda. Soy escritor y veo la realidad desde esa perspectiva», declara. Aún le quedan cosas que contar a través de Mario Conde, «mi investigador, ex policía, comprador de libros de segunda mano. Me permite una mirada muy dinámica a la realidad cubana. La vive y desvela sus oscuridades. Me sirve para entenderme a mí mismo a través del paso del tiempo. Envejecemos juntos, tenemos los mismos achaques».
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