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Eduardo Mendoza –derecha– en conversación con Tomás Val, ayer, en el Aula Magna de la IE University, durante la última jornada del Hay Festival Segovia.
Mendoza:«He tenido varios fracasos de los que me siento muy satisfecho»
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Mendoza:«He tenido varios fracasos de los que me siento muy satisfecho»

El escritor catalán presentó ayer en Segovia la reedición de ‘La verdad sobre el caso Savolta’

virginia t. fernández

Lunes, 28 de septiembre 2015, 12:58

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No es fácil sobrevivir dignamente a un éxito temprano. Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) lo ha conseguido. Superó el «horror a repetirse» tras la repercusión de La verdad sobre el caso Savolta, allá por 1975, cuando apenas mediaba la veintena. Cuarenta años después su obra más célebre sigue viva. Tanto como para que Seix Barral la haya reeditado con el título original que entonces la censura franquista le cercenó. Los seguidores fervientes de Mendoza tendrán que acostumbrarse a partir de ahora a que la primera novela del catalán sea en realidad Soldados de Cataluña. Sobre lo que ha significado este título en su dilatada carrera habló ayer el escritor en el Hay Festival de Segovia, en un encuentro que se desarrolló en el Aula Magna de la IEUniversity como escenario. Espoleado por el crítico literario y colaborador de El Norte Tomás Val, Mendoza recorrió cada una de las ambivalencias que caracterizan su trayectoria: el sufrimiento dulce que debe ser la lectura;la fina ironía y el humor en perfecta conjunción con la seriedad, tanto en su discurso como en su obra;el triunfo y el fracaso indisolublemente unidos en la vida y en la literatura. «He tenido varios fracasos de los que los que estoy muy satisfecho. Es interesante el fracaso para un autor que ya ha triunfado, claro», ironizó el autor de La ciudad de los prodigios, quien considera saludable experimentar ciertas curas de humildad y define como fracaso una de sus obras menos conocidas pero de la que se siente más orgulloso, Una comedia ligera. En ella creyó Mendoza haber volcado «lo mejor de su capacidad literaria», aunque la novela tuviera una acogida muy tibia. Todo lo contrario a La verdad sobre el caso Savolta, que ha suscitado ríos de tinta y muchos lectores incondicionales.

Sí, sí, esta novela está bien, pero la buena es la primera... ¿Cuántas veces ha tenido que escuchar Mendoza esa afirmación? Muchas, confesó. Un lastre que lleva consigo desde hace cuatro décadas. Ese peso es menor cuando piensa el escritor que aquel éxito fue lo que le permitió vislumbrar la idea de poder vivir de la escritura, algo impensable para aquel joven traductor que había sido un «lector voraz». «Leer, leer y leer, nada me gustaba más y nada me sigue gustando más que leer», desveló quien asegura haber devorado Crimen y castigo con dieciséis años. Preguntado sobre los hábitos lectores de la juventud actual, Mendoza piensa que «lo que se hace ahora con los chicos en la enseñanza es criminal». El terror de los adultos a que los jóvenes no lean hace que se les incite a leer «cosas divertidas», por lo que «adquieren un concepto equivocado de lo que es la lectura», afirmó. «Leer a Dostoyevski no es divertido como lo es jugar a la Play Station», pero sí necesario, advirtió el novelista.

En cuanto a la variedad de soportes que tienen en la actualidad los creadores para contar historias, Mendoza no niega que buena parte del talento narrativo hoy puede disfrutarse, por ejemplo, en las series televisivas, alguna de las cuales sigue disciplinadamente. Observar la oferta abrumadora de ocio de un mundo tecnologizado, hace que el barcelonés valore aún más el pequeño milagro que supone que tanto tiempo después los lectores sigan interesándose por la rebautizada Soldados de Cataluña.

Un ciudadano «descreído»

La cita en el Hay Festival justo en el día de ayer para conversar sobre una novela en la que Mendoza pretendió «rescatar la Cataluña real» en una década efervescente para España, la de los setenta, y alejar «la Cataluña imaginaria» recreada en tiempos de Franco, fue propicia para que Val le interrogara sobre el plebiscito independentista orquestado por Artur Mas. «He votado en contra de la independencia», desveló. El escritor define como «una persona descreída» en lo referente al sentimiento patriótico pero considera que la escisión sería algo «empobrecedor» para los catalanes.

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