Poeta maldito de vida siempre al límite
Una edición bilingüe de 'Las flores del mal' (Les fleurs du mal), en una cuidada presentación con dibujos de Louis Joos, conmemora los doscientos años del nacimiento del poeta maldito por antonomasia de las letras francesas, Charles Baudelaire (1821- 1867)
Sirva esta edición bilingüe de Las flores del mal (Les fleurs du mal), en una cuidada presentación con dibujos de Louis Joos, para conmemorar los ... doscientos años del nacimiento del poeta maldito por antonomasia de las letras francesas, Charles Baudelaire (1821- 1867). Sí un país chovinista, refinado a la hora de ensalzar a los personajes de sus letras, como es el francés, se olvida de un poeta en su bicentenario, es que algo tenebroso se oculta en su creación poética, literaria y prefiere tenerlo enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse, lejos del templo civil del Panteón.
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Son las Las flores del mal, cuyo primitivo título era Las lesbianas, el poemario imprescindible para cualquier adolescente interesado por la poesía, y el malditismo de Baudelaire, algo siempre atrayente en la insurgente juventud. La primera edición publicada en 1857, un 25 de junio, no acabó el verano y en agosto bajo la acusación: «Ofensa a la moral y las buenas costumbres», es multado con 300 francos y se suprimen seis de los cien poemas. El autor no ceja en su empeño creador y vuelve con una segunda edición, con más poemas, e inmortaliza spleen, el bazo creador de la melancolía, que nos sofoca y ofusca en el tedio y la depresión. La vida bohemia le acerca a: «Un barrio distante, una especie de oasis de soledad (…) parece defenderse de las invasiones de la civilización». Así describe Théophile Gautier, integrante del grupo, la isla de san Luis en cuyo hotel Pimodan se juntaban los socios de El Club del hachís bajo la tutela del psiquiatra Morau de Tours y el pintor Boissad de Boisdenier. Por la última planta del hotel pasaron ilustres de las artes galas: Nerval, Dumas, Rimbaud, Delacroix incluso Victor Hugo y Balzac y naturalmente nuestro protagonista; Baudelaire, quien no era muy partidario de asistir a esas reuniones semanales, señalaba al respecto, »Está hecho para los miserables ociosos», él prefería otros estimulantes: «El vino es útil, produce resultados fructíferos. El hachís es inútil y peligroso», leemos en su opúsculo Del vino y el hachís (Olañeta ediciones, traducción de Manuel Serrat Crespo). Cierto que de aquellas veladas podemos encontrar sus impresiones en el ensayo Paraísos artificiales.
Dandi, bohemio, aficionado al opio y el vino, se convierte en poeta maldito y su poesía: «No tiene otro fin que divertirme y estimular mi gusto apasionado por la dificultad», escribe en el Prefacio de las Flores preparado para la segunda edición (1861), que no fue utilizado. Uno de los poetas más importantes e influyentes en la literatura europea e hispanoamericana, culmina su creación con Pequeños poemas en Prosa, que más tarde subtituló Esplín en París. Nuevamente cambiante, hace una prosa con baile, un movimiento con ritmo y sin medida. El libre fluir de la palabra, de la escritura.
Su vida siempre al límite. Fue expulsado del colegio por insubordinado, como inicio de una vida al margen, en continua lucha con los dirigentes de la libertad. Comienza a traducir a Edgar A. Poe. Años antes escribe, revolucionando el mundo del arte, Salón de 1845. Su flor malsana llega a su fin. Una hemiplejía le deja mudo y paralizado y muere un 23 de agosto con 46 años. El París vulgar le ignora y en su último poema inacabado para la segunda edición de sus flores leemos: «Tú me diste tu barro y en oro lo troqué». Amén.
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LAS FLORES DEl MAL. Charles Baudelaire. Traducción/Carmen Morales y Claude Dubois. Edición Bilingüe. Ilustrador Louis Joos. Nórdica. Madrid 2021
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