El 69 de David Trueba y «el primer acto de travestismo» de Camila Sosa Villada
Un cineasta escritor, una novelista y un tenor de ópera indagan en los pliegues de la creación y la identidad en tres breves ensayos
Las recomendaciones literarias de esta semana se asoman a la personalidad de tres creadores. El escritor y cineasta David Trueba, la novelista Camila Sosa Villada ... y el tenor Ian Bostridge han escrito tres breves ensayos en los que hablan sobre la herencia familiar, social y cultural (a partir del año 1969), sobre los frutos de la escritura y sobre la identidad de un intérprete que ha de transmitir lo que otros compusieron, a veces con siglos de antelación.
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'El viaje inútil', Camila Sosa Villada
«La lectura es una de las cosas más complejas que existen. No es un recreo, no es un pasatiempo, no es un vicio lúdico, no es placentero, no nos hace más fácil el mundo. Leer (...) es una actividad agotadora y dañina. Como el amor, nada nos puede causar más daño y tampoco más felicidad» (74)
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'El viaje inútil' Camila Sosa Villada
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Tusquets 112 páginas. 18 euros.
Camila Sosa Villada aprendió a leer gracias a ese hombre que luego le provocó tanto dolor. Su padre se entretuvo cuando era pequeña en mostrarle el poder de la palabra escrita, la magia que surge cuando pasas tu mirada por un puñado de letras que consigues descodificar y comprender. «Una vez que aprendo a leer y a escribir, ese recuerdo se borra bajo las ruinas que deja la violencia , el alcoholismo, la indiferencia y la soledad que experimento desde que nazco hasta que me voy de casa, a los dieciocho años» (11). La lectura se convierte así en un refugio («soy la niña que se escapa de sus padres y termina en brazos de la literatura», 26) y la escritura, además, en una forma de expresar el deseo, de explicarse y encontrarse a una misma. «Mi primer acto de travestismo no fue salir a la calle vestida de mujer con todas las de la ley. Mi primer acto de travestismo fue a través de la escritura» (32). 'El viaje de lo inútil' es un texto que, entre la biografia y el ensayo, ahonda en el poder de la lectura y la escritura como medicinas, en el papel que la ficción juega en nuestras vidas y en qué supone escribir para alguien que encontró allí un salvavidas, una forma de sobrevivir. Hay a lo largo de este libro ideas muy nutritivas para quien ama la lectura y se pregunta, tantas veces, por qué le atrae tanto una actividad que, de primeras, es tan solitaria. Y para subrayarlas, aquí dejo un par de ellas. «Hay dos clases de escritores, los que escriben fantasías y los que escriben recuerdos. Yo me encuentro entre estos últimos» (41). «Un poema es un animal muy difícil de cazar. Todo intento de acercamiento sólo lo espanta y huye» (46). Y una más, que me encanta: «El silencio es una mentira. Una cabeza nunca está en silencio» (49).
'Mi 69', David Trueba
«Yo solo sé escribir ficción porque, entre otras cosas, estoy convencido de que escribir, desde el instante mismo en que se emprende la tarea, equivale a sumergirse, en todas las formas posibles, incluso la forma documental, en la ficción» (10)
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'Mi 69' David Trueba
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Anagrama 152 páginas. 14,90 euros.
El 69 fue el año de la llegada del hombre a la luna, del festival de Woodstock y del vestido lleno de flecos con el que Salomé ganó Eurovisión. Fue el año en el que se estrenaron 'Easy rider', 'Grupo salvaje', 'Dos hombres y un destino', 'Cowboy de medianoche' y Hollywood cambió para siempre. El año en el que Julio Iglesias cantó 'La vida sigue igual', en el que Miguel Ríos publicó su primer disco, en el que corrió el rumor de que Greta Garbo veraneaba en Marbella. 1969 fue un año de múltiples secuestros aéreos, en el que Vargas Llosa publicó 'Conversación en la catedral' y en el que Jorge Herralde creó Anagrama, la editorial donde David Trueba ha publicado todas sus novelas. También 'El 69', ese librito autobiográfico en el que el escritor y cineasta recuerda cómo era su familia el año en el que justo él nació. Así que este es un texto en el que el pequeño de los Trueba (fueron ocho hermanos) cuenta «las cosas que me hicieron ser lo que soy, ajenas a mis méritos y mis carencias» (9). Su madre era «responsable y delicadamente rigurosa». Su padre, «fantasioso y atropelladamente inconsistente». «Así eran. Así soy yo, mezcla de ambos» (30). 'El 69' es una crónica familiar, pero también el recuerdo de un país (un mundo) que en 1969 parecía cambiar. Trueba pone el acento en todo aquello que fue relevante (y lo sería en un futuro) ocurrido ese año, que no duda en calificar como el año del «descontento juvenil» (38), que no era otra cosa que sencillamente el descontento ante el autoritarismo. «Estábamos asistiendo al fin del ordeno y mando paterno» (38). Y fue también el año en el que, con las misiones espaciales en plena efervescencia, «la tecnología ya dejaba vislumbrar su ambición sin límites» (101). Y junto a esto, Trueba recuerda el día a día de su familia. Sus orígenes en Tierra de Campos. La mudanza de sus padres a Madrid. Su incipiente pasión literaria, cinéfila y musical, que despertaron los gustos de sus hermanos mayores, que metían en casa (como una «lluvia fina»; 62), libros y discos que le abrían nuevos mundos y sonidos. En definitiva, 'El 69' es un libro que disfrutarán los fans de David Trueba y que seguramente entretenga a los nacidos en aquel año en el que tantas cosas cambiaron. Algunas, eso sí, permanecen inamovibles. Por ejemplo, el papel de las paredes de la casa de los Trueba, decorado con un tapiz de árboles «algo recordado y psicodélico» (64), que el autor utiliza hoy como fondo de pantalla de su teléfono móvil.
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'Pensar y cantar', Ian Bostridge
«La falta absoluta de silencio, el verdadero silencio, no está al alcance del ser vivo» (96)
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'Pensar y cantar' Ian Bodstrige
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Acantilado 125 páginas. 16 euros.
«Cuando interpretas como cantante asumes una voz. Pero, ¿hasta qué punto es esa voz la tuya propia? ¿O es la del compositor? ¿O la del poeta o libretista?». Se lo pregunta, en la página 55, Ian Bostridge, uno de los grandes tenores contemporáneos, quien en 'Pensar y cantar' regala tres pequeños ensayos en los que se plantea qué papel tiene un intérprete ante la obra que contribuye a poner en pie. Durante años, se asumió que el intérprete musical era apenas un ejecutor, un puente que debía trasladar al público (de manera objetiva, casi mecánica) lo contenido en la partitura. Sin embargo, Bostridge defiende que «la música es, lisa o llanamente, interpretación, ejecución, no solo el texto escrito» (14). El intérprete (cuando «interpreta») tiene que dejar parte de sí mismo en lo que lo hace. Su huella permanece, su estilo es inevitable. Por eso, es tan importante que el intérprete conozca a fondo la obra. No solo su partitura, sino también el contexto social, cultural o personal en la que fue escrita. Durante la covid, la actividad musical en vivo se paró en seco. El confinamiento cerró teatros. La desescalada posterior dejó en dique seco grandes producciones operísticas. Durante esos años, Bostridge (con una sólida formación en Historia) se dedicó a reflexionar y escribir los tres ensayos contenidos en 'Pensar y cantar'. En ellos, aborda cuestiones vinculadas con la identidad de género, el colonialismo y la apropiación cultural (con la historia de Madagascar de fondo) o la muerte. Todas ellas, enfrentan al cantante (al intérprete) con el fondo y la intención de la obra misma. Y para desgranar sus textos, el tenor se apoya en composiciones de Monteverdi, Schumman, Shubert o Ravel. Me ha gustado especialmente el tercero de los ensayos, dedicado a la muerte, donde Bostridge juega con la importancia que el silencio tiene en la música. La ausencia de sonido puede ser lo más cercano a la muerte que existe en una partitura y a partir de ahí construye un texto que sin duda disfrutarán más aquellos que conocen las obras que el autor utiliza para engarzar sus ideas. Para el resto, siempre queda el colchón de Youtube o Spotify. Basta con ponerse de fondo las piezas de las que habla Bostridge para adentrarse más en este libro que, en el fondo, se pregunta, qué actitud ha de tomar un intérprete cuando se enfrenta a una partitura (a un texto en el caso de los actores) escrita por alguien que no es él.
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