
Poesía, pan compartido de Sergio García Zamora
AL PIE DE LA LETRA ·
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AL PIE DE LA LETRA ·
Deslumbrante y siempre ascendente, la obra de Sergio García Zamora no ha hecho otra cosa que ensancharseYa nunca más comeré pan a la ligera ni lo escribiré en vano, / sino como ofrenda de los días para mi hambre y mi palabra, / ... como regalo de alguien muy cansado, que sonríe'. Eso escribe Sergio García Zamora en el poema inicial de su último libro 'El pan y la palabra', flamante ganador de la XXIII edición del Premio Emilio Alarcos de poesía. Sin duda su libro más castellano, en el sentido más ampliamente literario de la palabra, desde que reside en la manriqueña localidad palentina de Paredes de Nava.
'El pan y la palabra' sergio garcía zamora. Visor. 2025. 74 páginas.
Deslumbrante y siempre ascendente, la obra de Sergio García Zamora (Esperanza, Villa Clara, Cuba, 1986) no ha hecho otra cosa que ensancharse desde que se inició en la poesía como uno de los miembros más destacados de la llamada Generación Cero cubana, que en su caso contó con la entrega inicial, en 2003, de 'Autorretrato sin abejas', al que siguieron casi una veintena de libros publicados en la isla. Una obra marcada a partes iguales por la preocupación social y por el alto tratamiento del lenguaje. Hasta que en España se dio a conocer en 2017 como ganador del Premio Loewe a la Creación Joven, con su libro 'El frío de vivir', que sirvió para abrir una nueva etapa española, siempre acompañada de premios importantes, con títulos como 'Diario del buen recluso' (2018), 'La canción del crucificado' (2018), 'Los conspiradores' (2020), 'Los maniquíes enfermos' (2021) o 'El río de los derrotados' (2024).
Entre estos galardones, en 2019 García Zamora ganó el Premio Jorge Manrique con 'Los uniformes'. Una circunstancia que le permitió instalarse en Paredes de Nava. «Filólogo y aprendiz de panadero», como se autodefine, en 'El pan y la palabra' el poeta sublima su experiencia en Castilla y convierte el pan del oficio y del trabajo no solo en alimento de poesía, inspirada y generosa, sino también, y sobre todo, en sustancia de vida. «Ganado tengo el pan. Hágase el verso», cita el poeta a su adorado José Martí en el frontispicio de este libro encendido. Y tras el 'primum vivere', más que a filosofar se dedica a compartir la palabra poética con sus lectores, buscando la levadura del pan como el signo de esa necesidad de alzarse, de trascenderse a través de la palabra, como cada día hacen sus vecinos con «lengua de adobe»: la voz de la tierra apisonada, que canta con aire de ida y vuelta bajo el cielo. Pan de la palabra cuando se hace Palabra. Pan también de esa fraternidad silenciosa que el poeta hila de hombre a hombre, de pregunta a pregunta, de anhelo a anhelo.
Sobre la levadura del verso, la poesía como sacrificio y entrega personal. Y como pan participado. La capacidad magnífica del escritor cubano de extraer de la masa madre del lenguaje su mejor expresión: la más íntima y la más pública al mismo tiempo.
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