Karlos Arguiñano, cocinero y autor de 'Cocina para todos', en su huerto. Rubén Blyth
Libros-Gastronomía

«Cualquier día me cae el premio Planeta», dice Karlos Arguiñano

Rey de los telefogones y las ediciones culinarias, el popular cocinero vasco publica el recetario número doce de una serie que ha vendido ya 1,5 millones de ejemplares

Miércoles, 12 de noviembre 2025, 15:10

El último 'hijo' de Karlos Arguiñano ha pesado 2,4 kilos. Se llama 'Cocina para todos' y lleva el apellido Planeta. Tiene 700 páginas que encierran 560 recetas. Anticipándose a la Navidad, alumbra un nuevo recetario que arrasará en las mesas de novedades. Es un clásico de estas fechas, como el villancico de Mariah Carey que vuelva a casa como el turrón. Arguiñano (Beasain, 1948) ha presentado su nuevo 'hijolibro' en Aia, villa en la que Amaia, la menor de sus seis hijos biológicos, elabora delicioso txakoli.

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Los números de Arguiñano impresionan. Con 77 años, lleva 37 en la tele, con casi 8.000 programas en los que ha cocinado unas 13.000 recetas. Empezó en TVE en 1981, con tres millones de televidentes. Desde entonces ha pasado por los dos canales de la televisión vasca ETB, Telenorte, Telecinco, el canal 13 y la pública ATC en Argentina, y Antena3 donde brilla hoy su cetro de rey de los fogones con su 'Cocina Abierta'.

Pero es también el veterano monarca de las ediciones culinarias. Publicó su primer libro en 1990. 'El menú de cada día' vendió millón y medio de copias «por las que no recibí ni un duro». «El editor de Serbal era un pájaro de cuenta que voló con todo, que era mucho», recuerda risueño.

Portada del libro. Planeta

Con una tirada del 110.000 ejemplares y un precio de 24,90 euros, -unos asequibles 10 euros/kilo-, 'Cocina para todos' (Planeta) es el recetario número doce de una serie imbatible que ha vendido más de un millón y medio de libros de gran formato.

Ironía planetaria

Llega a las librerías con cifras reservadas a autores de ficción como María Dueñas, Dolores Redondo o Arturo Pérez Reverte. A Arguiñano no se le pasa por la cabeza, de momento, publicar ficciones o sus chistes, pero no descarta nada, incluidas una memorias. «Si seguimos así, cualquier día me cae premio Planeta. En cuanto aprenda a escribir, empiezo», ironiza el autor ante algunos de los directivos del gigante editorial. «De mis chistes, no hubiera vivido nunca pero de otras cosas...».

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Se siente libre para hacer lo que quiera y, cómo no, seguir contando esos chistes malos con los que sazona sus recetas. «Ninguna cadena me ha dicho jamás qué tengo que decir, así que digo lo que me da la gana», se ufana el campechano y popular cocinero que calcula que lleva «más de cuatro mil horas hablando solo».

«Con 77 tacos mantengo la ilusión de cocinar todos los días, sano, barato y divertido. Pienso en quienes tienen que alimentar a tres o cuatro personas con un sueldo de 1.200 euros. No en quienes tienen cuatro barcos. No cocino angulas, ni cocochas frescas ni bogavante. Pocas veces hago platos para una celebración», dice con gesto mas serio.

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Sueños cumplidos

«No me puedo permitir ponerme enfermo», dice este hiperactivo comunicador que comanda un equipo de casi 20 personas en su productora Bainet y que vela por una marca «que no sacaría bolsa». «No tengo sueños pendientes. Estoy mayor, pero fresco.

Karlos Arguiñano en su huerto. Rubén Blyth

He cubierto mis expectativas mucho más allá de lo que soñaba. Tengo restaurantes, una escuela de hostelería, un hotel, bodegas...He producido pelis, esponsorizado un equipo de motos, a pelotaris y a varios equipos de chicas de balonmano», enumera.

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Lo detalla en la bodega K5 que comanda Amaia Arguiñano, ingeniera industrial y enóloga. Una explotación de 15 hectáreas de viñedo y 50.000 cepas al borde del cantábrico, en Aia, cerca de Zarautz, donde el cocinero tiene su restaurante. En Aia elabora entre 50.000 y 75.000 botellas de txakolí de varias calidades. Todas con el mismo tipo de uva, Hondarrabi zuri.

A la presentación se sumó su quinto hijo, Joseba, con quien comparte pantalla y que aporta 58 recetas al libro. «No es tan gracioso como yo, pero es más listo y está «mucho más preparado», dice su risueño padre. Para que todo quede en la familia, su hermana Eva Arguiñano firma otras 56 recetas de postres.

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El buen humor es un ingrediente primordial para Arguiñano. «Tengo pronto, sí y a veces mal genio. Pero se me pasa enseguida. La mala leche complica la vida. Hay que dejarla pasar y hacer borrón y cuenta nueva. Sin humor no puedes llevar una vida sana», asegura recuperando su franca y contagiosa sonrisa.

La vena irónica le viene de su padre «que era muy gracioso». «Mi madre era coja, muy coja. Cuando mi padre se la presentó a mi abuela, esta se escamó y mi padre le dijo: 'estate tranquila, amá, que ya sabemos de qué pie cojea esta».

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Arguiñano con su nuevo recetario, que ya está en las librerías. Rubén Blyth

Dice no saber muy bien cómo acabó en la cocina. El joven Arguiñano era chapista de la CAF y montaba puertas y techos de locomotoras. «Mi primer sueldo era de 5.000 pesetas y pensé que sería feliz administrando mi pasta. Pero mi padre volvió tirar de humor: 'Sí. Vas a administrar tu pasta pero también tu propia casa'», dijo invitándole a salir de la suya.

«Comer bien no es comer ni mucho ni caro, es comer variado» repite otro de sus mantras el cocinero de lo rico, rico y con fundamento. Cada vez que inicia una aventura televisiva comienza con la misma receta, «merluza en salsa verde en honor a mi madre» explica.

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Ahora ofrece «recetas sencillas con ingredientes ni caros, ni raros ni complicados, de cocina natural y de temporada». De platos «salvavidas» que se cocinan «en un santiamén» a recetas más elaboradas para regalar o regalarse «un homenaje». Eso es, del steak tartar con calabaza a la sopa de setas con crujiente de queso, pasando por los boquerones rebozados con salsa de piquillos.

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