'Plan 75', de Chie Hayakawa: el horror

Hayakawa evita toda muestra que se acerque al gore. Imágenes de la naturaleza muy bellas, de los lugares y las oficinas. Todo parece muy gentil, por eso es más duro, rostros de ancianos y ancianas que muestran los efectos de la edad y la soledad, en contraste con los jóvenes de los funcionarios y funcionarias que intentan convencerlos para que se quiten la vida en paz después de gozar de unas últimas vacaciones subvencionadas.

Esta distopia se fija desde el dinero. La ancianidad perjudica la economía del país. De ahí el exterminio programado. Las buenas maneras son repulsivas y no todos las aceptan. Los que tímidamente se oponen lo tienen difícil y el país intenta rebajar la edad del plan a los 65 años.

De forma minuciosa el realizador acumula secuencias breves y significativas que van proporcionando los datos de esa monstruosidad, que no por distopica carece de lógica tal como están los tiempos, y origina que el horror de las películas de género sea un juego de niños.

Un larguísimo y estupendo retablo de mayores y jóvenes se instala en esa falsa buena apariencia con profesionalidad y clase. ¿'Plan 75' es un aviso o una mera ficción? El tiempo futuro necesita toda clase de reflexiones y esta película, con su estructura clásica y el manejo de la cámara en breves movimientos, las provoca suficientemente.