Borrar
María Elvira Roca. F. Silva
María Elvira Roca: «Legislar sobre la memoria es puro totalitarismo»

María Elvira Roca: «Legislar sobre la memoria es puro totalitarismo»

La autora de 'Imperofobia...' hablará el jueves en el Aula de Cultura -Palacio Real, a las 20:00- sobre la Leyenda Negra y los imperios europeos

Fernando Conde

Miércoles, 29 de mayo 2019, 11:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Afirmaba Luis Buñuel que los españoles saben todo, absolutamente todo, sobre la cultura francesa, pero los franceses no saben nada, absolutamente nada, sobre la cultura española. De tal afirmación se puede inferir que la admiración por lo ajeno y el desprecio por lo propio es algo que a los españoles nos viene de largo. Quizá vaya inserto en nuestro ADN un cierto gusto por el cilicio y la autoflagelación. Por fortuna, hay quien no está dispuesto a aceptar el estigma y a tomar esta piel de toro por los cuernos para demostrar que la historia –la real- no fue como otros nos la han contado. Uno de esos españoles, con poso, de ley y con argumentos sólidos para desmontar mitos es, sin duda, María Elvira Roca Barea, autora del exitoso 'Imperiofobia y Leyenda Negra'. Ella será la invitada a la próxima sesión del Aula de Cultura que, con el patrocinio de Obra Social la Caixa y el apoyo de la Junta de Castilla y León, tendrá lugar en el Salón del Trono del Palacio Real, mañana jueves, a las 20 horas.

–¿Por qué nos cuesta a los españoles tanto mirar con orgullo a nuestro pasado?

–Nada es casualidad. La guerra cultural contra la hegemonía española en el siglo XVI se convirtió en Europa occidental en el discurso dominante. En el siglo XVIII una dinastía francesa sustituyó a los Habsburgo, que representaban precisamente esa hegemonía. Con su llegada se produce el afrancesamiento de España. Francia, como potencia del momento, tenía un gran influjo sobre el resto de naciones europeas, pero el afrancesamiento es un fenómeno netamente español. Un fenómeno aún no estudiado con rigor, incomprensiblemente. Y ese afrancesamiento, que incluso llegó a ser la corriente cultural más prestigiosa en la España del momento, generó un sentimiento de vergüenza hacia nuestro pasado que provocó que los españoles renegaran de su propia historia. El afrancesamiento es la acomodación de la hispanofobia en España.

–Parece que ha tenido que llegar una pequeña legión de historiadores extranjeros (Payne, Elliot, Preston, Carr…) para arrojar luz sobre nuestro pasado, ¿por qué?

–Ese es otro gran mito, el de los hispanistas, cuyo nacimiento y proliferación tiene que ver con la inacción de los historiadores e intelectuales españoles. De la misma forma que sólo España tiene afrancesados, sólo España tiene hispanistas. No hay francesistas ni britanistas, como concepto. En el siglo XVIII en España no tenemos un solo español dedicado a escribir sobre la historia de España de la época anterior, por increíble que parezca. Pero sí se sigue, en cambio, escribiendo historia de España fuera de España. En el siglo XVIII se produce en este país lo que en Roma se conocía como una 'damnatio memoriae', un 'borrado' de la memoria del periodo Habsburgo.

–La llegada de los Borbones a España fue perjudicial para España.

–No, no es tan sencillo. El imperio tenía que acabarse porque todo tiene un fin, incluso un imperio como el español que fue, por dimensión geográfica (20 millones de km2) y por tiempo -tres siglos-, la unidad política más poderosa de la Historia. No hay nada comparable. Hay imperios más longevos, pero mucho más pequeños. Y no nos damos cuenta de lo que eso significa. No se puede negar que la llegada de los Borbones tuvo efectos positivos –en la investigación científica, por ejemplo-, pero trajo como rémora arrastrada esa visión interesada y negativa de todo el periodo anterior. Eso es innegable.

–¿Por qué tiene España tantos enemigos, fuera y dentro?

–Fuera los tiene porque España está en el ADN de la construcción de la identidad nacional tanto inglesa como francesa y otras. Como naciones, éstas se construyeron contra la hegemonía española. Fue España, el enemigo, quien las configuró como naciones. Y esa enemistad histórica se enseña aún hoy en las escuelas. Igual que en los Países Bajos. Y dentro del España -también en Hispanoamérica- perviven ciertas tendencias suicidas nacidas en el XVIII. En eso Hispanoamérica es tan española como nosotros. Se trata en el fondo de un problema de debilidad y falta de autoestima que los enemigos internos saben aprovechar.

–«La historia no se inventa», decía Adolfo Delibes, padre del escritor.Pero hoy vemos que en lugares como Cataluña la historia se inventa y reinventa de continuo.

–Habría que empezar por un gigantesco apagón informativo por parte de los medios de comunicación. Esta gente se alimenta de la atención mediática que reciben y por ello se ven en la obligación de dar cada tres días un nuevo espectáculo. Si se les sigue prestando foco, ellos seguirán haciéndolo. Y por otro lado, se trata de un problema de 'balcanización' que ha sido consentido y alimentado por todos y cada uno de los inquilinos de la Moncloa. Y es una estupidez pensar que un cambio de mayorías en Madrid va a resolver este problema. Este problema llevará décadas, si es que se resuelve. Pero pensar que lo va a solucionar la clase política que lo ha provocado y la estructura territorial que lo ha sostenido es una ingenuidad fantástica.

–¿Cuando habla de estructura territorial se refiere a la España autonómica?

–Sí, sí claro. Es lógico. Desde el momento en que colocas a un señor al frente de un territorio y le das unos cuantos miles de millones de euros para hacer de su capa un sayo, a lo que se va a dedicar es a construir argumentos que hagan su poder intocable. Esto es de cajón. Y eso no pasa ya sólo en Cataluña o País Vasco.

–Entonces, cuando VOX habla de una recentralización de competencias, ¿está de acuerdo?

–Esto ya lo dijeron otros partidos. Antes de hablar de recentralización del Estado deberían explicar cómo pretenden hacer tal cosa, teniendo en cuenta el grado de blindaje de los estatutos de autonomía en este país. Es fácil decirlo, pero cómo hacerlo. En España es mucho más difícil modificar un estatuto de autonomía que la Constitución. Los deseos están muy bien, pero las realidades son más complicadas, al menos jurídicamente.

–¿Lo que se estudia en los colegios es historia o es doctrina?

–En las escuelas ahora se estudia historia autonómica, independientemente del color político de los gobiernos. Y generalmente son historias de agravios. Cada comunidad autónoma se ha constituido en una especie de ser metafísico que está recuperando sus esencias después de haber sido supuestamente machacado y negado en su identidad. Han inventado una historia y la han convertido en un catecismo autonómico. Son diecisiete milongas contadas a miles de chavales que acaban creyéndoselas. Fíjese que, en el colmo de la estupidez, hemos llegado al quinto centenario de la vuelta al mundo sin que nadie lo quiera celebrar.

–¿Y qué le parece a usted lo de la memoria histórica, sus leyes?

–Es una prueba más de cómo las ideologías totalitarias han ido cobrando más y más protagonismo en la sociedad occidental. Pretender legislar sobre los recuerdos de las personas es totalitarismo en estado puro. Es querer legislar sobre lo que la gente tiene que pensar y recordar. Y esto lo hemos aceptado con una normalidad pasmosa. Es tremendo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios