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La escritora Carmen Posadas.
Carmen Posadas: «Estoy acostumbrada a pelear conmigo»

Carmen Posadas: «Estoy acostumbrada a pelear conmigo»

La escritora hablará de su última novela ‘La hija de Cayetana’, en el Aula de Cultura este martes en el Patio Herreriano

Victoria M. Niño

Lunes, 19 de diciembre 2016, 17:49

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«Antes escribías el libro y ahí acababa tu esfuerzo. Ahora la promoción es tan dura como la escritura», dice Carmen Posadas, que a pesar de llevar dos meses viajando con La hija de Cayetana por toda España no se cansa. «Este requisito editorial me ha venido bien porque era muy tímida e introvertida y a base de hacer presentaciones, de estar con la gente, me ha cambiado el carácter». Posadas mostrará esta otra Carmen este martes en una sesión del Aula de Cultura de El Norte, patrocinada por CaixaBank y Emina y con la colaboración de la Junta de Castilla y León.

¿Ha adoptado también usted a La hija de Cayetana?

Dialogo con ella, es como si estuviera en casa. Me resultó un personaje tan curioso cuando me lo contaron... Es algo de lo que no tenía ni idea y a raíz de esto me interesé por la desconocida historia de la esclavitud en España. Sabíamo que existía en las colonias, pero no aquí.

¿Cómo llega María de la Luz al palacio de la Duquesa de Alba del XVIII?

Era costumbre regalar a las señoras importantes una esclavita negra. En el caso de la Duquesa de Alba, como no podía tener hijos, se encariñó tanto con María de la Luz que la adoptó y le dejó una importante herencia. No los títulos, ya que los hijos adoptivos no tenían los mismos derechos que los legítimos. Por otro lado, hubiera sido un escándalo una duquesa negra.

De esa niña hay dos apuntes gráficos en cuadros de Goya y uno testamentario. ¿El resto es de su invención?

Se sabe poco de la niña. Venía de Cuba, se la regalaron a la Duquesa siendo un bebé envuelto en un turbante de esclava. Ese detalle me llamó la atención, me remite a una mujer a la que le arrancan a su hija y le da lo único que tiene, ese pañuelo. Es la historia de dos madres. Una la de la corte, la de los ricos, las intrigas, el mundo de Goya y Godoy. La otra, la de los esclavos en España. De la madre biológica no se sabe nada, esa parte es producto de mi imaginación, le atribuyo avatares e historias tremendas que le pasan a mujeres como ella, que están tomadas de hechos reales.

¿Por qué los Alba producen esa fascinación?

La fascinación por la Duquesa del XVIIIy la actual reside en que son mujeres contradictorias. Por un lado son grandes aristócratas y por otro rompen con los convencionalismos. La del XVIIIse queda huérfana de padre muy joven y su madre vuelve a casar. No se ocupaba de ella, así que creció en el palacio que tenían en Lavapies. Siempre contaba que aprendió a bailar detrás de los organilleros y coincide con el sentir de la época. El siglo XVIIIes el de la Ilustración, Francia es el centro del mundo, se recita a Racine, todos quieren ser sofisticados e ilustrados. En el extremo opuesto hay un fenómeno de raíz contraria, el majismo y la duquesa participa de esta corriente protagonizada por toros, cómicos. Se escapaba a la verbena disfrazada de manola. Esas dos facetas retratan la forma de ser española, siempre tiene una parte popular, vulgar, cómica, que tan bien retrata Cervantes y otra seria, circunspecta, religiosa.

¿Era popular el tener un esclavo?

Cervantes cuando habla de Sevilla, en el siglo XVII, la llama el damero de Europa, porque del 10% al 15% de la población era de color. Estaba de moda tener un esclavito, no solo la duquesa sino un barbero podía tenerlo. Su vida transcurría en el servicio de doméstico.

¿Por qué ha vuelto a la novela histórica?

Lo que me divierte es la investigación, lo que aprendo. Me convierto en una detective buscando anécdotas. Existe un riesgo y es que, como hay tantas novelas históricas malas, la gente tiene cierta prevención a la hora de considerar que pueda ser una buena novela si pertenece a ese género. Sin embargo, hay grandes escritores como Graves, Zweig o Gore Vidal que la han practicado. Luego también depende de la época, uno es bueno o malo. Si hablas de nazis o de la Guerra Civil, eres bueno, en cambio si te centras en el XVIII y en su vida popular, eres malo. Tienes más predicamento si escribes sobre la Guerra Civil.

Comenzó escribiendo cuentos para niños, ¿para sus hijas?

Empecé a escribir cuando nacieron pero en realidad lo hacía para mí, para la niña que llevaba dentro y no quería crecer. Me costó mucho crecer y escribir cuentos era una forma de seguir conectada con el mundo de la infancia.

Como escritora, creció.

Sí. Entonces te hablo de cuando tenía veintitantos años, pero todo lo infantiloide me molesta.

¿Qué le parece la literatura juvenil de hoy?

Pondría un altar a J. K. Rolling, ha hecho mucho por la literatura. Los niños que se han iniciado con Harry Potter luego pasan a otros libros. Antes los niños seguían con Pulgarcito y ahora ves a chavales de nieve años con un libro gordísimo de 800 páginas, eso es hacer lectores.

Ha escrito guiones y han adaptado alguna obra suya a la pantalla. ¿Le gustó el resultado?

Las adaptaciones de mis libros o mis guiones no me han gustado. Hice un guion hace años sobre una película de Edgar Neville, era un remake de esa comedia que iban a rodar Antonio Banderas y Ángela Molina. Puse al día el guion de Neville, que apenas había que tocar pues tenía diálogos estupendos. Vino otro guionista, luego un profesor y finalmente el productor. Tras los cambios de todos ellos, solo quedó de mi guion una escena en la que Banderas toca al piano La Cucaracha. Esa es mi experiencia con la pantalla. Prefiero ser escritora, en la literatura soy dios, hago lo que quiero, nadie me pone pegas. Ya me pongo yo todas las del mundo, pero estoy acostumbrada a pelearme conmigo.

¿Qué tiene que tener una historia para que se pare a contarla?

Tiene que ser una madeja en la que un hilo te lleva a otro, en la que cada pequeño descubrimiento abre una puerta. El siglo XVIII ha quedado esteriotipado en nuestra retina, con la Revolución Francesa, María Antonieta ordeñando ovejitas, y sin embargo es el comienzo de la edad contemporánea. Todo lo que ocurre en el XVIIIcondiciona el mundo hasta el día de hoy. A España le llega su hora afrancesada pero tiene otras parámetros, eso es lo apasionante de este país de contrastes.

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