El Miguel Delibes dibujante, como reflejo de su condición de creador total
Cinco expertos indagaron en el Aula de Cultura sobre el menos conocido talento del escritor
virginia t. fernández
Martes, 3 de marzo 2015, 10:45
Quien haya tenido la oportunidad de revisar detenidamente el libro Miguel Delibes, dibujante de El Norte de Castilla, recientemente publicado por la Fundación que lleva el nombre del escritor vallisoletano, habrá aprendido un poco más de la extraordinaria dimensión de Delibes como creador. Mucho más allá de la condición de novelista de quien fuera ilustre director del decano de la prensa española tantos años, sus conocimientos de otras artes amplificaron su maestría como periodista y escritor, los oficios a los que entregaría finalmente su vida. Entre esas artes que amó y practicó, estuvo la ilustración. El Aula de Cultura de El Norte (una creación del escritor, que este año cumple su 50 aniversario) dedicó la sesión de ayer a esta faceta poco conocida del autor de El hereje.
Carlos Aganzo, director del diario, incidió en la idea de que, como tantos grandes de la cultura universal (Lorca, Buñuel, Alberti), Delibes fue «un artista prácticamente integral, me parece incluso un misterio que no escribiera poesía», dijo. Aganzo fue uno de los ponentes de la mesa redonda dedicada a analizar la obra gráfica del narrador, que tuvo lugar en el Museo Patio Herreriano de Valladolid y que contó además con las intervenciones de Alfonso León, gerente de la Fundación Miguel Delibes; el dibujante Rafael Vega (Sansón); el historiador Enrique Berzal y el escritor Ramón García, biógrafo de Delibes, quien tomó palabras prestadas de su amigo para relatar la fascinación de Delibes por el cine. Tanto en sus dibujos como en sus críticas cinematográficas, demostró «un humor, una ironía y una retranca que resultan impresionantes», sostuvo García. Todos ellos colaboran en Miguel Delibes, dibujante en El Norte de Castilla.
«Este tránsito desde la expresión plástica a la palabra escrita, del que El Norte de Castilla fue testigo de excepción, supuso el nacimiento del Delibes escritor y la extinción temprana del posible artista», explicó Alfonso León, sobre la convivencia de capacidades en el autor de El camino.
Al intento exitoso de ganarse el pan con un talento de que el Premio Cervantes decía no ser del todo consciente, siguieron 390 viñetas, entre 1941 y 1958. Tal y como señaló Aganzo eran las de Delibes caricaturas «de buena voluntad», de «línea amable», sobre todo al principio, una tendencia que cambió un poco cuando ya compaginaba esa tarea con la de periodista. Entonces su tono se volvió algo más «combativo y ácido». Todo lo combativo que la censura le permitía ser. De cómo se las tuvo que ver con un régimen implacable con los críticos habló ampliamente Berzal, quien se refirió a por qué Delibes, de las 87 caricaturas que realizó, tan solo 13 hacían referencia al ámbito político (y solo dos a la política local). «El contexto político después de la Guerra Civil era muy difícil. U obedecía o le sancionaban», recordó el historiador. «Fue una etapa durísima, la mitad de la plantilla de El Norte había sido depurada por el régimen». Sí distingue Berzal una evolución. Hacia los años 50, cuando España salía del aislamiento político, el narrador empezó a poder permitirse tímidamente retratar a personalidades de la política internacional.
En el ámbito en el que realmente se volcó el novelista, según los expertos, fue en el mundo de la cultura. Rafael Vega, Sansón, definió el retrato de Imperio Argentina como una «obra maestra». Si bien la dedicación de Delibes al dibujo se ha considerado como «una afición, algo marginal, improvisaciones, yo creo que fue su manera de observar el mundo, de analizarlo», función que corresponde al buen dibujante, en palabras de Vega. «El dibujante no ha de transmitir la realidad sino transgredirla, para que de alguna manera, se pueda reinterpretar», concluyó.