El milagro de convertir la madera en carne en Valladolid
Una visita guiada por los fondos del Museo de Escultura permite conocer las técnicas usadas desde hace siglos para simular la piel en las tallas
Es madera, aunque a veces no lo parezca. Las arrugas en la frente y los músculos en tensión. Las mejillas sonrosadas y las manos que ... en cualquier momento podrían acariciar. Los labios carnosos y las pantorrillas del querubín. Todo madera:de pino de Segovia o de Soria, de haya también.Madera, al fin y al cabo, aunque podría pasar por piel.
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El Museo de Escultura organiza durante los domingos de este mes de enero una visita guiada que desvela las técnicas que durante siglos han utilizado los artistas y artesanos para alcanzar su gran desafío artístico: convertir en carne un trozo de madera. 'Piel, oro, color' es el nombre de una actividad que recorre las salas del museo para admirar el milagro en las obras de Gregorio Fernández y Juan de Juni, de Pompeo Leoni y Alonso Berruguete.
«La técnica para conseguirlo apenas ha variado en los últimos años», explica Mónica Crespo Morín al comienzo de la visita. «La policromía es una característica especial y esencial de la escultura española», dice. Mientras que en Italia los materiales elegidos suelen ser el mármol o la piedra, aquí se ha trabajado más la madera. Yel proceso de «pintar y dorar» la escultura ha elevado la calidad de unas piezas que consiguen un realismo, con suerte, extraordinario. En este museo de Valladolid hay ejemplos de ello.
La policromía no solo tenía (tiene) una función estética, sino que además otorga una mayor protección a las tallas frente al ataque de xilófagos. Yeste trabajo no siempre lo hacían los escultores. Existía (y está documentado desde 1480, con sus propias normas y tarifas) el gremio de los pintores doradores, encargados de este proceso. Gregorio Fernández solía trabajar con Diego Valentín Díaz. Juan de Juni, con Juan Tomás Celma.
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Un caso extraordinario es el de Alonso Berruguete, quien no solo tallaba las figuras, sino que él mismo hacía el policromado. Pero no era lo habitual. De hecho, en ocasiones pasaban años desde que se esculpía la figura hasta que finalmente era pintada (cuando quien había encargado la obra disponía de dinero para afrontar el nuevo pago). Así, se considera que ambos trabajos son contempráneos cuando no han pasado más de diez años desde el momento en el que se hace la talla hasta que se policroma. Y si no se hace, se dice que la escultura está 'en blanco'.
Durante el recorrido, los visitantes del Museo de Escultura descubren que la mejor época para llevar a cabo el trabajo de policromado era entre Carnavales y San Miguel (en septiembre), ya que estos meses menos fríos y húmedos facilitaban las fases de secado. El primer paso, una vez recibida la figura desde el taller del escultor era la limpieza estricta (de polvo, astillas, virutas) y la localización y secado de los nudos, para evitar que la resina estropeara la madera.
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Una vez tapadas las grietas, se procedía al encolado y, después, a la extensión de varias capas de yeso (entre tres y seis era lo habitual). Una vez secado y lijado, se procedía a la encarnación, pintada al óleo, para simular la piel humana. Podía ser mate o a pulimento (con esta última, más habitual del barroco, la carne brilla más).
Dorados en el ropaje
Eso en el caso de la piel. Para los ropajes, en muchos casos dorados, se añadían nuevas capas:de arcilla roja (bol)y luego pan de oro (procedente de doblones de 24 quilates), en algunas ocasiones bruñido con piedra de ágata. La explicación de todo este proceso llega frente al segundo cuerpo del retablo de San Benito (1526-1532), una «obra de arte total» que, situada a ras de suelo, ante la vista directa del visitante, permite contemplar de cerca el minucioso trabajo de policromía.
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El recorrido continúa por el Santo Entierro de Juan de Juni (hacia 1540), que desde mediados de los años 80 del siglo XX recuperó su policromía original del siglo XVI, después de que se retirara el repintado que se hizo en el siglo XVII (y del que queda un pequeño ejemplo en la espalda de Nicodemo). Frente al Calvario de Pompeo Leoni se admira el detallismo en los ropajes y en el Bautismo de Cristo, de Gregorio Fernández (1624-1628) puede admirarse cómo la policromía se vuelve más austera (hay menos dinero para el esplendor dorado del sigloXVI) pero, al tiempo, ayuda a generar volúmenes en la pieza (como en la barba de San Juan Bautista o en las venas de los pies).
Uno de los ejemplos más extraordinario de la madera convertida en piel es el Cristo Yacente de Gregorio Fernández (1625-1630), donde los postizos (ojos de cristal, dientes de marfil, uñas de asta de toro, heridas de corcho quemado)contribuyen a hacer más realista y conmovedora la labor de policromía, ensalzada en esta visita dominical por el Museo de Escultura.
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