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La marca Picasso frente al sello Juni, en el Museo de Escultura
Rogelio López Cuenca inserta en la colección del Museo de Escultura su visión del icónico artista a en una instalación de siluetas de madera en la sala más visitada
Un grupo de jubilados alemanes entra en la Sala 6 del Museo Nacional de Escultura. Van buscando la sillería de San Benito y el 'entierro' ... de Juan de Juni, dos de las imágenes más populares de la casa. Y en la antesala se encuentran con siluetas de madera tosca en la pared que recuerdan al Guernica. Desconcierto, parada, interés por la cartela aclaratoria. Eso es lo que quiere despertar Rogelio López Cuenca, artista malagueño que está llevando a cabo diez intervenciones en otros tantos museos estatales en torno a su paisano Pablo Ruiz Picasso. Enmarcada dentro del cincuenta aniversario de su muerte, la iniciativa tiene como hilo conductor la mirada al célebre creador como marca publicitaria.
«Es difícil abarcar el 'signo Picasso' por la magnitud de su obra, por la historia alrededor de un personaje tan singular –es el primer artista tratado mediáticamente como una estrella de cine–, por la importancia que se le ha dado a su vida privada. Me he centrado en uno de los aspectos de mayor significado hoy, la marca comercial, algo que aplicado a un producto multiplica su valor. Su capital se ve en coches, perfumes, pizzerías», explica el Premio Nacional de Artes Plásticas 2022.
En la sala hay una pila de periódicos para el público con textos sobre el fenómeno Picasso e imágenes de anuncios publicitarios en torno a él. López Cuenca aborda en su artículo la 'picassización' de Málaga, el boom de la ciudad de los museos. Junto al periódico, carteles del 'desaparecido' Picasso. «Es un artista importante en la primera mitad del siglo XX. Los creadores jóvenes de los sesenta ya no lo tienen como referencia. En la segunda mitad del siglo XX Picasso es anecdótico, Duchamp más trascendente».
Para procurar la parada de los visitantes Rogelio López ha elegido las siluetas de algunas mujeres de la obra y la vida de Picasso, precedidas de un juego con el espectador. Hay una 'santa faz' en un marco barroco en la que la cara no es la esperada, la de Cristo, sino la de Picasso. «Quería considerar hasta que punto el arte se ha convertido en religión, sobre la sacralización del propio Picasso, algo que como la fe, no tiene explicación, obedece a otra lógica que no es la racional».
Como en casi toda su obra, el artista plástico y poeta López Cuenca quiere propiciar «un retardamiento en el consumo habitual de las colecciones que vemos en los museos que obedece al modelo turístico, superficial, rápido, fugaz. Planteo un pequeño obstáculo que ofrezca la posibilidad de reflexionar sobre cómo miramos. El objeto de mi trabajo es desfamiliarizar al espectador en un contexto previsible, introducir un pequeño ruido para repensar». La instalación podrá verse hasta el 28 de enero de 2024.
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