La lupa con la que Yagüe mira la naturaleza
El artista segoviano, «harto de la perspectiva científica predominante», busca la extensión más misteriosa y onírica de la biología en las quimeras y collages que expone en Javier Silva
Tiene un naturalista dentro al que traiciona como pintor. José María Yagüe expande la biología en sus quimeras, en sus collages, en sus dibujos, hacia ... nuevos 'Horizontes de sentido', título de la exposición en la Galería Javier Silva de Valladolid. El artista segoviano escapa de la «perspectiva científica y racionalista» para recrear la naturaleza desde «lo onírico».
Antes de bucear en su obra personal, presenta tres obras que son copias o reinterpretaciones de clásicos. «Me interesa la pintura flamenca por su mirada minuciosa, cercana al mundo de la botánica, y su visión fantástica del entorno.Hay una copia de El Bosco. Él lleva esa mirada a lo social, en mi caso la representación de la naturaleza conecta con lo sensible, lo misterioso. Hay una copia de Brueguel y otra de Di Cosimo, un pintor considerado el primer surrealista. Huyo del pincel barroco español tan gestual. Me gusta trabajar con las sensaciones de extrañeza en quien mira».
Hay unos cuadros deudores de los pintores japoneses y sus paisajes en biombos. Yagüe hace collages con hojas de plantas, con tierra, con trozos de madera, para crear sus peculiares ecosistemas, ajenos a la clasificación de Linneo. Sus insectos lucen caprichosas morfologías, sus plantas crecen del cielo o muestran una ferocidad carnívora, hay dragones voladores que se salvaron de la eclosión prehistórica gracias quizá a su procedencia vegetal.
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Una vitrina central alberga sus quimeras. La precede una lupa que invita a ser tomada para observar los detalles de cuadros y esculturas.
«Hay una quimera que es un tritón. Surge tras descubrir con mi hijo un mejillón en el Cega que no estaba citado allí, sí en dos sitios de Segovia. A partir de ese animal creé una náyade, un ser híbrido entre el mejillón y un duende subacuático. Resulta que esa especie se llama 'unio pictorum' y ese nombre también designa el recipiente donde los pintores mezclaban colores. Son matices inconscientes que están ahí».
Otra quimera surgió a partir de «la flor de una alcachofa, sus hojas parecen escamas de pez. Esas relaciones llegan por azar, como un juego que se desvela a partir de los materiales». Hay una obra con banda sonora, el sonido de la charca que recrea, en la que se derramaron tóxicos que tiñen de rojo el agua y los ojos de los animales.
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