El Goytisolo más generoso

Cuando Juan Goytisolo publicó 'Coto vedado' en 1985 (Seix Barral), libros como este no eran frecuentes en España. La confesión autobiográfica del autor de 'Campos de Níjar' que él llamó «libre examen de conciencia» arrancaba desde su infancia y se paraba en 1956, cuando el escritor asienta su residencia en París, que luego alternaría con Marrakech, la ciudad donde recibió la noticia del premio Cervantes. Con el paso de los años, esas confesiones, que incluyen el estremecedor relato de cómo su madre encontró la muerte en la Barcelona bombardeada de la Guerra Civil cuando él tenía solo siete años -un hecho que marcó profundamente su existencia- sigue siendo uno de los libros más sinceros y emocionantes de cuantos ha escrito. En él, en su análisis de los oscuros años de la posguerra y del primer franquismo, en su particular visión de la literatura española y de su propia escritura están claramente explícitas dos de las características sobre las que apoya su obra: su mirada crítica y comprometida y su condición de permanente exiliado. Una condición más íntima que geográfica. Aunque entre los muchos géneros que ha cultivado apenas figura la poesía, tiene páginas vibrantes acerca de la poesía del que fuera uno de sus grandes amigos y uno de los grandes poetas que ha dado la historia reciente de este país, José Ángel Valente, escritos reunidos en 2009 en 'Ensayos sobre Ángel Valente' (Cátedra). Lo último que se ha publicado de Goytisolo en España también tiene que ver con una de las relaciones importantes de su vida, la que mantuvo con la escritora y editora Monique Lange. Se trata del prólogo a la reedición de la novela 'Casetas de baño' (El Taller del Libro) escrita por la autora francesa en los años noventa. Como en el caso anterior, el Goytisolo más generoso y lúcido está en esas palabras.