La situación de las UCI augura «muchas semanas» sin desescaladas en Castilla y León

Mientras eso sucede, las cifras del Ministerio de Sanidad, basadas en los mismos datos que facilita la Junta de Castilla y León, parecen camuflar la hecatombe. Según el parte de ayer jueves, los 290 pacientes de covid-19 que ocupaban camas de UCI en la comunidad suponían el 49,15% de las totales.

La realidad es que son el 87% de las que estaban habilitadas como «iniciales» cuando emergieron la segunda y la tercera olas, 331.

La realidad es que, si se suman los 118 pacientes de UCI que son no-covid, ya son 406, y eso está muy por encima de esas 331.

La realidad es que las 529 extendidas -extendidísimas, porque incluyen quirófanos, salas de reanimación y cualquier lugar con un respirador, pero los intensivistas no se 'extienden' con la misma facilidad- se han ampliado ya a 544.

La realidad, dice Verónica Casado, consejera de Sanidad, es que cada día «ingresan en UCI entre 15 y 25 personas y se contabilizan unas 10 altas diarias. Esto supone que cada día aumentan entre 5 y 15 pacientes. En una semana podemos estar en una situación muy compleja». Y alrededor no hay mucho margen de maniobra. Las demás comunidades están igual o peor.

Por eso muchos sanitarios, al ver los datos oficiales del Ministerio en algunos medios de comunicación, han llevado su indignación a las redes sociales porque, entienden, no se está transmitiendo la realidad de lo que ocurre. «El elevado porcentaje de ocupación de camas hospitalarias y de UCI por covid-19, al que se suma la extenuación de los profeisonales sanitarios por la sobrecarga asistencial y emocional, nos plantean un escenario de colapso inmediato», gritaba el otro día en un comunicado el Colegio Oficial de Médicos de Valladolid.

Los sindicatos CCOO, Satse, CESM y USAE contextualizaban ayer parte de ese agotamiento del personal. El decreto aprobado en su día por la Junta, que el presidente Fernández Mañueco se comprometió a no aplicar sin negociación, empieza a tener efecto, aseguran, en las condiciones laborales de los profesionales. «Las diferentes gerencias están anunciando el recorte de sus derechos laborales, eliminación de vacaciones y días pendientes de disfrutar correspondientes aún al 2020, permisos de conciliación, movilidades forzosas», señalan en un comunicado las organizaciones sindicales.

Y dejan claro, de paso, que la comunidad se encuentra «de nuevo» inmersa «en una tercera ola de las dimensiones de la primera».

Con este contexto, el vaticinio del vicepresidente de la Junta es más una certeza a medio plazo que un augurio. «No vamos a desescalar en muchas semanas. Debemos estar seguros de que esto no desborda el sistema», fue el mensaje crudo que lanzó, a la vista de estos datos, Francisco Igea.

Y es que desalojar las UCI es muy complicado. El cálculo es sencillo, aunque difícil de asimilar. El 20 de noviembre se alcanzó el pico en UCI de la segunda ola: 248. El punto más bajo llegó el 8 de enero, 49 días después, con 130 pacientes en críticos.

Para bajar del nivel actual de alerta, el máximo, nivel 4 con restricciones adicionales, hasta el nivel 3, las UCI deberían estar al 25% de su capacidad ocupadas por covid. Si la referencia son las camas iniciales, 331, esto supone que Castilla y León tendría que tener 82 pacientes en críticos como máximo.

Al ritmo que bajaron los casos críticos en noviembre y diciembre, se tardaría 85 días en alcanzar esa cifra. Y eso a pesar del optimismo que pareció querer aportar, por la tarde, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias: «Van a seguir incrementándose una semana o diez días los ingresos en UCI», calibró. Lo cierto es que la curva no muestra síntomas de decaimiento en Castilla y León. El incremento diario de ingresados mantiene una regularidad de en torno a diez casos diarios, como señaló Casado, que aún tardará en aplacarse.

Para llegar a ese punto, lo primero es bajar la incidencia de la enfermedad. Esto va a implicar, aunque parezca paradójico, un cierto parón en el descenso de casos. Y es que una de las medidas adoptadas dentro de la estrategia de la Junta es la de realizar cribados en municipios con alta tasa de contagios, empresas, universidades... «En 142.000 test en cribados masivos, esta semana, hemos detectado 1.795 positivos», señaló la consejera, Verónica Casado.

Esto hace que la incidencia acumulada, de un primer vistazo, baje menos de lo que podría. Sin embargo, gran parte de los casos detectados son asintomáticos, y además capaces de contagiar, por lo que aislarlos y trazarlos contribuye a «cortar las cadenas de transmisión».

«Esta estrategia nos ha llevado a colocarnos en los primeros lugares de incidencia. Es fácil de entender mirando los datos publicados por el Ministerio: duplicamos a la siguiente comunidad en el número de pruebas realizadas por cien mil habitantes», explicó Francisco Igea. A pesar de eso, y esta es la única luz tenue en este túnel, ayer fue «el primer día en esta tercera ola que la incidencia acumulada a 7 días es menor que el día anterior».

Un dato que, por ahora, sirve de poco a un sistema sanitario que vive en permanente reordenación y con los profesionales exhaustos y que tampoco da oxígeno a los sectores económicos que sufren con mayor dureza las restricciones.