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Facultativos en una sala de consulta multidisciplinar. el norte
Testimonio de un médico de familia

«Bebía antes y durante el trabajo. Llegué a utilizar el alcohol etílico de la consulta»

Un paciente de Castilla y León tratado en el programa PAIME por adicción relata su situación y terapia

Ana Santiago

Valladolid

Domingo, 6 de marzo 2022, 00:25

El anonimato del programa PAIME de atención al médico enfermo llega, por necesidad, al del relato de su historia y al ocultamiento, incluso, de la provincia en la que trabaja. Es médico de familia, está en activo, está casado y con tres hijos y es exalcohólico. Lo dice con todas las palabras y describe una larga historia autodestructiva que ahora «orgulloso de haber salido» ya puede contar.

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«Terminé la carrera de Medicina con mucho esfuerzo porque trabajaba para pagarme los estudios. Además de mi consulta en el centro, hacía guardias en el hospital, necesitaba más sueldo. Siempre he sido muy perfeccionista, pero me he valorado muy poco a mi mismo», dice como carta de presentación.

«El primer susto me lo llevé a los 39 años. Era fumador, tomaba alguna sustancia y sobre todo, bebedor. Tuve un infarto de miocardio. Yo disfrazaba mis inseguridades con una personalidad abierta, alegre, bromista. Era el gracioso del grupo. El alcohol fue entrando en mi vida para ayudarme a ser así», añade. «Necesitaba beber para ir a trabajar. Estaba, es algo clarísimo, relacionado con mi vida laboral porque el fin de semana no lo hacía, no echaba de menos el alcohol. Era para poder trabajar, para rebajar la ansiedad, enfrentarme con el paciente. Y aprendí a disimular. A fingir que estaba bien, desarrollas muchas habilidades...»

El alcohol, admite, era su armamento. Y tenía acceso a medicación. Antes de entrar a la consulta y durante la misma. «Primero cervecillas, luego lo que fuera. Supe pronto que era un problema. Vivía sabiendo que lo tenía; pero cuando me vi al borde del desastre fue con un paciente: No sabía qué le preguntaba, qué me contestaba... fue realmente vergonzante. Me cuestionaba a mí mismo, sí. Jugaba con la vida de seres humanos ¿Qué hacía?; pero aún así seguía. Llegué a utilizar el alcohol etílico de la consulta. Fue un detonante importante para mí. Llegué a perder tres veces el conocimiento, ingresos en distintos hospitales, siempre pensaban mis compañeros que eran accidentes cerebrovasculares... que va... eran comas etílicos», explica este facultativo.

Él no era consciente de si se daban cuenta o no. «Como siempre había sido muy hablador, pues así seguía... usaba trucos como caramelos o chicles para el aliento, jabones y colonias... Hice verdaderos esfuerzos por mantener el secreto en casa; pero, claro, me lo notaban y yo negaba la evidencia. Me obsesionaba organizarme el acceso al alcohol. Me levantaba pensando cómo lo iba a conseguir, a esconder... si tendría suficiente. Estuve así diez años, desde los 40».

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Hasta que llegó el tercer ingreso hospitalario y cayó en depresión. Y entonces, recuerda, se autorecetaba y la mezcla de ansiolíticos y el alcohol agravaba el problema. «Hablaba con psicólogos y psiquiatras pero no les hacía mucho caso, no se ponían en mi lugar, no me entendían. Menos mal que descubrí el PAIME, me salvó la vida. Sabía que existía, que guardaban el anonimato. Para mí era un estigma que se supiera, una marca que te quedaría para siempre. La pérdida de respeto hacia el médico es terrible. También la familia me ayudó a tomar la decisión, a afrontar el problema y aquí sigue mi mujer, conmigo».

«Tuve hasta tres recaídas, pero volvía a consulta con la cabeza gacha y seguía la terapia. Ya llevo diez años sin beber. Estoy orgulloso«

«Desde el primer momento el PAIME, me convenció. Salí gratamente sorprendido y dispuesto a luchar. Aún así tuve hasta tres recaídas; pero volvía, con la cabeza gacha, pero lo hacía. Eso es importante. Me decían que ya contaban con ello. Estuve varias veces de baja, así no podía trabajar», añade. Llevará, calcula, casi diez años en terapia. Es un proceso muy largo. «Y evidentemente llevo muchos sin probar el alcohol . Al principio iba a consulta dos veces a la semana, ahora cada bastante tiempo. Pero he aprendido a confiar en mí, a afrontar inconvenientes».

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