Fernando Zamácola: «El campo no puede ser el parque de atracciones de los de la ciudad»
El director genrente de la Fundación Miguel Delibes defiende que los temas de las obras del Premio Cervantes, pese «a que fueron escritos hace muchos años, están completamente vivos»
He aquí un convencido de que existen valores intrínsecos al ser humano que merece la pena defender, explicar, motivar y difundir. Fernando Zamácola Feijóo (Valladolid, ... 47 años). Valores que están tan bien expuestos en la vida y obra de Miguel Delibes que qué mejor que el ejemplo del escritor vallisoletano para hacerlo. Desde hace algo más de dos años, Zamácola es el director-gerente de la Fundación Miguel Delibes. Sin saber que un día llegaría a trabajar en una institución cultural que lleva el nombre del universal escritor vallisoletano, pueden encontrarse en la vida de Zamácola suficientes aficiones compartidas con el autor de 'El camino'. Caza, campo, lectura, defensa del medio rural, interés por proteger el medio natural... Todas ellas son el motor que mueve cada día la incesante actividad en la fundación de Fernando Zamácola, economista de formación por la rama empresarial y experto en desarrollo y cultura organizacional.
–Se acaban de cumplir 12 años de la muerte de Delibes y 11 de la puesta en marcha de su Fundación. Y parece que fue ayer.
–También lo pienso yo. El sábado fui a poner unas flores en la escultura de Delibes e iba pensando en que parece mentira que hayan pasado 12 años. Es que todavía lo ves muy próximo, muy cercano en el tiempo.
–¿Cómo explica esa sensación?
–Hay una cosa clave en ello: que a Delibes se le lee mucho. Normalmente un escritor cuando muere cae brutalmente la gente que lo lee. Y en el caso de Delibes eso no pasa. Estoy todo el día viajando porque hay realmente demanda de hablar sobre Delibes, clubes de lectura, exposiciones en colegios, coloquios...
–El que Miguel Delibes esté tan presente, ¿le hace a usted más fácil el objetivo que se marcó al llegar a la Fundación de «sacar más a Delibes a la calle»?
–Mi trabajo tiene sentido porque hay un interés sobre Delibes. Tengo la corriente a favor porque trabajo con la mejor materia prima en este sentido. Primero, Delibes es un ejemplo de consistencia entre vida y obra, que no es tan común; y segundo, el interés sobre Delibes tiene mucho que ver con su peso específico, cae por su propio peso. Los temas de Delibes, que en un momento dado podemos pensar que fueron escritos hace muchísimos años, están completamente vivos.
–A saber...
–Uno, el mundo rural; ahora se habla de la España vaciada, pero vamos, que me digan a mí si 'Las ratas' no habla de eso. Dos, la defensa de un progreso compatible con el medio ambiente y con no dejar al ser humano de lado, una preocupación de hoy en día. Tres, el trato tierno a la infancia y, además, usar los personajes infantiles para decir verdades como puños. Y, por supuesto, la defensa de los desfavorecidos, la denuncia de las desigualdades. Acabamos de celebrar el centenario de su nacimiento, pero está de plena vigencia.
–Pero con una sociedad tan exigente y de vida tan rápida como que en lo que planteaba no se le hiciera mucho caso, ¿no?
–A mí me gusta insistir es que las preocupaciones de Delibes, por mucho que a veces le ponemos la etiqueta de Valladolid o de Castilla, son transversales y de toda la Humanidad. La atención a los desfavorecidos, la preocupación medioambiental, las miserias y alegrías, la ternura son universales y fáciles de trasladar a cualquier lado. Por eso está traducido a 37 idiomas.
-¿¡37 idiomas!? Ahí es nada.
–Y si está tan traducido, por algo será, no porque exista un afán, de conocer la idiosincracia castellana. En Macedonia del Norte han traducido 'Cinco horas con Mario' al macedonio y la han representado allí. Nos han escrito desde Ghana, que también quieren hacer 'Cinco horas con Mario'. Acabamos de presentar esta semana un compendio de 18 artículos de hispanistas de universidades norteamericanas sobre Delibes. Sí creo que la talla de Delibes es de una dimensión universal, pero a los castellanos siempre nos cuesta mirar hacia dentro y sacar pecho por lo nuestro. Sinceramente, es una tara que creo que tenemos y en otros sitios no veo esos complejos. Eso, si lo llevamos a la práctica, se concreta en que nos tiramos doce años para una casa-museo que no tenemos y en que a veces le damos un tratamiento a Delibes aquí de local cuando deberíamos dárselo de gran figura de la literatura universal. Nos cuesta. Creo que tiene algo que ver con el carácter castellano.
–Con la Casa-Museo... ¿Parece como que las administraciones públicas tuvieran hacia ese proyecto una visión de alargarlo más que El Escorial?
–Me encantaría dar otras noticias, pero la situación de la Casa-Museo es la de que antes de las elecciones del 13 de febrero pasado teníamos un protocolo firmado entre las tres administraciones presentes en nuestro patronato –Junta, Diputación y Ayuntamiento de Valladolid– con la Fundación Miguel Delibes en el que se decía que la Junta iba a ceder el uso de un inmueble; las otras dos instituciones, y si era necesario con ayuda de la Junta, iban a adecuar ese inmueble para la puesta en marcha de la actividad, y la Fundación aportaba el legado del escritor para que ese inmueble tuviera tres utilidades: ser sede de la fundación, ser un lugar de exposición permanente de los objetos personales de Delibes y ser un lugar donde poder desarrollar la actividad que desde la Fundación se hace en Valladolid. Cuando esto estaba en proceso, que se había iniciado dos años antes, nos hicieron una propuesta que en realidad tenía muchas aristas.
–¿Aristas? ¿Qué tipo de aristas?
–Significaba que la Fundación tenía que adquirir el inmueble, y podíamos recibir una subvención para adquirirlo, pero inmediatamente teníamos que hacernos cargo de costes de mantenimiento, de personal, de seguros... Somos una fundación relativamente modesta, pequeña, que esa carga no la puede asumir. Además, nunca acordamos que quisiéramos la propiedad de un inmueble, lo que queremos es la cesión de uso. Antes de las elecciones del 13 de febrero de lo que estábamos hablando era de por qué no poner en marcha un Museo Regional Miguel Delibes. Museo cuyo personal quedaría adscrito a una de las tres instituciones públicas, como en el resto de museos, para lo que habría que hacer un consorcio y la Fundación firmaría un convenio de cesión de uso del legado. Ahí nos quedamos.
–Se critica a catalanes, vascos o franceses, pero si ellos tuvieran una figura literaria de la dimensión de Delibes todo esto estaría más que encarrilado.
–Se nos podrían ocurrir infinidad de ejemplos, pero me da sana envidia esa falta de complejos que tienen en otros territorios para reivindicar lo propio.
–Usted llegó a la Fundación con el reto de gestionar el Centenario de Delibes y en esas estaba cuando estalló la pandemia. ¿Cuánto de distintas han sido las cosas respecto a lo planteado?
–A pesar de que la pandemia nos golpeó en toda la línea de flotación, considero que la Fundación Delibes ha sido una afortunada porque, en un momento de paralización de casi todo y de cierre de empresas, todo lo que nos ha pasado es que hemos tenido menos visibilidades.
«Le damos a Delibes aquí un tratamiento local cuando deberíamos dárselo de gran figura de la literatura universal. Nos cuesta; debe tener que ver con el carácter castellano»
FERNANDO ZAMÁCOLA
Director gerente de la Fundación Delibes
–Que no es poco...
–Pero hemos podido celebrar el centenario de Delibes. ¿Tremendamente condicionados? Eso fuera de toda duda. Cuando pensábamos que íbamos a hacer actividades multitudinarias, han sido más acotadas y más cortas. El segundo cambio, que creo que ha sido buen aprendizaje para nosotros, es que tuvimos que incursionar en canales, formatos y tecnologías a las que todo parecía decir que había que ir , pero no nos daba nadie el empujoncito, y la pandemia lo dio.
–Aquello de no hay mal que por bien no venga...
–Empezamos a trabajar con perfiles en las redes sociales, con sesiones en 'streaming', en Youtube. Empezamos a utilizar tecnologías, herramientas y aplicaciones que sirven para interactuar con el público y eso ha tenido un valor añadido que nos permite acceder a una audiencia que es distinta...
–...¿Más joven?
–La gente más joven es que a Miguel Delibes lo ven como un clásico y lo pueden poner en el Siglo de Oro con Quevedo y Góngora y se quedan tan panchos. Hay mucha brecha entre la gente más joven y Delibes, pero poder trabajar en formatos y metodologías distintas, que son más cercanas a la gente joven, nos está haciendo ver que sí les interesa Delibes. La estrategia es cambiar de canales, formatos y metodología. Hacemos 'Scape Room' sobre Delibes que si te lo cuentan hace dos años, no te lo crees.
–¡Qué pensaría el propio Delibes de la expresión 'Scape Room' vinculada a su apellido!
–Seguramente no le gustaría el término, eso lo tengo claro. Es más, seguramente no le gustaría que estuviéramos haciendo toda la labor de divulgación que hacemos sobre su obra, ya sabe usted cómo era, no precisamente alguien muy dado al autobombo, pero es que esa es mi función. Yo estoy aquí para cuatro objetivos...
–...¿Que son?
–Custodiar su legado, divulgar su figura y su obra, fomentar el estudio y el análisis y, un cuarto, que intentamos sea lo que diferencia a la Fundación Miguel Delibes de otras fundaciones literarias, generar reflexiones en la sociedad sobre los temas que preocupaban a Miguel Delibes, medio ambiente, mundo rural, infancia y desigualdad de oportunidades. Claro que se sentiría incómodo con eso del 'Scape Room'. ¡Qué es eso, qué es eso!, exclamaría. Pues bueno, que te meten en una sala y te ponen un desafío de preguntas... Pero qué quiere que le diga: estamos consiguiendo acercar a la obra de Miguel Delibes a gente que de otra manera sería casi una batalla perdida. Entonces, yo firmo eso.
–Hasta el momento, ¿con qué resultados se encuentran en lo de acercar Delibes a la lectura de niños y jóvenes?
–Depende mucho a quién pregunte.
–Un poco gallega le ha salido esta respuesta.
–Caro, es que de segundo apellido tengo Feijóo. Seguramente a usted le ha pasado, a mí sí me ha ocurrido, que en su día le dieran en el colegio y el instituto determinados libros a leer que, probablemente, no tenía edad ni el contexto para leerlos. Y me ha pasado que algún profesor me ha marcado porque ha sido un poco el que me ha ayudado a entender lo que estaba leyendo, a guiar qué debería leer... Los profesores nos dicen que no solo hay que trabajar en la lectura, sino también en la comprensión lectora, en que estén entendiendo lo que están leyendo, que leer por leer no sirve, que lo que sirve es leer bien, entender bien.
–Pero a Miguel Delibes se le entiende muy bien: llamaba al pan, pan, y al vino, vino.
–Durante mucho tiempo me ha tocado luchar contra el pensamiento de que Miguel Delibes no es un autor para gente joven. Y, claro, no es un autor de libros juveniles, pero algunos de sus libros los pueden leer los chicos de Primaria, Secundaria y Bachillerato perfectamente, perfectamente. Todo lo de 'Mi vida al aire libre', 'Mis amigas las truchas', 'Mi querida bicicleta', 'Tres pájaros de cuenta', eso en Primaria, que es fundamentalmente hablar en términos autobiográficos, de experiencias de Delibes con el deporte, con los niños, con la naturaleza, con sus amigos, con la familia... eso cala con una facilidad tremenda. Los chicos pueden coger a Miguel Delibes como un buen autor que les ayude a aficionarse a la lectura.
–Entre los temas de la obra de Miguel Delibes, ¿el de la defensa del medio ambiente les allana el camino hacia los jóvenes?
–Sí, porque los jóvenes de hoy son muchísimos más conscientes en términos medioambientales de lo que lo éramos nosotros. Hoy es un terreno abonado para ellos. Es el medio ambiente, pero también el vínculo de Delibes con los animales. Delibes era cazador y, sin embargo, era un cazador conservacionista y respetuoso con el medio ambiente. Sabía de pájaros, de árboles, cómo se llaman los elementos que forman el paisaje. Delibes en eso fue un anticipado a su tiempo.
–¿Internet les facilita el camino de acceso a los jóvenes o, por el contrario, está siendo una dificultad? Lo pregunto por aquello del riesgo de cambiar lectores reales por lectores digitales.
–No es fácil de responder. Internet para nosotros puede ser una magnífica herramienta para facilitar esa faceta del estudio y el análisis. Aplicamos la política de archivos abiertos y que de ellos se genere conocimiento. Para eso es una ventaja. Pero es como si nos hubieran preguntado hace 50 años si el teléfono era bueno o malo para la amistad porque se iban a convertir amistades físicas en telefónicas: era una herramienta y depende de cómo la uses. Eso sí, la hipersaturación de información nos está llevando a profundizar mucho menos.
–Además de cazador, usted se define como «alguien al que le gusta pasear por el monte y el campo y ver lo que la vida encierra». Como se descuide, vida humana en el campo acabará encontrando poca.
–Bueno, bueno... Creo que no va a llegar ese día. Hoy se está valorando más, quizás con una perspectiva un poco naif, es verdad, que el contacto con la naturaleza es un contacto sanador; no solo qué a gusto estoy, qué bien me lo paso, me visto de Decathlon y me voy al campo. No, no, no. A mí, en particular, que soy de naturaleza relativamente solitario, en según qué sitios cazando lo que más me gusta es no ver a gente. Ahora, lo que yo quiero es que eso no sea el parque de atracciones de los que vamos de la ciudad. Quiero que eso tenga su propia vida y ya me buscaré yo la mía para encontrar la ladera por la que no sube nadie o el barranco al que me quiero asomar si estoy cazando. Pero eso tiene que estar vivo; no puede ser un parque para que vayamos los que nos aburrimos de nuestra vida.
–¿Ya se ha parado a pensar en qué quiere ser de mayor?
–Quiero poder seguir adelante con esta fundación y que el día de mañana, además de esta oferta cultural, podamos generar oferta turística. Que seamos una fundación donde se invierta y que la comunidad considere que le generamos valor, que somos dinamizadores, en nuestras modestas posibilidades, de oferta turística y económica.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión