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Mari Luz Montoya con su familia, antes de salir hacia Burgos. A. P.
Coronavirus en Castila y León: «No esperamos para irnos ni a que amaneciera el domingo»

«No esperamos para irnos ni a que amaneciera el domingo»

Mari Luz Montoya ha regresado a Espinosa de los Monteros (Burgos) tras pasar el estado de alarma en Barakaldo (País Vasco)

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Domingo, 21 de junio 2020, 21:00

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La tierra de uno tira mucho. La tierra, la familia, los recuerdos. A Mari Luz Montoya le tira Espinosa de los Monteros (Burgos), allí nació, allí pasó su infancia y juventud y allí regresa siempre que puede desde Barakaldo. Pero llevaba más de 99 días sin poder regresar. El sábado, a las 23.25 horas, cargó las maletas en el coche, colocó a sus dos hijos y partió hacia la frontera entre Burgos y Vizcaya. A medianoche se levantaba el estado de alarma y Mari Luz había hecho cálculos. «Si tardo 35 minutos en llegar al límite de Burgos, a las 23.25 horas estoy saliendo de casa», afirmaba días antes de poder viajar. El sábado por la tarde, con emoción, ilusión y nervios, ya tenía preparadas las maletas para iniciar uno de los viajes más inolvidables.

Ella, su marido y sus dos hijos residen en Barakaldo. Allí han estado confinados. Mari Luz tiene dos trabajos, uno en un bingo que ha estado cerrado y otro de comercial de Thermomix.

Aún así la distancia ha pesado mucho, se ha hecho duro estar lejos de la familia. Se han mantenido en contacto por videollamadas pero nada sustituye un abrazo, una sonrisa en directo. Su madre vive en Espinosa al igual que otros tres hermanos. Además, la familia Montoya es «muy familiar, celebramos todo», reconoce Mari Luz. Dos cumpleaños han tenido que celebrar en la distancia pero el tercero, aun con el estado de alarma vigente pero con más libertad de circulación por la provincia, no lo permitieron. Quedaron entre Burgos y Vizcaya y montaron la fiesta con lo que pudieron porque lo más importante ya estaba y eran ellos, la familia.

Las ganas contenidas, los abrazos aplazados, los besos que se deben en la familia Montoya han llegado en cuanto se ha podido. «No hemos esperado ni a que amanezca el domingo. Mi marido trabajaba pero los niños y yo hemos pasado el límite con Burgos en cuanto se ha podido». El reencuentro entre los nietos y la abuela también era uno de los más esperados.

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