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Reloj de la Catedral de Valladolid. Alberto Mingueza

Cambio de hora, así afecta a la salud de los castellanos y leoneses según varios expertos

Alteraciones del sueño, irritabilidad e impulsividad o variaciones en la tensión arterial son algunos de los efectos de la modificación horaria

Sofía Fernández

Valladolid

Sábado, 25 de octubre 2025, 08:35

Cuenta atrás para un nuevo vaivén horario que desde el primer minuto ha estado ligado a la polémica y al debate poco después del anuncio del Gobierno Central de proponer ante el Consejo Europeo la eliminación definitiva de los cambios de hora estacional. Argumentan que la modificación de las agujas del reloj ya no cumple el propósito original de ahorro energético, y que, además, perjudica la salud; por lo que se tendrá que decidir en 2026 si continuamos con estos ajustes o si nos desmarcamos de ellos.

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Voces a favor y en contra de mantener un horario u otro de forma permanente y opiniones de expertos que admiten los efectos que estos cambios en las agujas del reloj tienen en las personas. «Estos desajustes en hora y tiempo están pensados para ajustar las actividades humanas a la luz solar disponible pero, en contrapartida, inciden en la salud física y mental, las rutinas y la interacción social», señalan desde el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León (Copcyl).

En este sentido, el jefe de Medicina Interna del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, José María Prieto de Paula, asegura que «estos cambios suponen un desajuste entre el reloj interno del organismo -que marca los periodos de sueño y vigilia- y el reloj ambiental». Esta discordancia produce, según el responsable de Unidad, «variaciones del estado de ánimo, trastornos del sueño, somnolencia y alguna sintomatología que afecta a los grupos más vulnerables como niños, enfermos y especialmente personas con enfermedades cardiovasculares o pacientes con deterioro cognitivo».

La Sociedad Española del Sueño, la Sociedad Española de Neurología y la de Medicina Interna se muestran a favor de terminar con los cambios horarios

Dr. Prieto de Paula, jefe de Medicina Interna del Hospital Clínico de Valladolid. El Norte

Esto sucede porque nuestro organismo cuenta con un sistema de adaptación neurohormonal que tiene como misión mantener el equilibrio respecto a los cambios internos y ambientales y lo hace regulando el estrés, el metabolismo o la presión arterial, entre otros. «Se trata de un sistema muy robusto en el caso de personas sanas o personas jóvenes y, en este caso del cambio de hora, apenas notan los efectos o lo hacen de forma muy leve», añade.

De Paula, no obstante, aclara que los estudios disponibles al respecto no son demasiado amplios y se notan principalmente en el cambio a horario de verano. «Es entonces cuando detectamos la aparición de alguna cardiopatía isquémica y una mayor incidencia de casos de descompensación de la tensión arterial». Para proteger a los grupos más vulnerables de estos desajustes, la Sociedad Española del Sueño, la Sociedad Española de Neurología y la de Medicina Interna se muestran a favor de terminar con el cambio en el reloj y quedarse de forma permanente con el horario de invierno por ser el más beneficioso para la salud y el que más se acompasa con el ritmo circadiano.

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Estrés y problemas de salud mental

«En niños y mayores genera un mayor problema de adaptación porque tienen unos horarios y rutinas más establecidos y por eso aumenta su malestar y tienden a un mayor pesimismo e irritabilidad», asegura la secretaria del Colegio de Psicología de Castilla y León, Begoña Diez. Aunque explica la profesional que este estado «es temporal y varía en cada persona, de tres días a una semana». El horario de invierno implica un bajo tono emocional y una mayor falta de luz solar, lo que motiva que nos mostremos menos receptivos a la hora de realizar cualquier actividad porque una vez que anochece aumenta la secreción de melatonina y con ella la sensación de sueño y cansancio.

Begoña Diez, secretaria del Colegio de Psicología de Castilla y León. El Norte

«Las personas con estrés de base tienen mayor sensibilidad a este cambio por su energía está centrada en salvar esas otras cosas y les impide adaptarse a este cambio de forma adecuada», aclara Diez. Aconseja realizar actividades que nos motiven, potenciar en esta época las relaciones sociales y tener mucha paciencia ante los cambios que están por venir. «Tratar de caminar con el cambio de estos meses».

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Alumnos con autismo e hiperactividad muestran mayores episodios de impulsividad, ansiedad e irritabilidad

Guarderías, institutos y colegios son un termómetro perfecto para medir en qué medida afecta el cambio de hora entre los distintos grupos de edad. Durante los primeros meses de vida y hasta los cinco años «esta hora extra de descanso que nos da el reloj facilita que los más pequeños lleguen a los centros más despejados, pero a medida que avanza la mañana se detecta una mayor irritabilidad, fatiga y alteraciones del apetito entre los alumnos», explica Beatriz Rodríguez, doctora en Psicología y maestra de Educación Infantil y Primaria en Medina de Rioseco.

En la etapa de Educación Primaria el sistema de autorregulación y rendimiento se resiente más. «Especialmente en alumnos sensibles al cambio como son los niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) ya que muestran mayores episodios de impulsividad, ansiedad e irritabilidad que suelen estar presentes durante cuatro o cinco días seguidos», asevera.

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Los docentes tienen en cuenta estos cambios y procuran adaptar los horarios lectivos. «Al llegar más despejados, durante las primeras horas se imparten las asignaturas que mayor concentración requieren y se deja las más livianas para las últimas horas«, expone Rodríguez. Plantea además que el hecho de que los niños se enfrenten a estos cambios también supone un aprendizaje. »Tiene un beneficio en la flexibilidad cognitiva de los estudiantes porque aprenden a adaptarse a estos pequeños cambios, a las variaciones ambientales y es una oportunidad para trabajar con ellos conceptos relacionados con estos cambios«.

Esta próxima semana los docentes notarán cambios en los alumnos que, en el caso de los estudiantes de Secundaria se atenúan algo más. «Esta cronodisrrupción afecta de una forma más leve a los adolescentes en el cambio de invierno, pero en el de verano notamos que los alumnos están más irritables y agitados, con mayor fatiga y somnolencia. Estos cambios tienen una mayor afectación en estudiantes con problemas de base como pueden ser los relacionados con la salud mental a los que hay que prestar especial atención», apunta la orientadora de Secundaria, Pilar Díaz.

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Dejar un horario definido y fijo los 365 días del año haría que cada seis meses anocheciera con tres horas de diferencia, así que debate aparte es el horario que se elegiría como permanente. Por ejemplo, si el de invierno fuese la única opción, tendríamos días en diciembre en los que pasadas las cinco y media de la tarde empezaría a anochecer y jornadas veraniegas en las que a las diez de la mañana haría un calor más propio de mediodía.

Si por el contrario, el horario de verano fuese el elegido, habría días del mes de junio, por ejemplo, en los que a las cinco de la madrugada veríamos el sol. Jornadas en las que aún no habría amanecido a las nueve y media de la mañana y con toda la actividad escolar y laboral ya iniciada y tardes en las que tuviéramos que decir adiós al sol a las ocho y media, en plena tarde de piscina o de terrazas.

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