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He aquí un periodista que ejerce el periodismo, que lo ha enseñado en la Universidad y que lo ha investigado desde diversas ópticas y vertientes. ... Antonio Checa Godoy (Jaén, 1946), en la actualidad presidente del Consejo Audiovisual de Andalucía. Su investigación más reciente lleva por título 'La prensa castellanoleonesa (1793-1975). Un ensayo de interpretación'. Conoce bien estas tierras: fue director durante un lustro del desaparecido diario salmantino 'El Adelanto'. El ensayo que acaba de publicar lo elaboró entre 2016 y 2018, en sus primeros dos años como jubilado. Fue entonces cuando una exalumna suya dio el nombre de Antonio Checa para presidir el Consejo Audiovisual andaluz, lo que interrumpió su retiro de la primera línea de acción.
–¿Qué motiva a un periodista andaluz a estudiar 182 años de prensa en Castilla yLeón?
–Soy una especie de andaluz enamorado de Castilla. Estudié en Madrid, he viajado mucho por toda Castilla y León y estuve 5 años trabajando en Salamanca (director de 'El Adelanto'). Me fui dando cuenta de que había escritas obras provinciales, pero que no había una visión regional. Y me di cuenta de que había miedo a tratar el Franquismo.
–¿Miedo al Franquismo?
–Todas las historias sobre el periodismo en esta tierra se detienen en la Guerra Civil. Me dije que había que hacerlo, que son 40 años y tienen su importancia. Y como en Internet hay muchos datos, eso ha ampliado el contenido notablemente.
–En Internet habrá muchos datos, pero usted, como periodista, los habrá contrastado, ¿no?
–En Internet hay muchos datos pero también hay una gran cantidad de mentiras y de copias. Alguien dice algo y 40.000 lo copian. Te das cuenta de que si el que ha dicho algo dice verdad, que haya 40.000 que lo copien... Pero si alguien dice algo que no es verdad, lo copian 40.000 y queda como verdad pese a no serlo. Ese es un riesgo muy grande que tiene Internet: no hay certificado de garantía.
–Tampoco de autenticidad.
–Cualquiera escribe lo que quiere, eso es verdad. En un periódico hay una estructura coordinada, un redactor que pone su nombre, unos sucesivos controles... Lo que sale en un periódico lo han visto antes varias personas; en Internet, es lo que uno se ponga a escribir, con el humor que tenga en ese momento, los datos de que disponga...
–Le voy a plagiar la pregunta con la que arranca su ensayo: ¿Cabe hablar de una prensa castellana y leonesa? Esta es una comunidad con mucho sentimiento provincial.
–A veces es mejor ver las cosas desde fuera que desde dentro: se fija uno más en lo que une, en lo que identifica, que en las diferencias. Es verdad que Castilla tiene provincias muy fuertes, con ciudades muy fuertes. Y hay una cantidad enorme de andaluces enamorados de Castilla, empezando por Antonio Machado. Nos encanta esa tierra, que en buena medida la vemos homogénea.
–¿Homogénea en qué?
–Uno se asoma a las murallas de Ávila y ve el paisaje castellano. Luego está el paisaje humano: Castilla y León es una comunidad muy católica. Y hay otro tema: esos informes sobre calidad de la enseñanza, el Informe Pisa, por ejemplo. Ahí Castilla y León sale bien. Con los problemas de dispersión de la población en Castilla y León, con tantas ciudades pequeñas, con escuelas agrupadas, tiene mérito que salgan esos buenos niveles de educación. Y luego hay otra cosa: está la provincia con su fuerza, pero en los periódicos aparece la queja regional. A principios del siglo XX, en esas dos primeras décadas de decadencia, hay una queja sobre el campo castellano. No es que hablaran de 'qué mal está mi pueblo', no; hablaban de qué mal estaba el campo castellano. En la queja ya eran regionales porque vislumbraban que el problema de un lugar también lo era del vecino, de otras provincias.
ANTONIO CHECA
–En su ensayo, defiende que en Castilla y León «la prensa provincial suma hasta crear un bloque peculiar frente a la de otras comunidades». ¿En qué y cómo?
–Hubo un momento en el que más de la mitad de las publicaciones que se editaban en la comunidad eran religiosas. Quitando Navarra, el índice redaccional total más elevado de España en prensa católica llega a darse en Castilla y León. Y la importancia de la prensa pedagógica era notable. Luego, eran importantes también las cabeceras comarcales con tradición religiosa: Ciudad Rodrigo, Astorga, El Burgo de Osma, que tienen sede episcopal. Y, después, cabeceras de comarca con mucha historia, como Béjar, Medina del Campo,... cabeceras que han tenido trayectoria propia y llegan a tener su prensa, que se erige como contrapeso a la prensa de la capital. Y hay una etapa muy interesante que es la de la Transición...
–Pero no la aborda su ensayo.
–Yo termino en el final del Franquismo, pero la Transición revivió la comarca. En Soria hubo una viveza en la Transición por recuperar lo local y comarcal a través de la prensa. Y hay poblaciones a veces muy pequeñas donde existen periódicos muy interesantes. Por ejemplo, Ledesma, en Salamanca, llegó a tener cinco periódicos y es una localidad que ni llega a cabecera de comarca. La prensa republicana en su momento tuvo menos relevancia. Luego estaba el tema del caciquismo, presente en toda España, y existió la prensa del cacique; es curioso ver cómo el personaje se transforma y se ve cómo un periódico que era muy liberal acaba muy conservador porque el cacique se ha pasado de un bando a otro.
–El sector casi se ha ido despoblando a la vez que la propia región. En su ensayo aparecen muchas cabeceras extintas: El Eco de Ciudad Rodrigo, el Mirobrigense, El Campesino, El Sarabriense, La Constancia, El Pueblo Leonés, El Rayo, El Federal de Castilla, El Eco de Burgos, El Mercantil de Castilla...
–Un periódico se podía sostener con 200 ejemplares. Había muchos pequeños que se autoabastecían; con cuatro anuncios, subsistían. Tenían muy pocos gastos. Hablamos de finales del XIX y principios del XX. Entrado el XX, cambia la cosa. Había que poner linotipias, ya no valía la imprenta, los talleres eran más caros y eso encarecía la impresión. Es verdad que había aumentado la publicidad y los años anteriores a la crisis del 29, con la dictadura de Primo de Rivera, son magníficos para la publicidad. Pero los periódicos también tenían más gastos. Y aquel periodiquillo que con 200 ejemplares podía subsistir, deja de hacerlo.
–Y llegaron la Guerra y el Franquismo...
–... ¡Y 20 años de una pobreza tremenda!, de publicidad escasa, muy barata, la mala situación económica y el tener que hacer periódicos cada vez más caros en los costes... En el XIX se llegaba a un acuerdo con una imprenta y se sacaba el periódico. Pero en el siglo XX ya no se podía hacer eso, había que dar más calidad, más páginas, más fotos... En la República se crearon muy pocos periódicos porque era muy caro. Había que hacer una inversión muy fuerte. En Salamanca, en Burgos y en Valladolid en toda la II República no salió ni un nuevo periódico. Salió en Zamora porque un personaje como Galarza quería tener un periódico y como tenía poder... Pero el proceso de concentración en esos años fue impresionante y era un proceso internacional.
–¿Dónde sitúa la época de mayor esplendor de la prensa en Castilla y León entre 1793 y 1975?
–La Restauración fue una etapa interesante, porque creció la prensa comarcal, pero todas las provincias no tuvieron el mismo buen momento a la vez.
–Su ensayo concluye en 1975. ¿Ahondará en el mundo de la prensa después de ese año o lo dejará para otro investigador?
–Ha cambiado extraordinariamente la comunicación desde los inicios de la democracia hasta hoy. Y sigue cambiando. Hemos vivido un 2020 más tremendo aún de cambios, porque ha variado la forma de consumir, metidos en casa, todo el día pendientes de las pantallas... Pero antes de Internet ya había cambios profundos.
–¿Por ejemplo?
–Tuvo una fuerza enorme la prensa gratuita, que ahora ha decaído. Sevilla, sin ir más lejos, tuvo a comienzos de este siglo hasta cuatro diarios gratuitos. También estuvo toda la regionalización de la prensa, no ya por provincias, sino incluso por comarcas y ciudades. La prensa inició un cambio profundo, el cambio tecnológico, el color... Y en esa situación, llegó el fenómeno de Internet.
–¡Y eso sí que fue un cambio!
–Al principio, algunos intentaron una edición en la Red que sirviese de reclamo para la edición en papel. Eso pasaba a finales del siglo XX: Internet como complemento del papel. Pero, claro, aquello empezó a crecer y aparecieron periódicos que no estaban en papel, con lo cual la competencia se amplió a la red. Estamos en una situación en la que se ha impuesto Internet y... ¿lloramos por el papel?
–¿Usted llora por el papel?
–Yo sigo leyendo en papel la prensa. Mi hijo, no: él lee en pantalla. Hay que comprender que para las generaciones jóvenes las pantallas son su mundo y que poco a poco el papel desaparecerá. Quizá se mantenga para revistas, pero hemos de hacernos a la idea de que hemos creado una civilización nueva y habrá que resignarse. Pero a lo que no debemos resignarnos, lo hagamos en papel o en digital, es a seguir haciendo un buen producto porque con la facilidad de hacer cosas se está deslizando mucho periódico malo.
–¿Es la consecuencia más negativa de la red en este ámbito?
–Muchos periódicos no dan la talla. Cualquier ciudad tiene ya tres o cuatro diarios digitales, pero entras en muchos y ves una noticia de hace una semana, o cosas que no han sido ampliadas días después. ¿Pero esto qué es? Por eso la lucha que se plantea ahora en la red es la de calidad contra no calidad.
–También hay que competir contra los bulos, contra la postverdad... ¿Malos tiempos para el periodismo?
–¡Y con la competencia ilícita publicitaria! Se miente mucho en la red, algunos se aseguran número de lectores que no son reales. Ahora se exagera más que nunca en las cifras. Hace poco se presentó en Sevilla un nuevo diario digital y hablaba de millones de lectores... Mire usted, de eso nada, millones de lectores en Sevilla...
–¿Cuál es en este momento, según usted y con la que está cayendo, con Podemos queriendo poner mordaza por ley a los medios de comunicación, el trabajo de un periodista?
–Nuestro trabajo es buscar la verdad, investigar... ¡movernos! No que los datos vengan a nosotros, sino ir nosotros a los datos, cribarlos, buscar el dato exacto. Y si me lo dice uno, buscar a ver si me lo dicen tres y me lo confirman. Hay una labor periodística irrenunciable: la búsqueda del pluralismo y de la calidad. A mi me gusta mucho la estadística; incluso di en la Universidad clase de estadística aplicada a la comunicación. El uso que se hace hoy de la estadística es terrible: con el mismo dato te dicen una cosa y la contraria.
ANTONIO CHECA
–¿Es usted optimista respecto al futuro del periodismo?
–El periodismo es más necesario que nunca. En un momento en el que lo que está dominando son las falsas noticias –y hablo así porque me niego a decir 'fake news– el periodista es más necesario que nunca. Su labor es ir como en un bosque apartando la maleza para encontrar la verdad. Hoy el periodismo es más necesario que nunca porque hemos de ayudar a la gente a decirle que esto sí y esto no, que esto es verdad y aquello mentira, que esto tiene futuro y lo otro, no.
–¿Para qué necesita una sociedad un consejo audiovisual? Usted preside el de Andalucía...
–Ahora mismo hay consejos audiovisuales en prácticamente todo el mundo...
–...En Castilla y León, no.
–Ya, ya, ya. Pero fíjese: lo tienen hasta Gibraltar y Malta. El mundo audiovisual es tremendamente complejo y no vale la autorregulación. Necesitamos organismos que intenten poner un poco de orden en el caos que es a veces el mundo audiovisual. Crece, crece, crece continuamente, impetuosamente y necesitamos que la propia sociedad a través de los consejos ponga un poco de orden en ese mundo y ver el futuro, por dónde vamos bien, por dónde mal. El mundo audiovisual no es solo la televisión, hay nuevos usos y estamos luchando por hacer ver a la gente el problema de las falsas noticias, a los chicos jóvenes el que no se lo crean todo. El problema del juego, por ejemplo.
–Se ha disparado, es verdad.
–Hemos estado un año casi encerrados en casa la mayor parte del tiempo y ha aumentado la utilización de los juegos de azar y, a la vez, la adicción a los mismos: ¡Chicos que se han jugado el dinero de los padres! Ha aumentado el mundo de la publicidad sobre las apuestas. El campo audiovisual es cada vez más diverso, más heterogéneo y más rápido en la evolución. Entonces, los consejos audiovisuales vienen a ayudar a poner orden en ese mundo cada vez más complejo.
ANTONIO CHECA
–¿De qué manera lo hacen?
–Por ejemplo, controlamos mucho el pluralismo de las televisiones locales. Hay una televisión en un pueblo, llega un equipo municipal nuevo, del partido que sea, y barre para casa. Y tenemos que decirles que deben primar el pluralismo, dar voz a la oposición... Estamos en ese mundo. Los consejos son organismos que hacen falta, pero cuanto más independientes de los gobiernos, mejor. Lo ideal para mí sería organismos creados por la propia sociedad y que dependieran menos de los gobiernos, de los políticos...
–Si eso no se consigue con los jueces, con los consejos audiovisuales...
–Tenemos una estructura en la que dependemos del Parlamento, no del Gobierno. Son instrumentos interesantes, pero tampoco son baratos. Nos llega una queja de alguien y tenemos que hacer un informe, con lo cual hemos de tener un gabinete jurídico importante. Luego se le da voz a las dos partes para que puedan responder; es un proceso que lleva tiempo, pero le damos garantías a quien se queja y a aquel de quien se quejan. Se creó el de Navarra y lo cerraron a los siete años porque decían que era caro. Lo quiere crear ahora la Comunidad Valenciana, pero con lo de la covid parece que se va a retrasar.
–Usted ya estaba jubilado y le fueron a buscar para presidir el consejo audiovisual andaluz...
–Yo me jubilé en 2016 y a finales de 2018 me llamaron para el consejo. Me pareció tentador. Quien me llamó fue una exalumna, que dio mi nombre, lo propuso y fue aceptado. Me ha rejuvenecido este trabajo. Envejecí más los dos años de jubilado que los dos años que llevo en el consejo.
–¿Ya tiene claro qué quiere ser de mayor?
–Mi preocupación es qué hago con todo lo que tengo en las estanterías para que dé fruto. Tengo la frustración de no haber conseguido que alguno de mis cuatro hijos fuese periodista y tengo problemas con la enorme biblioteca de que dispongo, que a mis hijos no les interesará porque no se han dedicado al Periodismo.
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