Comer y beber en Valladolid
El original menú veraniego detrás del AyuntamientoSituado en la plaza de la Rinconada, el Originario ofrece platos típicos nacionales de todas las comunidades
La comida es un arte y en ello España es experta con una gran variedad de productos y de platos que traspasan cualquier frontera y que encantan a cualquier persona que los prueba. La gastronomía de nuestro país es un lujo, y hay lugares donde ponen en valor el potencial de nuestra comida.
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Es el caso del Originario, un restaurante ubicado en pleno centro de Valladolid, en la Plaza de la Rinconada, desde hace casi un año y medio. Este es un lugar con platos típicos nacionales y que ensalza el valor de cada comunidad autónoma de norte a sur y de este a oeste. Tanto es así que en la carta al lado de cada plato pone el sitio del que procede y representa.
En cuanto al entorno, destaca su mobiliario con la esencia de toda la vida, con objetos que cualquier persona recordará de tiempos pasados. Una de las cosas más curiosas del lugar es que, cuando pides agua, te la sirven en un pequeño botijo, algo que, sin duda, muestra a la España rural.
Menú diario de verano
El menú veraniego, de lunes a viernes, consta de cinco primeros y cinco segundos, además de incluir bebida y postre o café, por un precio total de 15,95 euros.
De primero, tapa de rejos de calamar como en Santander con alioli, que evocan un producto muy presente en toda la zona del Cantábrico. La textura es la perfecta, con una fritura crujiente y rica, sin exceso de grasa, y con el punto justo de sal.
Entre medias, Fabián, uno de los camareros del Originario, a petición del cocinero, nos agasajó con unos torreznos de Soria que vienen fuera de menú, pero que puede pedirse en carta. La presentación de los mismos sorprende gratamente, con un corte fino y buena cantidad, muy jugosos por dentro y crujientes por fuera, ideal para acompañarlos con un poco de pan.
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Llegaba el turno del segundo, después de dos platos de mucha calidad, churrasco de ternera acompañado con dos huevos fritos, patatas fritas y un poco de mayonesa. Con dos trozos de carne, el corte era espectacular, con el punto justo de cocción, y con el toque de sal gorda que elevaba la potencia de un producto muy típico de Galicia.
Postre
Había que hacer estómago para acabar de comer con el dulce, era el momento del postre, con una elección complicada entre arroz con leche caramelizado asturiano, crema catalana y tarta de Santiago. La elección final fue esta última, con una muy buena presentación, con dos porciones y con una bola de nata montada natural, con apenas azúcar, y que mezclaba muy bien dando un pequeño toque amargo con el dulce.
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Y por si fuera poco, Fabián nos habló del postre estrella, la joya de la corona, la tarta de queso cremosa. Al igual que con los torreznos, decidieron ponernos una porción para degustarla, fuera de menú, pero dentro de carta. En cuanto dimos el primer bocado entendimos eso de «lo más pedido», porque su sabor era increíble con una textura perfecta.
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