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Clint Eastwood, en una de las escenas de ‘El bueno, el feo y el malo’ rodadas en el cementerio.
Sad Hill está en Burgos

Sad Hill está en Burgos

Una asociación recupera el cementerio donde se rodaron escenas clave de ‘El bueno, el feo y el malo’. Les llegan voluntarios de Italia y Francia y han invitado a Clint Eastwood, Ennio Morricone y hasta Metallica

cARlOS bENITO

Viernes, 4 de marzo 2016, 21:22

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De todas las escenas a las que ha puesto música el recién oscarizado Ennio Morricone, hay dos de El bueno, el feo y el malo que se han instalado con especial firmeza en la memoria de los espectadores. En la primera, el mexicano Tuco que, a los efectos del título, es el feo busca apresuradamente una tumba en un solitario cementerio del Oeste, mientras una soprano canta la emocionante Lestasi delloro. En la segunda, los protagonistas de la película se retan a un duelo a tres en el centro del mismo camposanto, un círculo empedrado donde los pasos resuenan como en una catedral: es una de esas secuencias del cine de Sergio Leone en las que la acción se ralentiza, dejando todo el tiempo del mundo para que las miradas de los personajes se crucen y sus manos codicien la culata del revólver. Y de fondo o, más bien, en imponente primer plano se escucha Il triello, con su derroche de trompetas, campanas, disonancias de piano, timbales, castañuelas y también silencios, punteados por el ominoso graznido de los cuervos.

El enigmático escenario es el cementerio de Sad Hill, la colina triste, y la ficción lo sitúa en algún lugar de Nuevo México. En la realidad, queda un poco más cerca: Leone rodó esas secuencias en el Valle de Mirandilla, entre Santo Domingo de Silos y Contreras, en el sureste de la provincia de Burgos. No es la única localización del filme en la comarca: cerca del pueblo de Carazo está el fuerte de Betterville, el monasterio de San Pedro de Arlanza aparece en la historia como la Misión de San Antonio y el propio Arlanza se disfraza de Río Grande y acoge una batalla de la Guerra de Secesión. ¿Cómo llegó hasta este rincón el creador del spaghetti western, más acostumbrado a Almería que a Castilla? El responsable fue su jefe de producción, que ya había rodado allí las aventuras medievales de El valle de las espadas y supo reconocer en la serranía un inesperado eco visual de la Norteamérica agreste.

«El paisaje sí que tiene cierto saborcillo a western, aunque ahora mismo, con la nevada, más parece Siberia», comenta David Alba, de la Asociación Cultural Sad Hill, un colectivo que se ha propuesto recuperar los escenarios burgaleses de El bueno, el feo y el malo y, muy particularmente, el cementerio de pega donde se vieron las caras Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach. Antes de la invasión de las huestes del cine, allí no había más que una dehesa virgen: «El círculo empedrado, de unos treinta metros de diámetro, lo construyeron entre militares del cuartel de San Marcial, en Burgos, y gente de la zona», detalla David. En las cinco décadas transcurridas desde el rodaje, la naturaleza había recuperado lo que siempre fue suyo. «Uno de nosotros tuvo que subir a una montaña para localizar desde allí el punto central. Se distinguía porque sobre el círculo había crecido una vegetación diferente, con otro verdor».

Apadrinar una tumba

Debajo tenían que seguir estando las piedras, así que, en octubre del año pasado, la asociación organizó unas jornadas de limpieza abiertas a voluntarios para sacar la plazuela a la superficie. Ya lo decía Clint Eastwood en la película: «En este mundo hay dos clases de personas: las que tienen un revólver cargado y las que cavan». Allí no había armas de fuego, pero sí un buen montón de azadas, y a la llamada acudieron vecinos de la zona que pronto se revelaron como los más hábiles con los aperos y forasteros desplazados desde Salamanca, Bilbao y Madrid. «Se presentó gente muy ilusionada: gracias a esto hemos conocido a auténticos frikazos de la película. ¡Hemos tenido a personas de Francia e Italia que han venido a cavar y ver el cementerio!». Una vez recuperado el círculo, faltaba instalar las cinco mil cruces y lápidas que lo rodeaban, para lo que han recurrido al crowdfunding: por quince euros, cualquiera puede apadrinar una tumba y elegir el nombre que se inscribe en ella (más información en www.acsadhill.es). Por ahora llevan más de doscientas, incluidas algunas que se han contratado desde lugares como Bélgica, Estados Unidos o Belice, aunque no empezarán a colocarlas hasta que mejore el tiempo.

El plan es celebrar por todo lo alto, en julio, el cincuenta aniversario de la película. Como la ambición no mata a nadie, han invitado a Clint Eastwood mañana mismo esperan entregarle una carta a su hijo Kyle, que actúa con su banda de jazz en Burgos, a Ennio Morricone e incluso al grupo Metallica, que lleva más de treinta años abriendo sus conciertos con Lestasi delloro. Pero, aun en el caso de que estos personajes ilustres se pierdan la oportunidad de pisar Sad Hill, no faltarán voces autorizadas que evoquen el rodaje: «Aquí la gente lo tiene muy presente, lo han mitificado explica David Alba. Te cuentan cómo tomaban vinos con Clint Eastwood y cómo se llenó todo de italianos, de americanos, de militares del cuartel. Los extras cobraron trescientas pesetas al día, que para la época estaba muy bien: se rodó en julio y dicen que aquel verano la siega la hicieron las mujeres». Los hombres, igual que los tres pistoleros de la película, estaban muy ocupados buscando fortuna en el Oeste.

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